Por: Hugo Noé Pino
Cuentan, a manera de anécdota, que durante los años 50s y 60s del siglo pasado usted iba a la Embajada de Estados Unidos a solicitar una visa, y los funcionarios del consulado le preguntaban qué tipo de visa quería, si de turista o de residente, y la extendían fácilmente. Aunque esto no fuese cierto, la verdad es que hace cincuenta años la situación migratoria era más fácil.
Lo que hemos presenciado esta semana con la caravana migratoria es la dramática situación que vive día a día el pueblo hondureño. La situación económica y la violencia son dos de los factores que señalan la mayoría de los entrevistados como las razones principales para dejar el país y tratar de llegar a Estados Unidos, y de no poder, quedarse en México. La caravana nos mostró a todos, que aunque cerca de noventa mil compatriotas fueron deportados el año pasado por los Estados Unidos, y un número más alto salió de Honduras, una imagen habla más que mil palabras.
La reacción de los hondureños ante esta situación ha sido diversa: para muchos, incluyéndome, hemos experimentado una profunda tristeza mezclada con indignación. ¿Cómo es posible que el suelo que nos vio nacer, dónde hemos crecido, donde nacieron nuestros padres, hermanos, hijos, familiares y amigos, sea incapaz de brindar las condiciones necesarias para el bienestar de las familias? Otros, no alcanzan a asimilar qué está pasando y buscan explicaciones de diversa naturaleza, entre ellas la falta de amor a la patria de los migrantes y la falta de emprendedurísmo para salir adelante.
Pero los peores argumentos los levanta el gobierno y los sectores afines, entre ellos los medios de comunicación corporativos (agradeciendo el no pagar impuestos), que sostienen que dicha migración es políticamente motivada, que están pagando cinco mil dólares a los coyotes, y lo último, que en ella se esconden peligrosos criminales que se quieren fugar de Honduras.
Si quieren conocer los motivos de la migración solo repasemos algunas cifras: 6 de cada 10 hondureños están o abiertamente desempleados o subempleados (no llevan a su caso suficiente dinero para cubrir sus necesidades); 6 de cada 10 jóvenes entre 15 y 18 años no termina la secundaria; el 20% de la población con ingresos más altos recibe el 54% del ingreso nacional, mientras el 20% de ingresos más bajos solo recibe el 7.8%; grupos económicos vinculados al poder político reciben exoneraciones fiscales que ascienden a 35 mil millones de lempiras de acuerdo a SEFIN, mientras en los hospitales no hay medicinas, las escuelas y colegios tienen serios problemas en sus edificaciones, y la seguridad social es inexistente.
Además, establecen aumentos a los derivados del petróleo semanalmente, a las tarifas eléctricas, al peaje, a la tasa vehicular, a la bienes inmuebles, al impuesto a los derivados del petróleo y privatizan los servicios públicos. Esto no es un huracán en contra de la población, es un tsunami. La única forma que el pueblo se podía expresar libremente fue en las urnas, y ahí le robaron, con el escandaloso fraude electoral, el oxígeno que está democracia de fachada tenía.
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Por lo tanto, no sean hipócritas señores, a ustedes no les duele que niños, mujeres y ancianos vayan en esa caravana, lo que no les gusta es ver en sus noticieros las imágenes reales de la verdadera Honduras. Porque a ustedes, que se benefician de este sistema económico, político y social, lo que más les interesa es su bienestar personal. Lo que está en crisis no es que a un grupo de hondureños se les engañe, como se quiere hacer aparecer, lo que está en crisis es un sistema político opresor que solo beneficia a los que más tienen. Ni con todos los ejércitos del mundo van a parar la migración si las condiciones actuales en Honduras se mantienen.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
4 respuestas
Radiografía
Fuera joh
Dicen los Medios y Corporaciones, los exonerados de impuestos, que los que migran pagan hasta 5,000 dólares (más de 120,000 lempiras) para irse en las caravanas. Con este dinero cualquier hondureño viviría cómodamente. No hayan que historia inventarse para no aceptar que es el corrupto Gobierno el que provoca todo éste descalabro que está pasando.
Sin animo de sonar grocero, 12000 lempiras es practicamente el salario mínimo de un año. Mi pregunta es realmente se puede vivir «COMODAMENTE» con eso, o al menos se puede vivir «Con cierto grado de dignidad», piensenlo bien solo el alquiler de un «Cuarto» no baja de 1500 mensual (hablando de un lugar donde literalmente tendrán un cuarto en un lugar de situación complicada) Seamos realistar, quieren que la gente se quede hagan más fácil poner microempresas y educación, no trabas para poder montarlos.