Por: Guillermo Serrano
¡Sí, tuvo un sueño! Eso perteneció a Martin Luther King Jr., y fue (y es) difícil de cumplir, o, mejor dicho, de transformar en una realidad en la cultura y la sociedad estadounidense de hoy.
Somos testigos de la discriminación y la violencia contra todas las minorías y en especial contra los negros. Las estadísticas nos muestran las disparidades en salarios, prestaciones y avances en la carrera profesional o académica cuando hablamos y comparamos blancos y negros…
Algunas personas “conformistas” dirían que los afroamericanos están mejores hoy que la forma en que fueron tratados sus antepasados hace cien años. Pero esa declaración simple y sin fundamento suena pobre, muy pobre cuando estamos hablando de equidad, especialmente, si queremos poner en práctica la Declaración de Independencia, que dice: «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos Derechos inalienables, que entre estos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.
Martin Luther King, en su empeño por hacer justicia a la población negra segregada de los Estados Unidos de América, se encontró con todo tipo de adversidades, incluyendo golpes, intentos de asesinato y encarcelamiento en varias ocasiones.
King fue un ávido partidario de los derechos de los nativos americanos. Los nativos americanos también fueron partidarios activos del movimiento de derechos civiles de King, que incluía la participación activa de los nativos americanos. De hecho, el Fondo para los Derechos de los Nativos Americanos (NARF, por sus siglas en inglés) se inspiró en el Fondo para la Educación y la Defensa Legal de la NAACP. El Consejo Nacional de la Juventud Indígena (NIYC) apoyó especialmente las campañas de King, especialmente la Campaña de los Pobres en 1968. En el libro de King “Por qué no podemos esperar”, escribe:
“Nuestra nación nació en un genocidio cuando abrazó la doctrina de que el estadounidense original, el indio, era una raza inferior. Incluso antes de que hubiera un gran número de negros en nuestras costas, la cicatriz del odio racial ya había desfigurado la sociedad colonial. Desde el siglo XVI en adelante, la sangre fluyó en las batallas por la supremacía racial. Somos tal vez la única nación que intentó, como cuestión de política nacional, aniquilar a su población indígena. Además, elevamos esa trágica experiencia a una noble cruzada. En efecto, aún hoy no nos hemos permitido rechazar ni sentir remordimiento por este vergonzoso episodio. Nuestra literatura, nuestras películas, nuestro teatro, nuestro folclore, todos lo exaltan”.
King nunca se negó a afrontar aquellos tiempos que parecían que todos los esfuerzos y batallas estaban perdidas. Comprendió que había sido elegido para una gran tarea e hizo todo lo posible para lograrlo.
King pronunció un discurso de 17 minutos, más tarde conocido como «Tengo un sueño». En el pasaje más famoso del discurso, en el que se apartó de su texto preparado, posiblemente a instancias de Mahala Jackson (una cantante de música gospel estadounidense, ampliamente considerada como una de las vocalistas más influyentes del siglo XX), quien gritó detrás de él: «Diles a ellos sobre el sueño!»
Así, Martin Luther King Jr., entra en la historia de los discursos más recordados de la historia, diciendo: “Os digo hoy, mis amigos, que, aunque nos enfrentemos a las dificultades de hoy y de mañana, todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño americano.
Tengo el sueño de que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: «Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales».
Sueño que un día, en las colinas rojas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos podrán sentarse juntos a la mesa de la hermandad.
Tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia, y que se sofoca con el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia.
Tengo el sueño de que mis cuatro hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.
Yo tengo un sueño hoy.
Tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador con los labios goteando con las palabras de interposición y anulación; un día, allí mismo en Alabama, los niños negros y las niñas negras podrán unir sus manos con los niños blancos y las niñas blancas como hermanos y hermanas.
Yo tengo un sueño hoy”.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas