Por: Ricardo Arturo Salgado
Para iniciar debemos dejar claro que la OEA es una organización pueril al servicio del Departamento de estado, y que, por lo tanto, la MACCIH es una farsa destinada a servir de catalizador a los innumerables problemas que tiene el gobierno de Juan Orlando Hernández.
Si Insulza, bajo las ordenes de Hillary, se bajó hasta el ridículo frente a Micheletti, Almagro se entregó en cuerpo y alma al papel de payaso del imperio que ladra a quienes le indican sus amos. Aun así, y siendo “civilizados”, pretendamos por un instante que hay algo que esperar de la MACCIH.
El gobierno de Hernández inicio hace rato una campaña para que la MACCIH investigue a la Policía Nacional, mientras el Departamento de Estado promueve que la primer gran tarea de este organismo sea “esclarecer” el asesinato de la compañera revolucionaria Berta Cáceres.
En ambos casos, no solo se ve el infinito como única posibilidad, sino la intención clara de mantener a la sociedad hondureña absorta en un circo sin fin que de ninguna manera llegará a convertirse en justicia.
Hace pocos días volvimos a ser puestos en shock, nada más y nada menos que por Diario El Heraldo (Heraldo del Golpismo) con el anuncio de que había sido la cúpula policial la que ordeno el asesinato del “zar” hondureño contra las drogas.
Unos días después el New York Times nos presenta la lista con nombres y apellidos de los asesinos. Aquí las preguntas más inteligentes seria ¿Por qué la prensa de la derecha de repente presenta estas informaciones? ¿Qué persigue? ¿Quién se beneficia?
Pero hay un detalle en estas denuncias, la cúpula policial expuesta, fungía en el año 2009 y por lo tanto era la misma que dirigió múltiples operativos contra la Resistencia al golpe de Estado, entre los que fueron ejecutadas decenas de personas por razones políticas. Y aquí nos debería asaltar una nueva duda ¿Si esta cúpula fue capaz de ordenar el asesinato de su compañero, no tendrá responsabilidad directa en cientos de crímenes más?
Por otro lado, las administraciones sucesivas de Micheletti, Lobo y Hernández, han albergado y protegido a TODOS los personajes que participaron en el Golpe de Estado, incluidos ellos mismos. Aquellos conspiradores criminales en el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia son hoy miembros distinguidos de la dirección del país.
No podemos ser tan ingenuos y creer que no existe ninguna conexión entre todos los hechos. Si hiciéramos un ejercicio profundo de reflexión nos daríamos cuenta que el asesinato de Isis Obed Murillo y el de Berta Cáceres están conectados, y fueron ejecutados bajo el mismo plan.
Del mismo modo, resulta absurdo suponer que el Departamento de Estado ignorara todo esto desde el principio; Hillary no es ajena a esta cadena de terror y saqueo. Además, existe una obvia conexión entre el crimen organizado, la élite hondureña y la seguridad nacional de los Estados Unidos. Esa ligazón ha generado disputas y crímenes sin control en el país, que lo ha llevado a una situación mortal como Estado.
Entonces, la MACCIH no debería tener problemas identificando donde debe comenzar: Resolviendo el crimen del Golpe de Estado Militar de junio de 2009 (es un crimen de lesa patria aun sin juzgar), seguramente encontrara los asesinos de Berta Cáceres; y, además, tendrá que recomendar el desmantelamiento no solo de la Policía sino de las Fuerzas Armadas, y el encarcelamiento de todos los funcionarios públicos. Aquí es donde todo se vuelve oscuro, precisamente porque la MACCIH no tiene por misión aclarar, sino, por el contrario, enturbiar la historia.
Como conclusión diremos que es imperativo que como sociedad no enfoquemos más. El Golpe de Estado es parte de un Plan de los Estados Unidos para sostener sus intereses geoestratégicos en la región; todas las consecuencias son responsabilidad de aquellos que promueven este plan que está vigente. Además, la reelección no es una idea demente de Juan Orlando Hernández, es parte del plan mencionado.