Honduras en la encrucijada: creer o no creer

Ricardo Arturo Salgado

Por: Ricardo Arturo Salgado

Muchos de los problemas que tenemos hoy  en nuestros análisis (aparte de la falta de construcción colectiva y otros que todos sabemos), se encuentran en nuestro apego a la idea de que la objetividad se centra absolutamente en el conteo de los hechos. De esa forma, no somos capaces de advertir solamente de denunciar; nunca podemos prevenir, siempre lamentar. El campo de la credibilidad ha quedado exclusivamente para el recuento de las víctimas, lo que muchas veces nos aleja de otros escenarios que, en paralelo, en los que se decide nuestro futuro.

Vamos a hacer un ejercicio de análisis, hasta elucubración acerca de lo que sucede en Honduras y lo que estamos por ver, muchas veces en calidad de “innocent bystanders”.

Comencemos diciendo que no existe en Honduras, en este momento, ningún hecho o evento al margen de la política, local e internacional. Los temas centrales que siguen su curso sin las alteraciones que vienen de la opinión pública (entretenida con mil un escándalos), están alrededor del presupuesto nacional de egresos e ingresos para el año 2016, la elección de los nueve magistrados de la Corte Suprema de Justicia, las reformas a la ley electoral y, por supuesto, el tema de la relección. Agenda completa, compuesta de negociaciones, de componendas, de engaños que lleva a la misma situación.

Los otros hechos, que ocupan la total atención de la opinión pública, debido al “generoso” despliegue mediático que se les han otorgado,  encontramos el caso del grupo Continental (manejado convenientemente por los medios como “el caso” de la familia Rosenthal), la corrupción, el tráfico de influencias, el abuso de poder y otros más, revelados como grandes novedades (en un país que vivió siempre en medio de estos males), abordados en su forma y manipulados para crear un ambiente de shock sin consecuencias ( excepto a posteriori, de carácter electoral).

La cuestión de los temas de fondo, como la quiebra del Instituto Hondureño de Seguridad Social (más allá del escándalo, en lo que realmente significa), el descalabro económico, el desempleo (que el Director de Estadísticas con toda desfachatez ubico en el 4%), la violencia (excepto en lo que concierne a las grotescas imágenes que llenan las primeras planas), la militarización de la sociedad y sus nefastos efectos, y muchos más, permanecen bastante alejados de la opinión pública, lo suficiente como para que “que no existan”.

Por otro lado, los famosos “indignados”, ahora se dedican a hacer lobby internacional, entre las más altas esferas del gobierno norteamericano. Van al capitolio o al departamento de estado, sin faltar la OEA de Almagro (más burda que nunca). Además, regresan al país con “estupendas” noticias sobre el apoyo de Congresistas que impulsan la CICI para Honduras, lo que, por supuesto, tiene amplia divulgación a nivel nacional, en los medios de la clase dominante.

La lucha social vive sus momentos más difíciles, sumida en el desprestigio debido a la entrega sin reservas al sistema por parte de muchos de sus líderes, y víctimas de la persecución más feroz de la historia del país. El Frente Nacional de Resistencia Popular mantiene su actividad, buscando construir organicidad a partir del trabajo político, pero con poco éxito cumpliendo su misión de potencial vanguardia de clase. Perjudica, como siempre, la falta de unidad, que muchas veces procede de grupos “izquierdistas” cuyo aparente fundamentalismo solo sirve de velo para ocultar agendas particulares (en unos casos) o la más terrible falta de comprensión de la realidad (en otros).

Ahora bien, el actor eterno; al que por “obsoleto” no queremos llamar por lo que es, el imperio, se mantiene muy activo; jugando, como nunca, el rol central en el devenir del país. Tan activo está, que uno de los primeros implantes en el imaginario de la sociedad ha sido la idea de que ellos son una especie de justicieros que terminarán con nuestros males, y, sobre todo, con “los malos” de esta película.

En medio de esta mezcla de hechos y actores, nos plantea un gran reto: entender qué es lo que viene en Honduras. Para ello tenemos que acudir a todos los recursos posibles; tenemos que dejar de ser contadores de desgracias, y pasar al uso efectivo del pensar. Claro, cuando se hace desde la individualidad, todo se carga de mucha subjetividad, de sesgo, pero, al menos se abren puertas para el debate, y, quizás, para que muchos dejen su carácter contemplativo, y pasen a la acción política que permita trascender los designios del sistema.

¿Qué quiere hacer el imperio en Honduras? No nos detengamos en lo que muchos hemos repetido hasta la saciedad. Parece que la construcción política actual apunta claramente a “estabilizar” (algo que para ellos no significa lo mismo que para nosotros), poner en calma las aguas que no pudieron adormecer tras el golpe de estado de junio de 2009. Esta estabilización es necesaria para enfocar sus baterías (de guerra) contra el ALBA, de inmediato contra El Salvador, asegurar que el FMLN no renueve su mandato, y sabotear la Nicaragua Sandinista, pieza clave en la construcción de integración regional y continental.

La normalización que requiere el militarismo gringo,  no se puede cumplir bajo las condiciones actuales de Honduras; la medicina no puede ser la misma que en Guatemala. Primero, porque la clase dominante se encuentra fraccionada y en franco enfrentamiento que la hacen entrar en una crisis que de momento no se controla. Segundo, porque la encarnizada disputa de intereses de la burguesía local, traen consigo un alto nivel de ingobernabilidad que hace peligroso el fortalecimiento de una visión política nacionalista, incluso entre las Fuerzas Armadas.

Podemos estar seguros que las sacudidas que afectan a Honduras en estos tiempos no tienen nada que ver con la terminación de la corrupción, ni con la erradicación del tráfico de drogas o la guerra contra el crimen organizado y sus cabecillas paramilitares (inoculados en nuestra realidad por los mismos gringos). Tampoco debemos pensar, ni por un instante, que las acciones conducen al surgimiento de un sistema más humano, más igualitario que nos llevara a vivir mejor, eso jamás. Si de algo se trata esto, es justamente de una operación quirúrgica para evitar cualquier cambio en la implementación del neoliberalismo más cruento en nuestro país.

Es también vital olvidarnos de la ingenua creencia de que los halcones norteamericanos están descontentos con la administración de Juan Orlando Hernández. Este ha sido totalmente sumiso a lo que le dictan desde el norte, y cumple a pie juntillas todas las instrucciones, incluso cuando se ha tratado de liquidar muchos de sus propios aliados (no solo políticos). Además, su consejero y padrino político, el expresidente liberal Carlos Flores Facussé, es pieza clave de los norteamericanos en Honduras hace muchos años, y hoy sortea con dificultades la dura tarea de mantener a flote el bipartidismo. Claramente, el bipartidismo de hoy carece de liderazgo partidario, esta fundido bajo la dirección de este pernicioso personaje.

Diríamos que  la cuestión central hoy se centra en encontrar la forma de resolver la crisis política iniciada hace seis años, avanzar en la profundización del modelo y racionalizar la crisis de la gran burguesía racional a un nivel controlable. Para ello se deben eliminar todos los elementos anti sistema surgidos en el proceso (recordemos que hablamos desde su perspectiva, aunque estamos claros que no son infalibles ni invencibles). Para este propósito, es imperativo mantener el sistema electoral, lo que hace, al menos en este momento, impensable un Golpe de Estado contra Juan Orlando Hernández.

Además, el proceso electoral deberá ser presentado como ultra democrático, para acabar con la polarización que mantienen crispación a la sociedad hondureñas, y que amenaza con convertirla en un sujeto histórico activo. De ahí que sea tan importante crearle una serie de sensaciones que en colectivo impliquen su desmovilización efectiva (aunque sea a través de la indignación inofensiva). Eso hace prever que la sucesión de escándalos públicos fabricados hábilmente, proseguirá todo el 2016, al menos. Mientras el pueblo este enojado, indignado, asustado, será siempre más proclive a ser manipulado que ha pensar, y se mantendrá convenientemente despolitizado, creyéndose neutral, lejano a la ideología.

En un ambiente de múltiples colores, con opciones no son en realidad de carácter ideológico-político, la estrategia tratara de crear una opción “potable” para enfrentar la posición claramente anti sistémica y pro integración latinoamericana que representa LIBRE. Naturalmente, en la medida que avanzan en su estrategia “normalizadora”, proseguirán los interminables ataques y sabotajes contra el Libertad y Refundación, tratando de minar incluso su potencial capacidad de reunir los intereses políticos de la clase media y de los movimientos sociales.

Por ahora, y en animo de desarrollar mejor las ideas, diremos únicamente que la visión implementada por los gringos, parece apuntar a uno de tres escenarios, algunos que serían rechazados de inmediato por muchos por inverosímiles (en la coyuntura actual):

La Reelección: Que supondría el continuismo de Juan Orlando Hernández, y el desmantelamiento practico del Partido Liberal de Honduras, en su cúpula (no olvidar que los dos partidos tradicionales son guiados por la misma cabeza). Aquí la tarea es compleja, por el desgaste de dos administraciones nacionalistas, más el golpe de estado contra el ex presidente Zelaya, que en este, como en todos los escenarios luce como el adversario a vencer, ya que mantiene elevadísimos niveles de aceptación, es políticamente habilidoso y, sobre todo, puede captar mucho del voto liberal a la deriva que rechaza el contubernio y sometimiento al Partido Nacional. A pesar de todo, esta parece ser en la coyuntura presente, el escenario más posible.

El surgimiento de un “outsider”, cuyo perfil ya está en construcción, en medio de la confusión de los escándalos. No será de extrañar que para desterrar el tema político se dedique gran esfuerzo a la bandera anticorrupción, y se recurra a un discurso menos anticomunista y cargado de acusaciones por todos los males existentes a los políticos.

La recuperación del bipartidismo (en las dos anteriores ese bipartidismo muere de facto). Para ello hay que crear una imagen, un símbolo de rebeldía, de lucha y que represente a la clase dominante. Esa opción no surge del Partido Nacional; debe forzosamente salir del Partido Liberal de Honduras, cual ave fénix, venciendo todos los obstáculos, incluso los más increíbles. Esa opción ya está también en gestación, y adquiere su dimensión mítica en los medios, todos los días.

Ahora llegamos claramente a entender que las condiciones por las que se preserva el “status quo” en Honduras pasan por su “normalización”; la crisis de gobernabilidad que provoca la lucha de intereses de la clase dominante (incluido narcotráfico, tráfico de personas, crimen organizado, etc.) debe resolverse antes de entrar en la nueva etapa electoral, allá por septiembre de 2016. No existe ningún indicio racional, creíble de que los Estados Unidos provocaran un Golpe de Estado contra Juan Orlando Hernández.

La maquinaria mediática seguirá ocupando un lugar central para la construcción de condiciones de shock que permitan mantener a la sociedad lejos del discernimiento. La misma CICIH es una posibilidad, aunque no para los fines que quienes la reclaman esperan. Si esta llega aquí, será la entrada de una quinta columna anti hondureña, aplaudida por una sociedad absorta e ignorante, cuyo propósito podrá servir bien la Geoestratégia gringa que ha aguantado muy bien los tiempos. Lastimosamente, el tema CICIH todavía lo abordamos con demasiado infantilismo y con una alta dosis de emotividad.

La otra cosa clara, es el debilitamiento extremo en que está sumida la derecha local, que no podrá resolverse de inmediato. Al contrario, es muy posible que las tensiones aumenten hasta el punto de no dejar más remedio a los gringos que tomar partido por una vía y liquidar por la fuerza la otra. En ese escenario, los halcones pueden recurrir a la figura del “estado Fallido”, ya mencionada por John Kelly hace dos semanas, y tomar la idea de una intervención más militar con una presencia suya que permita una renovación ordenada de su hegemonía.

  • Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas
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