Por: Irma Becerra
Si hacemos un enfoque filosófico universal de la economía globalizada del mundo de hoy, veremos que el viejo enfoque marxista-leninista con su concepto de clase social, división y lucha de clases resulta ya demasiado reduccionista, rígido y esquemático para analizar y comprender el resurgimiento de los actuales actores sociales, políticos y económicos, sobre todo de la resistencia ciudadana mundial, que, en la actualidad, se conforma de los pueblos, las poblaciones alzadas, la persona humana, los individuos de buena fe y en fin, todos los seres humanos responsables y conscientes del planeta Tierra.
Ahora la historia no la hacen las clases sociales, las castas tribales o los estamentos rígidos, sino los distintos grupos de ciudadanos de avanzada y los seres humanos responsables y conscientes como las mujeres que están denunciando en todo el mundo los casos de abuso y acoso sexual, denunciando a sus perpetradores y a los cómplices que les hacen comparsa y los encubren.
La dialéctica interna de la sociedad contemporánea ya no necesita de una sola vanguardia de clase como veía el marxismo-leninismo en la clase obrera, porque ahora es toda la población trabajadora la que lleva la batuta en la protesta social. Hoy en día, hablamos de trabajadores (como los de la maquila) y campesinos de amplio origen y lugares de trabajo como la fuerza indígena, la fuerza ambientalista, u otros participantes urbanos como la fuerza estudiantil, la fuerza de la juventud y los adultos mayores con espíritu joven, la fuerza de la diversidad sexual, etc., en fin, muchas y múltiples fuerzas de vanguardia organizada basada en la dialéctica cultural entre identidad y diferencia, porque el centro de la lucha mundial ya no es simplemente económico y político sino de precisión intercultural del ser humano por encontrar un lugar definido moralmente en el mundo.
No en vano estamos hablando ya de empresas multinacionales y de la aplicación de la “inteligencia cultural y ética” en las empresas del siglo XXI para tener éxito en los negocios. Eso significa el desplazamiento de las oligarquías financieras (ligadas a los bancos y que hacen negocios con el Estado) y dependientes, y representa, además, una reestructuración del papel ingerencista del Fondo Monetario Internacional con sus políticas neoliberales de ajuste estructural que solo ajustan los cinturones a las poblaciones de los países donde son aplicadas, porque las élites locales corruptas con sus oligarquías monopolistas y sus burguesías antipatrióticas, por incapacidad de competir internacionalmente, se van por el camino fácil de la corrupción política y moral, sin ajustarse ellas mismas ya que la verdad es que no quieren el desarrollo de ningún tipo porque la pobreza y la violencia son un gran negocio. Pero la evolución humana las está dejando atrás.
Para el caso, en Honduras tenemos una burguesía terrateniente nacional dependiente y antipatriótica que ha vendido y sigue vendiendo los recursos naturales del país a las transnacionales, y que junto a la oligarquía financiera de origen árabe-palestino mantiene el mercado interno cautivo y se niega a modernizar la economía nacional interculturalmente. Pero ya no es necesario tener una burguesía nacional para que exista movimiento obrero sindicalizado, ante los miles de asalariados empobrecidos que dicha burguesía oligárquica mantiene en su poder. Ello, porque ahora el movimiento ciudadano en su conjunto ha desplazado a la misma clase obrera y ya vuelve innecesaria la existencia de una burguesía nacional como condición previa de la transformación revolucionaria del país. Ese movimiento gigantesco viene porque ahora es el individuo ciudadano el protagonista con poder de denunciar como se está haciendo en el seno de la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica; o en el movimiento de jóvenes reclamando sus derechos; o en el movimiento ciudadano mundial por parar los asesinatos selectivos en las distintas profesiones y gremios, etc.
Ahora hay más posibilidad de unificación ciudadana que antes con la clase obrera como única dirigente, al irse superando las fronteras culturales y políticas porque la lucha es universal por el bien de la Humanidad y no solo de un grupo o país. Ya existe una mayor comprensión de la necesidad de preguntar ¿por qué? en historia, por ejemplo, ¿por qué hay guerras?, ¿por qué no existen las guerras justas?, o ¿si el poder es omnímodo o se puede horadar universalmente? En nuestro tiempo se va comprendiendo mejor que el verdadero poder reside en la persona humana como sujeto de cambios auténticos que puede botar presidentes y enjuiciarlos por abuso de poder e ilegalidad, sobre todo si se organizan las personas siguiendo el derecho a la desobediencia civil movilizada para organizar la economía nacional de forma intercultural sin perder la raíz histórica de la identidad nacional relevante.
Esto porque las mafias internacionales del tráfico de armas, el tráfico de drogas, la prostitución, la trata de blancas, el tráfico de órganos, el armamentismo nuclear, etc., hace tiempo que se han organizado interculturalmente en los distintos países, por lo que debemos hacer frente a esa falsa interculturalidad entre corruptos y corruptores con la fuerza de la cultura relacional de humanización y democratización de la economía en resistencia para atacar de raíz la dependencia emocional, sicológica y económica de las personas de esos flagelos y destruir para siempre al capital parasitario del mundo con sus mecanismos sádicos de organización social.
Eso se logra aprendiendo a decir no en historia y rechazando de forma contundente a los que plantean que para dicha situación de falsedad existencial no hay alternativa. El Movimiento Ciudadano Mundial alza el vuelo a la velocidad del halcón hacia el destino manifiesto de la Humanidad que vence humildemente a la soberbia.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas