La carta de Jamaica

Anarella Velez Osejo

Por: Anarella Vélez Osejo

Hoy en día nadie duda que La carta de Jamaica sea uno de los documentos más emblemáticos de aquéllos escritos por el gestor de la emancipación de América Latina respecto del imperio colonial español. 

Su importancia reside en que en ella  queda muy bien reflejado el proyecto de Bolívar respecto de Latinoamérica. Otra virtud de este texto es que en él se irradia el brillo del carácter y la personalidad de Bolívar, ya que fue escrita en medio de  las tremendas dificultades generadas en el transcurso de  la lucha contra la potencia colonialista. Ésta tiene un valor agregado: en ella queda diseñada la idea orgánica de la unidad latinoamericana, con sus lineamientos específicos, que habrían de caracterizarla de ahí en adelante.

El texto escrito en Kingston data del 6 de septiembre de 1815,  por  ello nos encontramos  conmemorando su aniversario 200.  Sin embargo,  es necesario acentuar que esta no es una fecha sin más, creo que debemos celebrar dos siglos de Historia emancipadora, pues esa es la característica de este documento: la carta, es un parte aguas en la lucha de Bolívar. El documento fue dictado a su secretario Pedro Briceño Méndez,   lo dirigió a Henry Cullen, súbdito británico residente en la Isla de Jamaica, La edición en inglés de este texto  tuvo el título de A friend  y en castellano Contestación de un Americano Meridional a Un caballero de ésta Ysla. Para el libertador ésta se constituyó en un recurso con el cual llamar la atención de los ingleses sobre la importancia geopolítica de la emancipación de América Latina.

 Empero el conocimiento y divulgación de esta misiva siguió un arduo camino.    El texto más antiguo conocidos databan de 1818 y 1825,  estos se encuentran  en el Archivo Nacional de Colombia Bogotá, en el fondo de la Secretaría de Guerra y Marina. La primera versión impresa se conoció en 1833,  en la colección de documentos relacionados con la vida pública del libertador. Finalmente, el original fue descubierto por el historiador  Amílcar Valera Jara en 1996 y se encuentra en el Archivo del Banco Central de Ecuador y el proceso probatorio de autenticidad se la debemos a la gestión de la asambleísta ecuatoriana María Augusta Calle, en 2014.

La conocida denominación de esta carta se debe al contexto histórico en el que fue escrita la misma, ya que Bolívar se exilió en Kingston, Jamaica,  el 9 de mayo de  1815, en donde radica hasta diciembre de ese año. Para esas fechas contaba con 32 años de edad y su liderazgo en la lucha por la emancipación del imperio se había iniciado tres años atrs–iniciada con el Manifiesto de Cartagena publicado el 15 de diciembre 1812—de intensa y admirable actividad política y militar.  Este documento responde a la situación histórica internacional y es tiempo es de reflexiones políticas tras la caída de Napoleón en Europa-

Este es justamente el escenario que explica por qué Bolívar le propone a Inglaterra que asuma el apoyo a la liberación de América  respecto del yugo español. En este documento el libertador nos  permite entender la visión que Bolivar forjó respecto de las nuevas relaciones entre las naciones no sean de esclavización o de dominación como la que se tenía con España, sino una relación de respeto entre pares y esta es la gran lección de la carta: plantea la idea de unas  relaciones internacionales de respeto mutuo. El documento también nos hace ver el conocimiento de Bolívar del  escenario internacional y su preocupación  por caracterizar el espacio territorial que pertenece a los latinoamericanos, base del desarrollo del capitalismo y Devela la esencia del colonialismo.

Sin embargo el tema central de la carta nos manifiesta la visión –revolucionaria para entonces–  expone las causas y motivos explican la decisión de asumir el liderazgo de los criollos para ocuparse del proyecto de emancipador y establece la diferencia respecto a las posibilidades de desarrollo de las diferentes regiones coloniales y muestra las diferentes influencias filosóficas y políticas que le permite diseñar un tipo de economía y de gobierno para nuestro continente.  Señala cual es la situación de los virreinatos, de Nueva Granada, Rio de la Plata, Nueva España y Perú, sus especificidades políticas, sociales y económicas, las cuales no son casuales sino que responden a las particularidades históricas del sistema colonial. Añade un examen de los futuros acontecimientos que tendrán lugar en la convulsa y cambiante América, nacida en el escenario de las revoluciones que pusieron fin al dominio colonial, y no deja de lado el estudio de las consecuencias   de la guerra de independencia, sus ventajas para el continente europeo.

En ella también cuestiona la posición adoptada por los Estados Unidos ante la falta de experiencia de nuestras naciones y nos enseña que debemos ser críticos ante nuestros propios errores cuando indica que algunos gobernantes han adoptado sistemas de gobierno que se oponen a los intereses de los americanos.

La parte medular de esta magnífica misiva es que llama nuestra atención acerca de la imperiosa necesidad de luchar por la integración de los países americanos.

Como podemos ver este escrito posee la virtud de mostrarnos un método para estudiar la realidad y en ello reside su vigencia y puede muy bien guiar nuestra reflexiones respecto de la problemática de nuestra América y los desafíos actuales, tal como lo comprendió el conductor de la gesta latinoamericanista Hugo Chávez Frías, quien inicia en 1999 la segunda etapa de nuestra emancipación, en la defensa de nuestra identidad, de una independencia real, de un proceso auténtico de descolonización.

El documento también nos permite entender, y esto es uno de sus grandes aportes,   que no ha servido de mucha la independencia si no tenemos la fuerza que nos da la unidad, específicamente ante el papel y la amenaza de Estados Unidos como el imperio naciente y poderoso para nuestro continente.

Finalizo mi intervención citando a Bolívar:

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación…  Acaso solo allí podrá fijarse algún día la capital de la Tierra, como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio!”.

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