Por: Gustavo Zelaya
Al referirse al personal de la salud que ha pagado con su vida en el combate contra el nuevo coronavirus, muchas personas prefieren hablar de héroes caídos en la lucha contra la pandemia; es indudable que lo son, por su entrega, sacrificio y dedicación al cuidado de miles de personas enfermas; por el riesgoso esfuerzo en salvar de la muerte a miles de fallecidos. Tal vez no se pueda evitar la muerte de más personal de la salud por su diaria exposición al virus; en estos tiempos han caído microbiólogos, enfermeras, enfermeros, laboratoristas, camilleros, aseadoras, extensionistas de la salud y otros seres humanos empleados en los servicios hospitalarios, en los centros de salud, en las clínicas comunitarias, en los laboratorios.
Así como hay tantas muertes que afectan a muchísimas familias hondureñas, también existe mucho dolor y silencio de lo que todavía no se habla tanto, todo ello pone dolorosas marcas, hierro candente en el cuerpo de los dolientes; tanto así, que ni siquiera pueden compartir afectos, abrazos, lamentos, saludos, recuerdos y risas propias de los rituales funerarios, tan importantes en nuestra sociedad. El ritual fúnebre se convierte en la mayor soledad, a veces sólo está la presencia de una persona frente al féretro. Ni siquiera vemos los gestos de dolor y solidario agrado. Y la lista de fallecidos se va a extender. Desgraciadamente no hay forma completa de detener la pandemia.
El régimen de CC-4, más conocido en el bajo mundo como Juan Orlando Hernández, es responsable directo de esas muertes y con él, estan todos los gobiernos que se encargaron de desmantelar el sistema de salud pública; un sistemático proceso privatizador y de putrefacción que no inicia con el actual gobernante, pero que lo profundiza con el saqueo y distintos actos de corrupción en donde el sistema de salud ha sido uno de sus objetivos preferidos, no es el único componente del Estado sometido al saqueo, pero es el que ahora afecta con dureza a la población hondureña. Esto puede verse en el hecho de que en el país sólo hay diez médicos por cada 100 mil habitantes y los funcionarios no se cansan de repetir que se tienen equipos, presupuesto y personal calificado en todo el sistema de salud.
El asalto al Seguro social, la venta de equipos médicos sobrevalorados, la compra de medicamentos falsificados, la planificada estafa de los hospitales móviles disque comprados en Turquía, compras innecesarias de insumos médicos, pagos millonarios por equipos incompletos, el intencional daño de los kits de pruebas en bodegas contratadas por el Estado estropeados por almacenamiento inadecuado, materiales comprados en otros países y que no llegan; etc. De haberse evitado esa extendida corrupción el impacto de la pandemia no sería tan grave, pero la historia no se hace con lo que no ocurrió, no es de ese modo.
Lo que si es cierto es que la corrupción practicada desde el régimen actual, la incapacidad de sus funcionarios ante la enfermedad, la deshonestidad de los funcionarios que aceptaron cargos para los cuales no estaban capacitados, y no sólo los que están al frente de la Secretaría de Salud, es en toda la estructura de gobierno que existen hombres y mujeres solamente capaces de defender su exorbitante sueldo, de activar con cínico entusiasmo para el gobernante y altamente capacitados para presentar excusas técnicas que ocultan su ineptitud; pero la corrupción es aún mayor en el que los nombra sabiendo que apenas son simples activistas políticos disfrazados de técnicos, todo ello es parte de lo que provoca más muerte y dolor en el país. Tal vez hoy tengamos lamentos, y sólo eso; pero ese proceso muy organizado de saquear sistemáticamente el país tendrá respuesta de parte del pueblo; silenciosa respuesta que de alguna forma podrá manifestarse contra la pandilla que mal gobierna.
Contra esas fechorías hay que luchar, es importante señalar y perseguir corruptos, es lo inmediato, pero no es suficiente. En algún momento nos daremos cuenta de que la crisis sanitaria, la quiebra de las instituciones, la impunidad y la corrupción son expresiones de la crisis del sistema. Este es el problema. El sistema que asesina y expulsa personas, saquea los bienes y mercantiliza la existencia humana.
Aquí está parte de las víctimas de ese sistema social, de ese régimen; no los olvidemos a ellos ni a sus familias.
PERSONAL DE LA SALUD VÍCTIMAS EN LA PANDEMIA
- Dr. Héctor Baltazar Hernández
- Dr. Alexis Reyes
- Dra. Denisse Murillo
- Dra. Yamilette Jackeline Morales
- Dra. América Peñalva D.
- Dr. Mario Benítez
- Dra. Glenda Mejía
- Dr. Américo Reyes Ticas
- Dr. Oscar Tavarone
- Dr. Leónidas Romero Rodríguez
- Dr. Gustavo Francisco Carías
- Dr.- Javier Machado
- Dra. Carlene Hurst
- Dra. Fidelia Odeth Andonie
- Dr. Luis Reyes Jerezano
- Dra. Iris Ondina Gallegos
- Dr. Marvin Antonio Yáñez
- Dr. Mario Pavón Moncada
- Dr. Marlon Javier Avilez Rápalo
- Dr. Nasry Handal
- Dr. Carlos Yamil Maradiaga
- Dr. Saúl A. Mayorquín Enríquez
- Dr. Óscar Ney Rivera
- Dr. Carlos Parada
- Dr. Adalberto Mejía
- Dr. Arnold M. Sandoval.
- Dr. Rubén D. Casanova
- Dr. Arnoldo J. Rodas Varela
- Dr. José de Jesús Martínez
- Dr. Tomás Cáceres
- Dra. Patricia Padgett
- Dr. Mauricio Erazo.
- Dr. Pablo Ulloa Cáceres.
- Dr. Obdulio García
- Dr. Alfredo Oseguera
- Licenciada en Enfermería Dinora Pineda
- Licenciada en Enfermería Vilma Merlo
- Microbiólogo Julio César Licona
- Enfermera auxiliar Alejandrina Tejeda
- Enfermera auxiliar Irma Rinel Rodríguez
- Enfermera auxiliar Vicenta Cardoza de Portillo
- Enfermera auxiliar Juana Laínez
- Enfermera auxiliar María Emérita Carrasco
- Laboratorista Elena Flores
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas