Por: Moisés de Jesús Ulloa Mejía.
Honduras es un país lleno de leyes. Somos por excelencia los inventores de leyes; tanto así, que hacemos preceptos repetitivos sobre otros ya existentes y hacemos normas que entran en contradicción con otras. En una administración se hace una determinada ley, en la siguiente administración se hace otra para revocarla y luego, para rematar, en la subsiguiente la vuelven a inventar.
Pensamos que un país con más leyes es sinónimo de un país con justicia. Pasamos la mitad del tiempo redactando documentos, en el proceso se gastan millones, en el proceso se debate y se discute, en el proceso se pierde tiempo y en el proceso, nada o muy poco se ejecuta y mucho menos se resuelve.
Si el país tuviera un Lempira por cada vez que un político dijera: “Con esta ley sacaremos a Honduras del subdesarrollo”, “Con esta ley reduciremos la pobreza”, “Con esta ley habrá justicia social”, y “Con esta ley…”, seríamos sin duda el país más rico del planeta. Si la paja fuera oro, seríamos el FORT KNOX del mundo.
Las leyes en Honduras no son únicamente interminables, además cuentan con la característica que todas ellas, sin excepción, cuando así convenga al grupo del momento, son sometidas al proceso de nulidad ipso facto; para esto basta con decir las palabras mágicas: “Por esta única vez”. Así como las leyes gozan de una infinita fuente de invención, así la frase “única vez” en Honduras se entiende “por cuantas veces así convenga”.
En ese mismo orden de ideas, la nueva moda para generar nulidad a leyes existentes, especialmente cuando estas afectan a personas reconocidas en nuestra sociedad, es simplemente determinar que estas son “inconstitucionales”, hemos llegado al colmo de la hipocresía política que lo que es realmente inconstitucional es ignorado por la fuerza del poder de facto y lo que es constitucional, es declarado a la inversa para favorecer no a la generalidad, sino a personas individuales que en un determinado momento busca de manera desesperada la forma de cobijarse con la impunidad.
Es por eso que en nuestra querida Honduras se hacen las leyes con una redacción flexible, para poder en el momento acertado, violarlas. Se fomentan leyes de compadre hablado, con la intención de calmar a un grupo determinado o para ganar popularidad política a sabiendas que esas leyes son imprácticas. Más de una vez se han aprobado códigos completos sin la estructura capaz de sostener la ley o sin los medios posibles para hacerlas respetar. Esto es parte de la horrible improvisación que existe en nuestro país, muchos de nuestros legisladores se limitan a copiar leyes de otros países; más que inventar, si en algo hay especialización, es en plagiar.
Otra práctica común en nuestro país, es redactar leyes con un ímpetu “apaga fuego.” Algo sucede e inmediatamente redactamos una ley, como si esta fuera la medicina milagrosa para aliviar el problema; tenemos un cáncer y corremos a recetar una aspirina obligatoria. Y ya que estamos en el tema del tiempo, aprobamos leyes de un día para otro, sin darles el correcto análisis a las cosas. Hemos caído en la tendencia de legislar lo personalmente urgente, olvidando lo colectivamente importante.
El tiempo es un término insignificante en lo relativo a la aplicación de la justicia en Honduras: últimamente hemos quedado sorprendidos de la velocidad y eficiencia jurídica para determinar algunos recursos; cuando otros casos y sentencias durante años, siguen engavetados porque no convienen a los que hoy ostentan el poder o peor aún, cuando los sujetos del caso son parte de la invisibilidad de la indiferencia social.
Pero el pecado mayor de esta ley del sin sentido que abate a nuestro país, es que que existe un grupo de personas que se autodenominan que ellos son la ley. Consideran que cuentan con el poder político, con la habilidad de la tranza, con los fondos ilimitados de lo ajeno para poder crear sus propios códigos de conducta, muy por encima de cualquier ley. Esta fraternidad de lo corrupto que durante años han manejado a su antojo los fondos públicos para beneficios personales han dañado la propia esencia de la existencia del estado, llevándolo a una degradación profunda.
Cuando un país pierde el sentido de sus leyes y desconfía en la aplicación de las mismas, pierde el sentido de justicia y cuando eso sucede, caminamos en la cuerda floja que puede culminar en la indignación total que haga que el pueblo explote y tome la justicia en sus propias manos; cuando eso ocurra, no existirá recurso de inconstitucionalidad que lo detenga.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
Un comentario
Muy bueno! Incluyendo las leyes incumplibles de fumar y la educación bilingue en Honduras! Nuestros legisladores pintan las pinturas mas bonitas del universo, aunque solo sean espejismos! Y este mes ha sido divertidisimo en el sistema bancario, ver a todos los padres de familia de la clase media llenando formularios por que las escuelas privadas los exprimen y les sacan dolares que tienen que justificar ante la CNBS y se inventan toda clase de mentiras. Me pregunto si se preguntaron porque no hay inversion extranjera directa en este pais, y es por esas mismas leyes que le hacen la vida dificil a la clase media y que los extranjeros detestan. Pero somos el fuerte Knox del mundo! Numero 1, si señor!