La batalla por la justicia

La Honduras que dejo

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Despedida, con ranchera 

Un mariachi me canta la ranchera Mañana me voy, y me voy mañana.  No del país, como dice la gente, porque voy a una embajada, que es Honduras, en otro lado, aunque esa sea (explica E. Orellana) una ficción jurídica; a servir a Honduras, a trabajar para el país, desde allá. Me mandan y voy sin vacilar a Corea, el país del amanecer sereno, dicen los franceses. He hablado largo y tendido aquí acerca de esa misión, de ¿por qué? y ¿con qué fin? Poco he dicho en cambio recién, de la Honduras de aquí, decía el reo; que queda, y ocupa reconectarse, refundarse, reconstituirse en nación. La marcha de antier es un pequeño recordatorio de la vigilia de pueblo sobre la representación deficiente. Pese a la desinformación, se engaña quien quiere.

A. Los datos son duros. El Cohep se queja del desempleo, pero el INE verifica que el desempleo bajó 1.2% en el año transcurrido. Sin embargo, de la propaganda contraria, dejo un país con una economía boyante, capaz de despegar, sujeta a riesgos claro, pero más subjetivos que inevitables. Hay un par de rubros complicados y otro par de amigos sacan dinero a escondidas y perderán ganancias especulativas, así como su control de industrias estratégicas. Pero la inversión y el comercio están sanos y crecen, según todas las estadísticas del Banco Central, los datos de la Cooperación y de los organismos financieros, así como las cifras de las aduanas en los puertos; y la inflación está bajo control. He aquí un puñado de razones generales: 1. La recomposición de la economía internacional impulsó un nuevo crecimiento de las remesas. 2. Las políticas monetaria, financiera y social del gobierno comprometidas con mejorar las condiciones de la población -esas justamente que le disgustan a los analistas del Departamento de Estado: subastar la divisa y detener la devaluación, combatir los monopolios- han liberado recursos para, y ampliado la perspectiva del mercado interno; 3. Aunque del diente al labio, unos pocos digan lo contrario, los más avezados empresarios en todas las escalas,  saben que LIBRE no amenaza sus intereses en absoluto, y se aprestan a aprovechar las nuevas oportunidades;  4. Pese a su dificultad inicial, la apertura del gobierno ha introducido una competencia internacional, que promete atraer nuevas inversiones transformadoras; 5. A pesar de la guerra y –paradójicamente, por ella- hay una dinámica favorable con demanda ampliada de  las commodities, el precio del café ha subido y se ubica al alza en $155. Esa dinámica de estímulos puede acelerarse, al liberarse el estado de los monopolios y la corrupción, los agentes económicos verán soluciones estructurales de viejos problemas financieros, de energía, seguridad, falta de infraestructura y mercado. 

B. Hay una crisis jurídica de estado por la elección del fiscal. Se resolverá y habrá fiscal. Dejo, por lo demás, un gobierno del pueblo, el primero de nuestra historia, firme. El Juan-Orlandismo tiene poder aún, ha re-articulado su Pauto para la impunidad y coletea estorbando la elección del fiscal, y el golpismo existe como enfermedad mental, pero la Honduras que mañana voy a ir a representar a Corea es un país políticamente estable. Esa estabilidad exige deponer ambiciones personales, requiere de alianzas, en efecto, en formación (dime con quién andas, te diré quién eres y cuan inteligente), obliga a negociar intereses legítimos y contradicciones. Hay mucho teatro en medios instrumentados.  Zombis que ya no asustan, muertos que caminan sobre el tablado de un teatro de sombras. Locos aquí y allá, ridículos, que deliran con la estasis y la reacción, o con utopías infantiles, sueñan con el poder absoluto, con dictaduras que abortarían el avance; y que no son imposibles, porque nada garantiza la razón por completo en los procesos sociales. Pero no asustan porque no son viables. La cocora de la dictadura comunista es invento de la reacción contra una propuesta de cambio. La refundación planteada, revolucionaria, en vez de amagar una ruptura apocalíptica, es modernización rezagada, pero estable, democratización en el sentido más profundo y genuino del término, con justicia social, para mayor beneficio de casi todos. LIBRE está comprometido con el estado de derecho, la pluralidad, la institucionalidad, las leyes y la comunidad internacional. Los hondureños somos adversos a las dictaduras. El pueblo mejor informado por diversidad de fuentes, y más alerta hoy que nunca, no la permitiría, ni va a dejar solo a un gobierno popular que le costó sudor y sangre, frente al fantasma que busca resucitar. La verdadera correlación de fuerza favorece al gobierno que avanza firme. La movilización de antier debe ser permanente, mientras se la requiera, y apoyar también al estado contra injerencia y despojos de la soberanía. No estamos solos.

C. Por el rezago centenario y no solo a causa de JOH, socialmente, la Honduras que mañana dejo, es una realidad compleja, vulnerable, incluso delicada, a la que urge darle soluciones concretas. Empleo digno y respetado, garantías para la propiedad y para los derechos de las comunidades, servicios de calidad y el bálsamo de la justicia. Como esas cosas no se generan espontánea ni milagrosamente con una varita mágica, necesitamos apurar el paso e inspirar disciplina de trabajo.  ¡Un estado eficiente que resuelva! Pero consultado y tomado en cuenta, el movimiento social que es la sociedad civil más auténtica está con nosotros. Y LIBRE sabe que no puede gobernar a espaldas del pueblo. Necesita eso sí un plan creíble; hacer a un lado mezquindades; mejorar la comunicación pública, abrirnos a la crítica independiente, la amiga más fiel.

D. Honduras sigue necesitada de cohesión social. Tenemos una élite sin arraigo; una clase media a la que le cuesta mucho ser solidaria, muchas veces apática y otra apátrida y distorsiona todo; y mucha gente buena y humilde a la que se le ha negado la participación y que aún no entiende y puede ser manipulada. Gente que no termina de discernir la religión y no empieza a entender la ciencia. No comprende la empresa o el mercado, ni tampoco el estado y la función de la ley para el bien público. Cada quien anda en su rollo, a costa de o sin importarle los demás. Falta solidaridad, sentido de la política, que es lo de todos, y más asociatividad compenetrada de lo político. Necesitamos el mucílago aglutinante de la democracia verdadera. Urge también por eso, una revolución cultural, que eduque al pueblo soberano sobre lo esencial y enseñe a respetar derechos y obligaciones; que concite el compromiso ciudadano. Necesitamos una educación pública -desde el jardín hasta la universidad- que eleve la conciencia crítica de la hondureñidad y su capacidad para imaginar el futuro mejor que podemos construir; y que aporte las destrezas prácticas y disciplina para ser más productivos. Y quizás necesitamos una constituyente. Por hoy, necesitamos que se nos defienda y represente ante el extranjero, con profesionalismo, dignidad, astucia. Mañana me voy.

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