Jugando a ser payasos: yo actúo, tu actúas

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Por: Martha Ynestroza CRITERIO

redacción@criterio.hn

Tegucigalpa. Será que muchas veces nos acomodamos a lo que aprendemos, o quizás en el camino encontramos las maniobras y los compinches; o somos conscientes que el ser humano es detractor, pero al tener conciencia de uno mismo y la sociedad en conjunto, podemos cambiar nuestros patrones y ser racionales y actuar con verdadera equidad, utilizando la garantía de la honestidad, no con máscaras, más bien con naturalidad.

Y entonces jugamos a ser SERIOS o PAYASOS; a dar una imagen que hace credibilidad hacia los demás, pero es un anzuelo para perpetrar las ilícitas intenciones que acompañan nuestro diario y, sobre todo, el gran juego de ajedrez en el que nos involucramos.

Por supuesto que hay buenas intenciones, pero es que las personas en la sociedad, están integrados por familias; ésas que nos muestran de una u otra forma un camino. Claro que hay una descomposición social, por muchos factores, políticos, económicos ambientales, culturales etc…

Estamos vinculados a características del medio en que vivimos, es decir, no sé es una reina, por ¡vivir en un residencial con vigilancia privada! No se puede determinar que una persona sea, ladrón o ladrona, porque no anda de corbata o con tuxedo.

Entonces, ¡qué tan creíble somos ante los demás, y que realmente somos!

Soy, Luego Actúo.

Un bebé nace no sólo con la perspectiva de “madre” o “lenguaje” sino también con la anticipación de “actuar”; el niño está genéticamente preparado para copiar comportamientos de los que será testigo.

La primera representación teatral de la que disfruta un niño es cuando su madre le hace el cucú, con una almohada. ¡Ahora me ves, ahora no me ves! El bebé gorjea aprendiendo que esté, el más trágico de los sucesos, la separación de la madre, puede prepararse y afrontarse desde la comicidad, con teatralidad.

El bebé aprende a reír ante una separación potencialmente aterradora porque, en esta ocasión, no será real. Mamá reaparece y ríe… por lo menos esta vez. Después de un tiempo, el niño aprenderá a ser el actor, con los padres como público; el juego evolucionará en el más sofisticado “escondite” en el más sofisticado “escondite “como muchos intérpretes.

Desarrollamos nuestra identidad interpretando papeles que vemos hacer a nuestros padres y expandimos nuestra identidad.

No sabemos quiénes somos. Pero sabemos que podemos actuar. Sabemos que hay una calidad mayor en nuestras representaciones; no se les puede enseñar a los niños como actuar tal o cual situación porque ya lo hacen… No serian humanos si no lo hicieran…Siempre hay un bloqueo entre lo que decimos y nuestra habilidad para decir lo que sentimos. Cuanto más deseamos reducir este vacío, y cuanto más queremos decir “la verdad”, más amplio se vuelve el perverso hueco.

Vivir bien significa actuar bien. Cada momento de nuestra vida es una representación teatral. Incluso nuestros momentos más íntimos tienen un público de al menos una persona: nosotros mismos.

Somos las personas que actuamos, pero tenemos que actuar bien, y con un sentido profundo de “autenticidad “en nuestras actuaciones. Pero ¿autenticidad con respecto a qué? ¿Mi verdadero yo interior? ¿Autenticidad ante lo que siento, deseo, o debería ser?

La interrelación entre nuestro cuerpo y el mundo exterior se hace más sensible e intensa. Recordamos con exactitud el lugar en el que escuchamos noticias que nos impactan… No es extraño que tanta gente recuerde, no solo cuando, sino dónde escucharon que el presidente Kennedy había sido tiroteado.

El actor depende completamente de los sentidos; son nuestra primera etapa en nuestra comunicación con el mundo. La imaginación es la segunda.

Sólo la imaginación puede interpretar lo que nuestros sentidos transmiten a nuestros cuerpos. Es la imaginación lo que nos permite percibir. Efectivamente, nada en el mundo hasta que somos capaces de percibirlo. Nuestra capacidad para imaginar es tan imperfecta como gloriosa, y solo prestarle atención puede contribuir a mejorarla.

Decía Charles Chaplin: “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso canta, ríe, baila intensamente llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes de que el telón baje y termine la obra sin aplausos”.

El mundo es un giro, en el cual podemos hacer muchos actos de valoración al ser humano, también desvalorarlo. Todo lo que podemos hacer, va más allá de la naturalidad, un saludo, un deseo sincero una trama para derrocar un imperio, tener un pueblo en la mentira mientras me robo su riqueza, con la mejor sonrisa.

Artista hondureña.

Siga esta noticia en Twitter: @criteriohn.

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