Por: Marlin Oscar Avila
El desarrollo de la sociedad hondureña en clases sociales ha sido motivo de constantes discusiones intelectuales. En algunos momentos de su historia contemporánea se distrajo con definiciones étnicas y hasta racistas para definir en diversos sectores sociales la composición de esta sociedad. En mucho, evadiendo la teoría marxista que predomina como la más aceptada universalmente. Esto, sin dejar de aceptar las definiciones antropológicas existentes, aunque no determinante para llevar a una Nación a establecer propuestas de transformación estructural significativa en la vida de una sociedad como la hondureña.
Es tan aceptada y vigente la lucha de clases universalmente, que el liderazgo mundial de la clase dominante, organizada en grandes Corporaciones, que su reducida élite mundial ha aceptado su existencia y, se mofa de estar ganándole a la clase trabajadora. Es así desde que, en occidente definieron su estrategia teórica, primero con los «Chicago Boys» y Milton Friedman, y, su aplicación inicial con la «Dama de Hierro», Margaret Thatcher, a inicios de la década de los ochenta, en la Unión Británica, para extenderla, casi de inmediato, al mundo occidental y universalmente, con denominación común de «neoliberalismo» Su éxito, relativo, ha tenido un efecto desastroso para el 99% de la humanidad, produciendo millones de muertes prematuras, pestes, hambrunas, confrontaciones bélicas, masacres y muchos millones de familias desplazadas de sus patrimonios, su patria, hasta llegar a éxodos masivos de población desplazándose de sur a norte en todo el globo terráqueo., Desde luego, causando otros conflictos en las sociedades donde está asentado el 1% que explota inmisericordemente los recursos económicos del sur.
A diferencia de otros países vecinos, con clase de trabajadora más definida, Honduras saca constantemente a relucir su huelga bananera de 1954, como su mayor lucha «exitosa» de la clase trabajadora. De ahí se originan las mayores reivindicaciones sociales en las últimas décadas. Sin embargo, es difícil encontrar, a posteriori de esa histórica huelga, una clara conquista de la clase trabajadora que no haya sido empañada por los partidos políticos controlados por la burguesía empresarial criolla, aliada a las Corporaciones y asociaciones político partidarias internacionales, directa o indirectamente. El fortalecimiento de sistemas democráticos de gobierno, tuvieron vida corta, ante los planes de saqueos del imperio, quien ha desembocado en el establecimiento de un equipo de gobierno neofascista, mentiroso y ladrón, hasta el descaro de su propia aceptación pública en Washington.
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El fracaso de de la clase trabajadora en la lucha de clase, es un fracaso relativo. En Honduras, en Centro América, México, como en Sur América, así como en Europa, Asia, África y Oceanía, la clase trabajadora sigue dando la batalla. Diariamente y semanalmente, con fuertes movilizaciones de la clase trabajadora.
Por sus características, podría afirmarse que esta lucha de clases puede conllevar un tipo de «guerra mundial» donde se juega su vida.
Los partidos políticos, han defraudado a la clase trabajadora, en muchos lugares de occidente, incluso en Centro América. Así que lo mejor es que no saquen a relucir sus banderas este primero de mayo y dejen que sea una conmemoración de la lucha y de las y los miles de caídos en esta guerra de clases, entre dominantes ladrones, farsantes y asesinos, contra la clase trabajadora, que no se da por vencida.
El pueblo hondureño tiene puestas las pocas esperanzas que le restan en la clase trabajadora que actualmente está en las calles, por lograr mantener sus únicas fuentes de trabajo, puesto que la opción del éxodo es darse por derrotadas y derrotados.
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