Por: Redacción CRITERIO
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Tegucigalpa.-“(…) Estoy convencido de que (…) la verdadera independencia de los jueces está en ellos mismos, en su propia personalidad, en su dignidad, en su valor”, esta frase acuñada en 1998 tiene el sello de un entrañable hombre que dejó huellas en la endeble justicia hondureña.
El corazón de ese ser humano extraordinario dejó de palpitar este martes 6 de octubre a sus 82 años, a causa de un problema de salud que lo aquejaba desde hace varios meses y aunque José María Palacios Mejía, se adelantó en ese viaje sin retorno deja su legado a muchos hombres y mujeres de leyes que acogieron sus consejos y conocimientos.
“Hablar de Chemita es hablar del derecho, de una institución, hablar de Chemita es hablar de una leyenda, es una gama de virtudes muy difíciles de encontrar en un ser humano. Honduras ha perdido un gran hombre, ha perdido un profesional brillante del derecho, fue el primer penalista que hizo exhumación de cadáveres en el país”, dijo Miriam Mejía, abogada y prima del hoy difunto.
“Maestro”, le decían muchos, entre ellos quince profesionales del derecho que en fechas pasadas, bajo la coordinación del magistrado Jacobo Cálix, robaron varias horas a sus ajetreadas vidas para escribir los textos que integran el libro “Temas de derecho penal”, con el que le rindieron un merecido homenaje al querido “Chemita” Palacios, como cariñosamente le llamaban sus amigos.
Mediante un escrito, el académico Miguel Calix Martínez, nos relataba que el Intibucano de nacimiento y abogado por vocación e ilustre exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, agradeció el reconocimiento con la proverbial humildad que le caracterizaba: “Mantuvieron en secreto lo que hacían, porque sabían que yo les hubiera convencido de no llevarlo a cabo”, dijo en aquel momento Palacios Mejía.
Abrumado por los aplausos y las muestras de sentido afecto, el maestro contó a los y las presentes sus inicios en el azaroso camino de las leyes.
Contó que estaba destinado a ser abogado como su padre y que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, compartiendo aulas con miembros de una de sus más destacadas promociones: la “Alejandro Rivera Hernández”, llamada así en honor al recordado jurista nacional.
Chemita siempre se distinguió desde las aulas de la Alma Mater por ser uno de los mejores alumnos y una vez que egresó demostró por décadas, en los pasillos y mostradores de juzgados y tribunales, donde actuó como acusador y defensor, su apuesta por las causas justas.
“(…) Estoy convencido de que (…) la verdadera independencia de los jueces está en ellos mismos, en su propia personalidad, en su dignidad, en su valor”. J. M. Palacios, 1998.
En su incasable lucha por la justicia, se convirtió en magistrado de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia en el período 1998-2002, en momentos en que Honduras se aprestaba a unos de sus reformas procesales más importantes de su historia.
Convencido de lograr cambios importantes en la jurisprudencia nacional, le apostó y aportó sus ideas al actual Código Procesal Penal, que aunque no ha sido la solución a los múltiples problemas, ha contribuido al estudio de la disciplina penal, a la formación de nuevos y mejor preparados abogados y abogadas penalistas.
El penalista participó en importantes comisiones que se conformaron en Honduras, una de ellas fue la investigación de violación a los derechos humanos, durante las desapariciones forzadas y en la comisión de juristas que recomendó crear el Ministerio Público y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos.
También fue catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y era militante del Partido Liberal, líder notorio de la institución política por su compromiso con las bases y autoridades.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas