Por: Irma Becerra
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Tegucigalpa (31 de mayo de 2019).-En Honduras nos encontramos ante la insurrección de la sociedad decente. La mayoría de la población hondureña está unida protestando ante el abuso de poder de una narcodictadura que nos quiere convertir a todos en criminales recurrentes, a los que no les importa si la sociedad se estanca y hunde en el vicio o si se libera de los mismos. Se trata el hondureño, de un Estado irresponsable que quiere quitarnos la responsabilidad social por uno mismo y por los demás, y que no ha comprendido nada de lo que significa tener responsabilidad por la sociedad más allá de la simple ideología ambiciosa de hacer dinero fácil y lucrarse por medios ilegales y corruptos.
Los maestros, los médicos y los estudiantes, así como el resto de la población que protesta actualmente y se ve brutalmente reprimida por las fuerzas punitivas del Estado con sus bombas lacrimógenas, constituye y representa a la sociedad decente que bien ha entendido, dejando con ello muy atrás a sus propios gobernantes, la naturaleza y la función que tiene el vivir en sociedad, es decir, sin negarle a cada profesión y oficio su responsabilidad por cuidar y proteger a la persona humana de los desequilibrios antisociales que representan las privatizaciones de sus derechos elementales como son la salud y la educación.
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Las privatizaciones generan desigualdad y con ello, violencia y constituye tarea del Estado ayudar a los ciudadanos a construir e invertir en una sociedad decente, justamente no sólo para prever sino para eliminar toda forma de desigualdad porque ésta genera o significa una distribución injusta de los bienes y los servicios públicos, es decir, el hecho injusto de que unos pocos puedan disfrutar de los derechos mientras que la gran mayoría de la población se vea privada de ellos.
La desigualdad es caldo de cultivo de los indecentes y amorales que se lucran con el negocio de la violencia que ésta provoca, y que se libran de las responsabilidades que el mundillo de la criminalidad, las drogas y la ausencia de metas legales prometen. Ello implica para las personas que el resistirse de forma contundente a convertirse en criminales astutos carentes de razonamiento equilibrado y amor por el esfuerzo genuino del trabajo verdaderamente humanizador y equilibrador de las fuerzas sociales como no quieren comprender los politicastros cachurecos.
Hablamos, pues, también de una responsabilidad personal que se vuelve mera palabrería si les negamos a las personas una formación para que puedan saber cómo pueden hacer algo beneficioso para sí mismos y concentrarse en erigir caminos rectos de vida que no signifiquen el sometimiento respecto a aquellos que predican descarada y cínicamente la ausencia de moral, de principios y de normas.
Sin ayudar a la familia, los gastos estatales para la seguridad, la policía y las cárceles se ven falsamente legitimados porque se habría privado a la célula central de la sociedad a poder formarse sanamente para construir una sociedad decente, es decir, una sociedad resistente a la impunidad y la corrupción.
En Honduras queremos una sociedad decente. La población hondureña se ha hartado del abuso de poder y la inmoralidad y está luchando por tener y adquirir una mayor responsabilidad social, algo que ya ha rebasado los falsos y miopes criterios de las élites violentas, corruptas, criminales y sanguinarias que la mantienen secuestrada en la ignorancia y la enfermedad y que pretenden que todos nos volvamos como ellos: o sea, indiferentes al proceso de humanización social de la misma sociedad que nos compete e importa porque vivimos en ella y queremos su desarrollo.
El Narcoestado hondureño y su camarilla de narcopolíticos delincuentes no quieren responsabilizarse por sus actos ilegales y desean mantenernos en una precaria situación de la que ellos obtengan provecho y beneficio, ya que pretenden convertirnos en simples cómplices de su voraz ambición y sus fechorías al margen de la ley y la Constitución de la República. Quieren que los ciudadanos hondureños no nos responsabilicemos por nuestra sociedad como han hecho ellos, y le demos la espalda al hecho contundente de que toda sociedad es una forma de acción social cooperativa del Bien y hacia el Bien. Cada intento de quitarnos la responsabilidad social por nuestras vidas es un robo y un delito de lesa humanidad que cometen el Estado y el gobierno de la narcodictadura usurpadora por lo que nos encontramos en legítima y justa insurrección tal como manda el artículo tres de la Constitución de la República.
Se precisa urgentemente de la restauración y la restitución del equilibrio moral y el Estado de Derecho socialmente competentes, y ésta es la finalidad de la lucha de la sociedad decente, en tanto proceso social de adquisición de responsabilidades por la vida y la naturaleza desde todas las profesiones y oficios.
Como señala, Charles Handy, “un Estado verdaderamente al servicio de sus ciudadanos es controlado por éstos y permite el control ciudadano. Para que estén garantizados los derechos ciudadanos debe haber tres condiciones fundamentales: a) Información, o sea el derecho de saber sobre todos los procedimientos del Estado; b) Involucramiento e integración, o sea el derecho a la participación en los procesos de toma de decisión; c) Individualidad, es decir el derecho a libertades determinadas y a una cierta protección respecto al Estado mismo”, de lo contrario, lo que tenemos es una dictadura que se reelige como democracia fallida al servicio de unos pocos.
Si no podemos tener responsabilidad social por nuestro entorno y lo que sucede en él, y esto es justamente lo que ocurre con las privatizaciones, lo que tenemos es una democracia paternalista que nos vuelve indiferentes a todo lo que no nos afecte directamente. Entonces nos convertimos en egoístas desmedidos que solo piensan en sus intereses particulares. No queremos eso, porque ser un egoísta desmedido es moralmente y socialmente indecente.
Precisamente, porque en Honduras hemos ya superado con la protesta social legítima esa indiferencia antisocial por lo que ocurra a nuestra sociedad, a diferencia de la narcodictadura, es que protestamos y nos volcamos unidos en las calles para exigir una sociedad decente.
Irma Becerra es licenciada en filosofía por la Universidad Humboldt de Berlín y doctora en filosofía por la Westfälische Wilhelms Universität de Münster, Alemania. Es escritora, catedrática universitaria y conferencista. Ha escrito numerosos libros y ensayos sobre temas de política, filosofía y sociología.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
2 respuestas
Dra. Becerra: ¡Totalmente de acuerdo! Gracias.
Un llamado para nuestros indiferentes comerciantes (seudo empresarios) que han lucrado mucho bajo el indigno y brutal sufrimiento de nuestra gente. Hoy tienen la oportunidad para incorporarse a las protestas y por conveniencia dejar de seguir como avestruces.
El artículo #3 constitucional ampara nuestra patriótica insurrección. ¡Vamos pá frente!
Deplorable son los Saqueos y actos de Vandalismo promovidos por estos corruptos que en medio de sus estrategias llevan a cabo.
La Lucha de Nuestro Pueblo Continua,y hoy El Llamado a toda Nuestra Población a No Claudicar y Demostrarles que Nuestro Malestar es Genuino.teniendo presente el Rechazar a cualquier individuo o persona que se presente en nuestras protestas con el Rostro cubierto,ya que los que deseamos Cambios Genuinos,No tenemos Necesidad alguna de llevar a cabo nuestras acciones en la Clandestinidad. y de igual manera nuestra Lucha no es meterle fuego a ningún bien o negocio alguno.
Es del conocimiento publico que la mayoría de nuestros diputados y Políticos son denunciados por un sin numero de Actos de Corrupción y que Nuestra Justicia no les alcanza,Producto Mismo de la Impunidad que se ha crecido a lo largo de los tantos años que hemos sido gobernados por esta clase Política Corrupta.
Hoy llamamos a nuestras fuerzas del orden Publico a llevar a cabo sus Funciones que son el mantener y velar por el Bienestar de Nuestra Nación y Población.y Proceder a la captura de todos estos infiltrados producto mismo de la Corrupción que impera. Reconocemos que a los Corruptos que Afrontamos para nada que les interesa el ser vencidos y sobre todo alcanzados por JUSTICIA alguna.y a nuestro entender Estos vándalos son infiltrados por estos mismos Corruptos que poco les importa Nuestra Nación.
UNIDAD UNIDAD UNIDAD UNIDAD
POR HONDURAS.