En medio de un enaltecimiento al militarismo, Honduras conmemoró 201 años de independencia
Por: Luis Escalante
Foto portada: Casa Presidencial
Tegucigalpa.- Con los mismos matices de siempre, Honduras conmemoró sus 201 años de independencia en lo que el Gobierno denominó «Fiesta Cívica Refundacional», una celebración que se caracterizó por el enaltecimiento al militarismo y el incumplimiento de promesas.
Después de 21 cañonazos disparados por miembros de las Fuerzas Armadas desde el Cerro Juana Laínez en Tegucigalpa, al filo de las 5:50 de la mañana, la presidenta Xiomara Castro lideró, desde el Parque Central, el evento de izada de la Bandera Nacional.
Allí, acompañada de su hijo y secretario privado Héctor Manuel Zelaya -como durante toda la celebración- y frente a la presencia de cientos de ciudadanos, la mandataria saludó al canciller Enrique Reina, a los ministros de Educación y Defensa, Daniel Sponda y José Zelaya, respectivamente, y al jefe de las Fuerzas Armadas, José Jorge Fortín.
Castro, de esa forma, dio un mensaje claro a la ciudadanía hondureña: la cultura militarista, esa que prometió eliminar al menos gradualmente, continuará perpetuándose.
Así lo había reflejado meses atrás cuando, durante la reformulación que se hizo al presupuesto general de ingresos y egresos, la asignación presupuestaria correspondiente a la Secretaría de Defensa pasó de L 8,464,949,206 (USD 344,601,818), en 2021, a L 9,336,149,156 (USD 380,067,723), en 2022.
Xiomara Castro, la primera presidenta en los 201 años de historia de Honduras, se trasladó al Parque Central donde rindió un homenaje a la estatua del general Francisco Morazán, a quien, de hecho, le dedicó de inicio a fin las celebraciones de la Fiesta Cívica Refundacional correspondiente a 2021.
El alcalde del Distrito Central, Jorge Aldana, y el presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, estaban a su lado durante ese tributo. Eso sí, a diferencia de celebraciones anteriores, quien preside el Ejecutivo no contó con la compañía del presidente de la Corte Suprema de Justicia, en este caso Rolando Argueta, quien sí se reunió con ella durante la primera celebración del inconstitucional Consejo de Seguridad y Defensa durante su mandato, otra señal que evidencia el espaldarazo de Castro hacia el militarismo.
Pero, más allá de ello, las celebraciones tuvieron la misma caracterización de siempre. Los alumnos de primaria y secundaria de los institutos competían por sorprender a quienes presenciaban los actos, quienes, a su vez, eran entretenidos por el salto en paracaídas de miembros de la Fuerza Aérea.
DOS DESFILES SE MANTUVIERON
Al igual que en años previos, hubo dos desfiles simultáneos. Por un lado, las bandas musicales y las palillonas de los institutos recorrieron todo el Bulevar Suyapa, de la capital, hasta llegar al Estadio Nacional «Chelato Uclés».
Mientras que, por el otro, lo hicieron los colectivos del Frente de Resistencia Popular (FRP) y del partido Libertad y Refundación (Libre), en una marcha que contó con la presencia de ahora altos funcionarios del gobierno central, como la ministra de Finanzas, Rixi Moncada, el director del Servicio de Administración de Rentas (SAR), Marlon Ochoa, y el asesor de la Presidencia, el expresidente Manuel Zelaya Rosales (2006-2009), derrocado en un golpe de Estado que dejó a Honduras sumida en índices de pobreza y desigualdad que continúan sin ser superados.
Esta caravana, que recorrió el Bulevar Morazán y que lideró Zelaya Rosales en su clásico Jeep Wrangler color blanco, acompañado de su hija y diputada Xiomara Hortensia Zelaya y el ministro de Estrategia y Comunicaciones, Milton Benítez, llegó hasta el recinto deportivo capitalino portando banderas de Libre y del FRP, en un acto que no fue bien recibido por un sector de los espectadores, quienes lanzaron botellas y bolsas con agua desde los tendidos del Estadio Nacional.
A pesar del opaque durante el ingreso al estadio, el expresidente Zelaya Rosales hizo referencia a la lucha de doce años del FRP y de Libre en las calles, después del golpe de Estado en su contra, en lo que él llamó un triunfo del pueblo hondureño. La Policía en esta ocasión, destacó, no lanzó gases lacrimógenos contra la población.
Allí, en esa movilización paralela, que se realiza desde septiembre de 2009, también se personaron los diputados de Libre, Juan Barahona y Jari Dixon Herrera, y el secretario del Congreso Nacional, Carlos Zelaya Rosales, quien, en representación de los miles de personas que desfilaron, al igual que su hermano, atribuyó al FRP y a Libre ostentar ahora el poder, después de «12 años de narcodictadura».
Entre 2010 y 2022, Honduras fue gobernada por el Partido Nacional, primero con Porfirio Lobo Sosa (2010-2014) y después con Juan Orlando Hernández (2014-2022), durante tres gestiones que se caracterizaron por la corrupción desmedida y el secuestro del Estado por parte del narcotráfico.
Hernández está acusado por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York por el tráfico de 500 toneladas de cocaína, el transporte ilegal de armas de fuego y la conspiración con dispositivos explosivos. Hernández se someterá a un juicio en Estados Unidos a partir de 2023, a pesar de que insiste en su inocencia.
DISCRIMINACIÓN A LA COMUNIDAD LGBTIQ+
Las celebraciones se caracterizaron nuevamente por los desfiles de personas de la comunidad LGBTIQ+, quienes fueron abucheados y silbados a su ingreso al Estadio Nacional «Chelato Uclés», en una evidente demostración de irrespeto e intolerancia por parte de la sociedad.
En días previos, el ministro de Educación, Daniel Sponda, había confirmado que las personas de la comunidad LGBTIQ+ no podrían participar de los desfiles oficiales, esto debido a que el evento organizado por esa secretaría de Estado respondía a un reglamento no modificable.
Las mujeres transgénero desfilan, coincidentemente, desde el golpe de Estado de 2009, ello después del asesinato de Vicky Hernández a manos de elementos militares, en un caso que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó al Estado hondureño, que recientemente aceptó su culpabilidad, por lesas violaciones a los derechos humanos.
MUCHO POR TRABAJAR
El aferramiento a la cultura militarista y la intolerancia, al igual que otras calamidades a las que se enfrenta la mayor parte de la ciudadanía hondureña, evidencian que, a 201 años de la independencia, no se alcanzan los estándares de vida deseados.
Honduras continúa siendo un país violento en el que simultáneamente, desde San Francisco, Lempira, mientras en otros municipios se llevaban a cabo celebraciones este 15 de septiembre, se clamaba justicia para Belkis Molina, una joven de 25 años que permanece desaparecida desde el 21 de julio, a pesar de los esfuerzos de la Secretaría de Seguridad por encontrarla.
«Por qué celebrar y refundar si a Belkis no pueden encontrar», se leyó en una pancarta.
En 2023, el país centroamericano tendrá un cambio de autoridades en la Corte Suprema de Justicia y en la fiscalía general, en lo que representa un rayo de esperanza para las hondureñas y los hondureños, quienes anhelan una modificación en el sistema de operación de la justicia, que se ha caracterizado por su negligencia y la consecuente impunidad.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas