Por: Irma Becerra[1]
La belleza física y el color de la piel no lo son todo en esta vida, porque el mundo de las apariencias y las formas no puede ser superior al mundo de las esencias y los contenidos ya que ambos constituyen y conforman una única totalidad complementaria, que se complementa a su vez a sí misma, acompañándose por el espíritu y la materia real concreta que une y equilibra la misma experiencia de vida. Algo que es imposible de separar, ignorar, humillar o desaparecer de la faz de la Humanidad desprovista de máscaras y caretas. Es la lección de aprendizaje de vida que nos deja, para el caso, la renombrada telenovela colombiana, Betty la Fea, que popularmente cuestiona los terribles clichés acerca de la belleza y la vanidad femeninas en la sociedad patriarcal machista con su mundillo feroz de aquella moda que mantiene esclavizada a la mujer contemporánea, imponiéndole con sus conceptos excluyentes y machistas, torturas físicas a su cuerpo y su psiquis.
Lina Marulanda, la actriz colombiana que también participó selectivamente del elenco de dicha telenovela, y que terminara suicidándose en el año 2010 con apenas 29 años, quiso dejarnos una lección para aprender que siempre recordaremos: lo que la vanidad extrema puede hacer en la vida de las mujeres y los hombres, cuando éstos olvidan desarrollar los valores y virtudes de la sinceridad, la autenticidad y la integridad de las esencias vitales que conforman al ser humano y que determinan el que dicha esencia sea siempre impredecible y a la vez determinantemente multicolor y pluriétnica. Pero hay más, Marulanda se negó a seguir viviendo una vida de violencia de apariencias en una Colombia destrozada por el conflicto guerrillero-paramilitar que ha convertido la guerra en ese país en un negocio privado y particular que destruye la belleza de las esencias de la vida de las familias, los ciudadanos y los pobladores afectados. Debido a su apellido, Lina Marulanda, no quiso ser igual a su homónimo “Tiro Fijo Manuel Marulanda”, y se rebeló contra la violencia de los que nos pretenden asustar e intimidar con sus palabras y sus acciones para, de ese modo, atemorizarnos y mantenernos manipulados y bajo su control. En los países del llamado hemisferio sur se controla y gobierna a los individuos de sus sociedades cerradas bajo la técnica “del susto” y del “miedo” con la finalidad de que las personas no se atrevan a rebelarse contra unas políticas represivas que se encuentran vigentes y que caracterizan a todos los bandos políticos, sean éstos de izquierda, centro o de derecha. El objetivo de estas técnicas irracionales violentas tiene que ver con la destrucción de la sana inocencia de las personas, porque ésta última las lleva y llevaría a éstas a protegerse de los prejuicios negativos de la historia destructora de los dominantes, tal como señalara el filósofo alemán, Hans Georg Gadamer, sobre el tema de los límites de la autoridad.
De ese modo, en las sociedades cerradas aprendemos falsamente a vivir en un mundo de apariencias temibles y obligaciones en los que no existen ya lugar para la verdad y los principios de verdadera paz interior del alma, que son la condición y fuente humana verdaderas del respeto a la vida ajena próxima y a la propia constitución de una vida sana y segura. Y el país que más vive de esas apariencias negativas y malsanas con su racismo y discriminación violentos es, precisamente, Estados Unidos de América, con Donald Trump a la cabeza, quién no ha podido comprender hasta ahora que no basta con que se unan los Estados federados, si no se unen también las familias de los pueblos que los integran. Una falta de comprensión cultural y política que caracteriza, además, al gobierno imitador hondureño con su terrorismo acultural transgresor dictatorial de Estado que encabeza Juan Orlando Hernández en la actualidad, y que comete crímenes de lesa humanidad asesinando a mansalva al pueblo, y provocando la migración excesiva hacia Estados Unidos, el cual, a su vez, sólo “apoya” a Honduras construyendo en nuestro territorio bases militares de ocupación directa del país con el objetivo de apropiarse mejor de nuestros recursos naturales.
Contrario a estos hechos concretos, señalamos que el único mundo funcional legítimo posible para la comprensión verdadera y diferenciada de una Humanidad progresista en continuo desarrollo y transformación para un Bien Común logrado eficaz y eficientemente y de manera legal y honesta, es el mundo esencial integrado interculturalmente de forma multicolor y pluriétnica, en el que todos y todas las personas puedan gozar de igualdad y equidad de deberes y derechos y en el que nadie se encuentre atrapado y sometido en el mundo aislado de las apariencias con su violencia estructural contra el ser humano. Abogamos, resistiremos y lucharemos por una esencia relacional lumínica de la Humanidad única, singular y plural a la vez; una Humanidad comprometida con la identidad diversa de los individuos abiertos y sensibles del mundo que desean construir una historia distinta. ¡Alto al genocidio de los pueblos! ¡Por una Ética Militar de Soldados, Ejércitos y Fuerzas Armadas Reflexivos! Demos esperanza al mundo y sus generaciones todas con la unidad internacional intercultural dialéctica de todos los habitantes del planeta, volando con nuestros sueños seria y fraternalmente en un proceso de paz mundial perpetuo y responsable. ¡Arriba los pueblos del mundo forjando la utopía relacional lumínica en la lucha inicial, alcémonos todos unidos por la Internacional!
[1] Irma Becerra es Licenciada en Filosofía por la Universidad Humboldt de Berlín y Doctora en Filosofía por la Westfälische Wilhelms Universität de Münster, Alemania. Es escritora, catedrática universitaria y conferencista. Ha escrito numerosos libros y ensayos sobre temas de política, filosofía y sociología.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas