Por: Tomás Andino Mencía
El conflicto entre Estados Unidos e Irán ha escalado a un nivel superior el pasado 3 de enero de 2020, con el asesinato del cuadro número uno de la Fuerza Armada iraní, el General Qasem Soleimani y el estado mayor de la milicia chiíta iraquí. Sin embargo, la información circulante es muy segmentada y no permite tener una visión de conjunto del proceso en curso. Este es un intento de hacer una mirada global que considera el contexto y los antecedentes para entender hacia dónde se mueve la situación y sus probables consecuencias.
LOS INTERESES QUE ESTÁN EN JUEGO EN EL CONFLICTO EE. UU.-IRÁN
Medio Oriente es una región del mundo clave para la industria y comercio internacional tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea, por la existencia de inmensas reservas de petróleo y gas natural que históricamente las grandes transnacionales han explotado a sus anchas. A partir del siglo XXI esa región ha pasado a ser también importante para los emergentes países industrializados como China e India, que no son productores de petróleo y que necesitan importarlo de esa región. Por su parte, Rusia tiene un interés más geopolítico ya que es próximo a sus fronteras.
Haciendo un poco de historia, el predominio de Estados Unidos en la región fue indiscutible hasta 1979, sustentado en tres pilares: Primero, en el armamento masivo de USA al Estado de Israel, incluso con tecnología de punta y nuclear, país que desde su fundación en 1948 ha sido una especie de “verdugo” o “máquina de matar” para someter a los Estados árabes y al Estado persa (Irán). El segundo pilar fue el colaboracionismo que han practicado ante el imperio gringo las monarquías de Arabia Saudí-Qatar-Kuwait, la monarquía del Sha de Irán, la dictadura militar de Saddam Hussein en Irak y el gobierno de Egipto, traicionando los intereses de sus pueblos. El tercer pilar fue el sometimiento de las naciones rebeldes menos desarrolladas de la región como Palestina y Yemen, entre otras, a Israel y Arabia Saudita, respectivamente.
Sin embargo, esa hegemonía imperial norteamericana fue rota por una primera gran ola de acontecimientos históricos: la Revolución Islámica de Irán en 1979, la primera rebelión palestina o “Intifada” en el año 1984 y la rebelión del gobierno iraquí de Sadam Hussein que invadió Kuwait en 1990. Mediante una salvaje represión el Estado israelita sometió la primera “Intifada” palestina, confinándola a pequeños territorios controlados; y, por otro lado, la rebelión de Sadam Hussein fue sofocada mediante dos guerras sucesivas lideradas por Estados Unidos: una en 1991 y otra en 2001 (“Guerras del Golfo”). El único que el imperio nunca pudo derrotar fue al gobierno independiente de Irán.
IRÁN COMO EJE ANTI-IMPERIALISTA EN MEDIO ORIENTE
En ese contexto, Irán sufrió brutales embates del enemigo imperialista como los siguientes: la provocación de una prolongada guerra de 8 años contra su vecino Iraq, entre 1980-1988; un criminal embargo económico, combinado con atentados terroristas contra sus científicos y funcionarios, en la década de los 90s y la primera década del siglo XXI; y las también criminales sanciones económicas impuestas por la ONU en 2012, a nombre de impedir su programa nuclear (pacífico), las cuales sumergieron en la pobreza y la escasez a ese martirizado pueblo.
No obstante, todas estas estrategias fracasaron. Irán se mantuvo como una enorme piedra en el zapato tanto para el estado sionista de Israel como para las potencias occidentales. Su rica cultura y capacidad tecnológica, su poder militar, la privilegiada ubicación geográfica en el centro del Medio Oriente, que le permite acceso al Golfo Pérsico y al Estrecho de Ormuz, así como sus enormes recursos petrolíferos y de gas natural, hacen de ese país una potencia regional.
Pero la influencia del Estado persa se hizo sentir aún más después del retiro de las tropas norteamericanas del Medio Oriente, ordenada por Barack Obama en 2011. Después de esa retirada, obligada por las consecuencias de la crisis financiera internacional de 2008 entre otros factores, asumió en Iraq un gobierno adepto del gobierno iraní; en Siria el gobierno de Assad se alió con Irán, quien le ayudó a sofocar la oposición armada interna; en El Líbano, el movimiento islámico Hezbolla, también pro iraní, es el poder real; y en Yemen una fortísima insurgencia armada pro iraní, tiene en jaque al gobierno sunnita de ese país y a la misma Arabia Saudita. Por otro lado, China e India han establecido relaciones comerciales privilegiadas con Irán para ser abastecidos de petróleo, mientras que Rusia hace lo propio con el tema del gas natural. En lo monetario, Irán ha sustituido el dólar por el Yuan como divisa para el intercambio comercial del petróleo, siendo esta una de las mayores pérdidas que tenido el dominio del dólar en el planeta.
En suma, Irán es el eje de una alianza de gobiernos antinorteamericanos y anti sionistas en Medio Oriente (Irán-Iraq-Líbano-Palestina-Yemen), apoyados por China, India y Rusia, que ocuparon el vacío político dejado por el retiro de las tropas norteamericana de la región.
Ahora bien, es necesario aclarar que el régimen de Irán no es ni revolucionario ni mucho menos socialista; es un régimen teocrático chiita muy conservador, que administra una economía capitalista mono exportadora de petróleo y gas natural, en la que existe un sector empresarial sostenido por el régimen teocrático en el poder. Es un régimen autoritario en donde el Ayatola Jamenei detenta el poder real, por encima de los poderes formales del Estado. De hecho, los movimientos populares, incluidos los movimientos de mujeres en ese país, chocan frecuentemente con el gobierno iraní por el respeto a los derechos humanos de sus ciudadanos y sobre todo sus ciudadanas. Sin embargo, como los intereses propios de burguesía y burocracia teocrática chiíta lo llevan a chocar con los intereses norteamericanos en la región, Irán se ha convertido circunstancialmente en un estado independiente víctima de una agresión imperialista. En ese sentido, sin defender su régimen teocrático, es justificado apoyar al Pueblo iraní frente a las agresiones del gobierno norteamericano y de las potencias europeas, cuyo predominio en la región tiene resultados mucho peores como lo demuestran los “corta cabezas” del Estado Islámico (apoyados secretamente por Estados Unidos) y de la dictadura saudita, ambos mimados del imperio gringo.
EL GOLPE DE TIMÓN DE TRUMP A LA ESTRATEGIA DE OBAMA
Hasta 2014 la estrategia aplicada por Estados Unidos contra Irán estaba basada en la agresión militar selectiva y el sabotaje, principalmente mediante el uso de drones militares y la actividad de comandos especiales. De hecho, no fue Trump el primero en usar drones sino el mismo Obama (en los primeros cinco años de la era Obama “se produjeron 390 ataques con drones con un saldo de entre 4.000 y 5.000 víctimas mortales”, todos asesinados a control remoto en varias regiones del mundo, incluida Irán). Pero no tuvo buenos resultados porque Irán desarrolló también su propia tecnología anti-drones, con apoyo ruso. Tampoco tuvo éxito la carnicería desatada contra decenas de científicos nucleares iraníes, asesinados por el Mossad israelí y la CIA.
Ante la ineficacia de esta política de agresión practicada hasta entonces, el gobierno de Barack Obama modificó su estrategia orientada a envolver a Irán a través de negociaciones sobre su programa nuclear en el año 2015 en alianza con la Unión Europea, para lograr el objetivo de neutralizarlo. Básicamente el trato era así: las potencias quitaban las sanciones, e Irán se comprometía a disminuir su presencia e influencia en la región y se abría a las inversiones de occidente (programa de privatizaciones). Hasta 2016 el nuevo esquema parecía funcionar para gusto de Obama: Irán demostró que no producía material radioactivo para fines militares y las sanciones fueron levantadas por occidente. Pero con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2016 todo cambio. Este tiro por la borda las negociaciones y se propuso someter a Irán usando de nuevo la fuerza.
¿En qué consiste la estrategia de Trump?
Si se puede resumir en pocas palabras, lo que está en disputa es recuperar a la brava el predominio del imperio norteamericano en el Medio Oriente e impedir que el vacío dejado tras el retiro de las tropas gringas por Obama lo ocupe Rusia o China. Esto es estratégico al largo plazo para el imperio gringo, porque China necesita el paso por esa zona de su gran proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda” y Rusia requiere tener asegurada esa región por motivos de seguridad nacional, pero si Estados Unidos se posiciona fuertemente, estaría en capacidad de bloquear a ambos. Pero para eso el imperio norteamericano necesita sacar del juego a Irán y volver con sus tropas al Medio Oriente, mediante una estrategia que combina el ablandamiento y la fuerza bruta. De esa forma, Estados Unidos contaría al largo plazo con petróleo barato y de buena calidad y bloquearía a sus adversarios.
Los pasos que sigue el imperio en ese objetivo son secuenciales y van en incremento:
En primer lugar, el gobierno norteamericano ha formado una alianza con Israel y Arabia Saudí que acosa y agrede a Irán constantemente, con el disimulo cobarde de la Unión Europea, para obligarlo a retroceder de su presencia e influencia en la región.
En segundo lugar, Trump ha endurecido su postura rompiendo las negociaciones que Obama y los demás gobiernos occidentales sostuvieron con Irán. Su primer paso fue retirarse del Acuerdo Nuclear de 2015, que limita la producción de uranio enriquecido; su segundo paso fue reimponer sanciones económicas comerciales y financieras, amenazando con castigar a quienes osen comerciar con ese país; incluso se ha propuesto boicotear las exportaciones de petróleo iraní, hasta reducirlas a cero, provocando la ira de los Ayatolas.
En tercer lugar, los servicios de inteligencia norteamericanos aprovechan las legítimas expresiones de descontento popular que existen en países aliados de Irán, y en el mismo Irán, para debilitar esos gobiernos y eventualmente sacarlos del poder, quebrando así al eje antinorteamericano en la región. Por ejemplo, en Iraq durante 2019 se desarrollaron enormes movilizaciones contra el gobierno chiita y contra la presencia iraní en territorio iraquí; en El Líbano, las movilizaciones se orientan contra el gobierno y contra la enorme influencia de Hezbola en la vida nacional; en Irán también hubo movilización de la oposición, aunque en menor grado que aquellos países. En suma, el descontento popular que los gobiernos teocráticos e impopulares han despertado en los últimos años es aprovechado para debilitar a los aliados de Irán, y colocar gobiernos títeres a sus intereses.
Y en cuarto lugar, el uso de la fuerza en la intercepción, asalto y secuestro de buques de la marina iraní en aguas internacionales por parte de tropas gringas y europeas; así como los atentados contra naves y aviones iraníes; entre otras medidas.
Sin embargo, los bombardeos a posiciones de la milicia pro iraní en Siria y en Iraq en diciembre 2019, así como el asesinato del General Soleimani y la cúpula de la milicia popular iraquí, indican que el gobierno norteamericano ha escalado a un paso más atrevido: agredir militarmente a funcionarios y milicias pro iraníes con presencia en Iraq y Siria, para provocar una reacción de gobierno persa que justifique, a su vez, un incremento de la presencia militar norteamericana en la región. De hecho, después de las advertencias de Trump de que bombardearía 52 objetivos de haber una respuesta militar iraní, han sido desplegados más de 4 mil marines, así como buques y submarinos nucleares al Medio Oriente.
¿QUE PRETENDE TRUMP?
Los objetivos de la administración Trump no se reducen a un logro electoral, como se tiende a explicar simplistamente, aunque lo incluye. Sus objetivos son más ambiciosos, tanto fuera como dentro de Estados Unidos. Un resumen puede ser el siguiente:
A lo externo de Estados Unidos, busca:
- Estrangular económica y militarmente al gobierno iraní, rodeándolo con una mayor presencia militar gringa en los países vecinos. Eso incluye acorralarlo incluso en aguas del Golfo Pérsico desde donde podría dominar el Estrecho de Ormuz por donde circula gran parte del petróleo de ese país. De esa forma, forzaría un desgaste acelerado de la economía de Irán, país que ya tiene serios problemas internos por tantos años de sanciones económicas y que ha visto surgir una violenta oposición interna recientemente. Es una estrategia similar a la que practico contra el gobierno venezolano, con la ventaja de que Rusia no está dispuesta a jugárselas en este caso como hizo con Venezuela, ya que su economía pasa un mal momento.
- Desestabilizar al gobierno de Iraq, hoy en manos pro iraníes, aprovechando que se encuentra en su momento más bajo de popularidad ya que la oposición ha fortalecido su rechazo a la presencia pro iraní en territorio de Iraq. De hecho, ya tuvo un primer logro con la salida del Primer Ministro de Irak, Adel Abdul Mahdi.
- En la economía: incremento de los precios de los hidrocarburos, beneficiándose el sector petrolero con la especulación de los precios del petróleo.
- Indirectamente también busca provocar un golpe económico a dos potencias rivales (China e India) que dependen de las exportaciones de crudo iraní.
- Darle una razón de ser y recuperar el liderazgo de la OTAN. Muestra de ello, es que Reino Unido también envió buques de guerra al Golfo Pérsico para respaldar a los gringos.
- Y la peor de todas: La reactivación del criminal ISIS o Estado Islámico en Iraq y en Siria para justificar el retorno de las tropas gringas al Medio Oriente. Esta sería una consecuencia indirecta del conflicto y con efectos al mediano plazo, ya que esa poderosa fuerza fascista fue reducida a pequeños grupos que aún son operativos en “zonas cercanas a las ciudades sirias de Damasco, Palmira, Raqqa y Dier ez-Zor, mientras que en Irak tiene presencia en lugares a tiro de cañón de Bagdad, Baiji y Tikrit” (Institute for the Study of War, 2019).
Recuérdese que la derrota del ISIS en Iraq ocurrió gracias a una alianza militar entre las fuerzas terrestres del “Quds”, dirigidas por el asesinado general Qasem Soleimani, y el bombardeo de sus posiciones por la aviación norteamericana, que de esa forma disimulaban el apoyo que le daban en la retaguardia, según confesó la misma Hillary Clinton. El crimen contra Soleimani y contra el vicepresidente de las milicias chiíes iraquíes, Abu Mahdi al Mohandes, rompe esa alianza y da un golpe muy duro al comando estratégico de la lucha contra el ISIS. El cálculo del Pentágono es que el debilitamiento del control del ISIS en Iraq permitiría a este recuperarse y volver a sus andanzas, por supuesto con un suculento apoyo secreto saudita e israelí. Eso explicaría también el “extraño” retiro de las tropas gringas del norte de Siria, donde Trump dejo abandonados a los Kurdos en custodia de miles de combatientes del ISIS detenidos mientras los kurdos deben enfrentar una ofensiva militar de Turquía, así que no sería extraño que esa ofensiva del gobierno turco de Erdogan (que en el pasado entrenó y armó al ISIS) sea una jugada de “compadre hablado”, como parte de esta tenaza que se cierne sobre Irán y sus aliados en la región.
A lo interno de Estados Unidos, la situación creada por el escalamiento del conflicto bélico, le permitiría:
- Justificar el retraso del impeachment que se le sigue a Trump en el Senado, o al menos que este se vuelva muy impopular entre el electorado, al hacerse contra un presidente que esta al frente de un conflicto bélico, algo que tiene mucho impacto en la atrasada conciencia política del norteamericano común. Esto ya lo hizo en el pasado su colega Bill Clinton, quien al ser sometido a un proceso de impeachment (antejuicio) en la Presidencia en 1999, también bombardeó el aeropuerto de Bagdad, obligando al Senado a posponer el juicio.
- Obligar a los demócratas a ir tras sus pasos y así agigantar su imagen. Esto explica la timidez con que ha reaccionado el Partido Demócrata, quienes, a excepción de Bernie Sanders, no han sido contundentes en cuestionar a Trump, a pesar de que el acto de guerra que practicó fue hecho sin aprobación del Congreso. En ese sentido, es muy probable que los demócratas se presten al juego de Trump para no perder votos de cara a las próximas elecciones internas, con lo cual pasarían a la defensiva.
- Reforzar su imagen de “hombre duro” ante el electorado que le dio el triunfo y que aspira vuelva a dárselo en las próximas elecciones, asegurando así su reelección.
- Tener un buen pretexto para lanzar la industria de la guerra, en un momento de declive de la producción industrial.
Hay que decir que, en este caso, Trump cuenta con una reacción relativamente tímida de China y Rusia, quienes apuestan a la jugada diplomática pero no a involucrarse militarmente en apoyo a Irán, por temor a las represalias económicas de Estados Unidos en un momento en que dichos países atraviesan difíciles situaciones económicas y ya tienen suficientes líos en otras regiones del mundo.
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UNA APUESTA ARRIESGADA PARA EL IMPERIO
Sin embargo, este “paquete” de ajedrez geopolítico es sumamente arriesgado por las siguientes razones:
- Subestima la capacidad de reacción estratégica del gobierno de Irán, el cual está obligado a responder, pero en el terreno y el tiempo que este escoja; siendo en este aspecto muy experimentado.
- Subestima la posibilidad de que su intervención en lugar de dividir a los países árabes y persas más bien los unifique en un gran movimiento antiimperialista.
- El aumento de los precios del petróleo generaría muchas más crisis en el planeta. Recuérdese que en gran medida la actual ola de protestas que recorre el mundo se debe al incremento a los combustibles y a bienes y servicios asociados a estos.
- Una crisis bélica puede disparar la recesión económica que tanto se teme en Estados Unidos, lo cual no favorecería las pretensiones reeleccionistas de Trump y limitaría su propia capacidad para sostener una campaña bélica por mucho tiempo (recuérdese que la recesión de 2008 fue lo que obligó a Obama a retirar sus tropas del medio oriente).
- Un estallido militar no conviene a la Unión Europea, quienes irían casi forzados a apoyarlo, si no es que directamente se niegan a hacerlo, como ocurrió con el intento de Obama de invadir Siria, quedando solo en el conflicto o solo acompañado por los ingleses y otros títeres de menor monta.
- La guerra puede desatarse en el propio territorio de Estados Unidos, con lo cual perdería adeptos en el electorado norteamericano.
- El escalamiento de las acciones militares puede desatar una reacción en cadena que obligue a Estados Unidos a empantanarse en un nuevo Vietnam, pero mil veces peor, en una región del mundo donde es odiado por millones.
- La concentración de activos militares en Medio Oriente debilitaría la capacidad gringa para enfrentar simultáneamente otros escenarios de crisis en el mundo, lo cual puede ser aprovechado por los chinos en su conflicto con Taiwán o Hong-Kong, o los rusos en Ucrania, y así por el estilo.
Dudo mucho que el gobierno norteamericano quiera afrontar este escenario adverso, pero todo indica que Trump ha decidido tomar el riesgo, pues al parecer prefiere tomar la iniciativa que esperar pasivamente ser pulverizado en el impeachment, aunque con ello se lleve la vida de miles o decenas de miles de personas. Sin embargo, también se juega su futuro político ya que si la respuesta del gobierno iraní y de sus aliados en todo el mundo, aprovecha las debilidades de su enemigo, este habrá cavado su propia tumba.
¿COMO SALDRÍA AFECTADA HONDURAS?
- Como país super dependiente de los vaivenes de los precios del petróleo, veremos subir los precios de los combustibles y de toda la canasta básica, ya que aquel afecta el transporte de todas las mercancías.
- Pagar más dólares por obtener petróleo llevará a contar con menos divisas para afrontar la importación de bienes y servicios esenciales para la población como medicamentos, insumos para la industria, alimentos, etc. con lo cual la actividad económica, ya pobre, será aún menor.
- La posibilidad de una recesión económica mundial traería consecuencias desastrosas porque Honduras es muy dependiente de los movimientos que ocurran en la economía de Estados Unidos. Con ello se reducirían las remesas, se contraería el mercado estadounidense para nuestras exportaciones y retornarían más migrantes.
- La narco dictadura de JOH apoyara esta aventura militar imperial en todo foro internacional que se lo pida el Pentágono y además enviaría soldados hondureños a pelear la guerra que desate Trump a fin de quedar bien con este.
En conclusión, es necesario sumarse a las fuerzas que en el mundo denuncian y se oponen a la actitud provocadora y guerrerista de la administración Trump, ya que su triunfo traerá más calamidades a los pueblos del Medio Oriente y a los demás pueblos del mundo, incluidos nosotros en Latinoamérica. Sin necesidad de embellecer el régimen teocrático de los Ayatolas, es hora de unificar a TODAS las fuerzas que en el mundo dicen hoy NO A LA GUERRA IMPERIAL CONTRA IRÁN Y LOS PUEBLOS DE MEDIO ORIENTE.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas