Por: Víctor Meza
Es el término con que se identifica ahora a las personas que muestran iniciativas comerciales o empresariales en general, con despliegue admirable de imaginación y tenacidad perseverante, que los convierten en pioneros ejemplares, exitosos negociantes capaces de sobrevivir y salir airosos en medio de tanta frustración y desencanto. Son modelos a seguir.
Si bien los emprendedores ya eran una categoría estamental desde hace algunos años, identificados de tal manera en el discurso cotidiano de la vida económica y social del país, lo cierto es que la pandemia del coronavirus los ha catapultado a un primer plano, destacando sus virtudes y elogiando su persistencia y creatividad.
Las dificultades derivadas de la epidemia, el forzado aislamiento, el cierre de negocios y centros de diversión, la circulación limitada y la parálisis obligada de las instituciones oficiales, sobre todo en la primera fase de la epidemia del virus, han llevado a los emprendedores locales a desplegar toda su imaginación creadora, inventando negocios, desarrollando metodologías tan originales como eficaces para vender sus productos, ofrecer sus servicios, transportar mercancías y, en fin, ingeniárselas para sobrevivir y salir adelante. Su creatividad e inventiva han sido una buena muestra de las capacidades ocultas, la energía subterránea y la capacidad creadora que acumula, a veces sin darse cuenta, nuestra gente.
Medito sobre este estimulante fenómeno social y pienso en aquellos que, con demasiada frecuencia, reprochan al pueblo hondureño su indiferencia claudicante, su paciencia bovina para soportar tanta injusticia y abuso, su aparente vocación de servidumbre y sometimiento. Le acusan por no rebelarse con la fuerza y decisión suficientes para cambiar el estado actual de cosas.
Reconozco que, a veces, la indiferencia prolongada de la masa y su pasividad desconcertante ante las arbitrariedades del poder, nos sacan de quicio y nos orillan al desencanto y la frustración. Generan estados de ánimo deprimentes y desconsoladores, que, al final de cuentas, se traducen en desmovilización y desánimo. Pero, eso sí, no debemos olvidar nunca que esos momentos de desconsuelo son y deben ser pasajeros, tristeza episódica, desánimo breve.
La creatividad que los emprendedores muestran en el área económica, su febril activismo y exitoso desempeño, bien podrían ser estímulos adecuados para reactivar de otra manera la vida política de la nación, traduciendo la energía social de la ciudadanía en fuerza y reclamo político de la sociedad.
Imaginemos por un instante siquiera el impacto que tendría en la vida política de la nación una avalancha ciudadana que reclama derechos, inventa fórmulas novedosas de participación social, remueve fuerzas subterráneas del sistema político y, finalmente, altera la tranquilidad desesperante del status quo actual y crea las condiciones subjetivas para el cambio y la transformación del país.
Al mismo tiempo, preguntémonos sobre la real capacidad del liderazgo político de hoy, todavía atrapado en el ayer, para leer adecuadamente una mutación de tal naturaleza y entender su profundo significado y su enorme potencial transformador. Se que no es fácil digerir correctamente una coyuntura de tal magnitud y trascendencia. Se requiere visión de largo alcance, mirada de faro como dicen, para interpretar con la lucidez suficiente las energías que se encierran en esa capacidad olvidada de la gente simple.
Los dirigentes del sistema de partidos, especialmente aquellos que realmente están comprometidos con el cambio y la renovación republicana de la patria, devienen obligados a analizar estos fenómenos y reflexionar sobre el potencial político escondido tras el éxito y creatividad de los emprendedores económicos.
No es una tarea fácil, por supuesto, pero nadie negará que es una tarea que exige solución necesaria. No basta con acusar a los ciudadanos por su supuesta o real indiferencia. No se debe olvidar que la indiferencia social y política, suele tener su origen en la falta de diferencia entre las soluciones propuestas por el liderazgo político. A menor diferencia en las propuestas electorales, mayor será la indiferencia de los electores. A lo mejor, ha llegado la hora del emprendedor político.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas