Tegucigalpa.-El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (socialista), y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias (izquierda) anunciaron este martes un acuerdo para formar un Gobierno de coalición progresista, condicionado a que los socialistas obtengan los apoyos necesarios para la investidura.
Iglesias dijo que el pacto es para constituir “un Gobierno de coalición progresista” y calificó el acuerdo de “vacuna ante la ultraderecha”. Sánchez, por su parte destacó que es necesario un “acuerdo con urgencia” para que el Gobierno eche a andar cuanto antes y que este sea “rotundamente progresista”. Finalmente, ambos líderes escenificaron el acuerdo con un abrazo.
Lo que fue imposible durante seis meses se desbloqueó en menos de 48 horas. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias alcanzaron este martes un acuerdo para formar un “Gobierno de coalición progresista”. Iglesias será finalmente vicepresidente del Ejecutivo —algo que parecía imposible en primavera—, y se trata de un acuerdo “sin vetos”, coinciden fuentes socialistas y de Unidas Podemos, aunque aún no se han negociado todos los detalles de la estructura.
La repetición electoral forzó a Sánchez a aceptar las premisas de Iglesias, que ya avisó de que su retirada de julio no valía si había unos nuevos comicios. Sánchez, que estaba convencido de que mejoraría su posición con nuevas elecciones, se ha debilitado y ha tenido que ceder. El pacto aún no está hecho, porque ahora hay que convencer a los demás socios. Para que salga la investidura, hay que buscar el sí de Más País, PNV, PRC, BNG y Teruel Existe, y aun así todo dependería de que se abstengan ERC y Bildu, que siempre han optado por este voto. Si no quiere depender de esos apoyos, el PSOE necesitaría convencer a Ciudadanos de que se abstenga.
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El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE compareció en torno a las dos y media de la tarde en el Congreso con el líder de Unidas Podemos para explicar los detalles de ese pacto. Al finalizar, y después de seis meses de enfrentamientos durísimos, los dos líderes se han dado un simbólico abrazo y la sala, llena de cargos de ambos partidos y de periodistas, ha explotado en un “oooooooh” casi burlón. Sánchez se negó durante meses a aceptar que miembros de Podemos y en especial Iglesias pudieran estar en el Consejo de Ministros. Durante la campaña electoral lo ha repetido muchas veces. Pero los dos partidos perdieron votos en las elecciones y eso les ha vuelto a todos más flexibles porque en una nueva repetición los socialistas correrían el riesgo de perder el Gobierno.
El fiasco de la repetición electoral, que se habría evitado si este acuerdo se hubiese alcanzado en verano, hizo la negociación súbitamente muy sencilla. “Es tiempo de dejar atrás cualquier reproche”, dijo el líder de Unidas Podemos. “Los españoles han hablado y nos corresponde superar el bloqueo. No pudimos lograr este acuerdo [en julio], aunque estuvimos muy cerca. Somos conscientes de la decepción que eso supuso entre los progresistas”, se justificó Sánchez, que hizo así una rectificación completa de su posición inicial forzado por el resultado electoral. La situación ahora es peor que la de julio, porque ambos suman 10 escaños menos y necesitan el concurso de más fuerzas que entonces, pero existe una mayoría posible que necesitará o no la abstención de ERC y Bildu en función de lo que haga Ciudadanos, a quien el PSOE intentará convencer para que al menos se abstenga.
Sánchez e Iglesias firmaron un documento con las bases del preacuerdo, que adelantó eldiario.es: se trata de un texto con ideas muy generales sobre “la protección de los derechos sociales”, y en el que no figura el reparto de vicepresidencias y ministerios. En el documento tampoco figuran negro sobre blanco la posibilidad de revertir los aspectos más lesivos de la reforma laboral —que ambas formaciones llevaban en su programa para el 10-N— o las subidas de impuestos que pactaron ambos partidos hace unos meses, pese a que ambas ideas están esbozadas en el texto, que sí persigue explícitamente “garantizar la convivencia en Cataluña”, con el objetivo de “fomentar el diálogo” y de “fortalecer el Estado de las autonomías”.
Sánchez aseguró en la firma de ese documento que el objetivo es “desbloquear la situación política, que lleva muchos meses bloqueada en España”. Iglesias calificó el “Gobierno de coalición progresista” como “la mejor vacuna contra la extrema derecha”, y adelantó que ambas formaciones buscarán “alianzas con otros partidos” para sumar mayoría. Tras el apretón de manos con Iglesias, Sánchez afirmó que el pacto permitirá “no solo la investidura sino un Gobierno para la legislatura”. El presidente en funciones iniciará de inmediato una ronda de contactos.
Entre el PSOE y Unidas Podemos suman 155 de los 350 escaños del Congreso. A su pacto es muy probable que se puedan sumar los siete diputados del PNV, los tres de Más País-Compromís —que ya ha mostrado interés en formar parte de ese acuerdo— y uno del Bloque Nacionalista Galego, otro del Partido Regionalista de Cantabria y uno más de Teruel Existe. En total sumarían 168 diputados. Para que Sánchez fuese investido en segunda votación se necesitarían varias abstenciones. Con las de los 13 diputados de ERC y los cinco de EH Bildu bastaría para desbloquear la situación. Las hipotéticas abstenciones de los 10 parlamentarios de Ciudadanos no bastarían si no entran en esa fórmula los independentistas catalanes o vascos. Estos últimos, que ahora han pasado a cinco diputados, siempre se han abstenido.
Con información de Diario El País
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