Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Se justifica el improperio. También es un desorden. Pero Honduras ante todo es un problema real, un país con un problema o varios, verdaderos; y algunos otros inventados. Hay que diagnosticarlos bien para encaminarnos a resolverlos. Hay divisiones sí; pero eso es histórico y natural, ¿de dónde íbamos a sacar uniformidad? Y, por supuesto, que el mundo es complejo, y los problemas duros son más bien la pobreza y las enfermedades, la ignorancia y la indisciplina, la ineficiencia del estado, la falta de recursos, de compromiso y arraigo de las elites, la ingenuidad de tanta población que no entiende y se deja manipular de unos y otros, o actúa con el más mezquino criterio, la debilidad real de las instituciones, las organizaciones políticas y la falta de identidad, patriotismo, sentido cívico y respeto mutuo, de muchos, incluso funcionarios y magnates.
Los embajadores de los países subdesarrollados en el extranjero tenemos la misión de procurar y atraer inversiones. Nuestros países no cuentan con suficiente capital; el poco que hay, a veces es más cobarde que el extranjero, y solo con la inversión se despega el proceso del desarrollo. (A menos que te dispongas a esclavizar la mano de obra. Eso lo aprendes en cualquiera de las buenas universidades en que han estudiado estos caballeros). Y porque no hemos organizado bien un estado que garantice derechos y provea servicios indispensables. No es tarea fácil atraer afuera apoyos y proyectos de inversión, porque resulta que desarrollados sólo hay una veintena y subdesarrollados somos cien, entre Asia, África, el Caribe y una decena de América Latina, entre los menos desarrollados se cuenta Honduras. Ese es un dato objetivo, que no puedes cambiar a voluntad, como si podemos por consenso modificar con visión y lealtad y sentido del bien común las leyes que afectan la seguridad jurídica, y la rentabilidad de la inversión. Este mundo es de los que tienen, pero los rezagados lastramos a los demás y para crecer nos necesitan.
También hay una multiplicidad de problemas falsos, inventos. Campañas de odio, y de miedo para juegos de poder, las mutuas percepciones distorsionadas, las interpretaciones de los intereses creados y los burocráticos, tretas de manipulación extranjeras, o municipales, declaraciones demagógicas por campañas electorales prematuras que buscan notoriedad, y las provocaciones impolíticas que también dificultan… que se materialicen y atraigan inversiones.
La gente inventa falsos problemas, conspiraciones: que si el gobierno es comunista, está dirigido por el Club de Sao Paulo, y que estamos prestándole a los chinos los puertos del Pacífico para una base naval nuclear, que vamos a perseguir a los árabes hondureños, que aparte de ateos, los miembros de LIBRE somos oportunistas e inmorales, algo que no se dijo nunca de los muy bendecidos narco-dictadores de ayer. Según la oposición radical, una pequeña parte de la población apoya al gobierno, mientras que ella -la contra- representa a la mayoría abrumadora, como se refleja en la votación para El Congreso y la audiencia del Chino W. O si se quiere, el falso contrario, de que como país, hay que atacar a nuestros enemigos que son los estadounidenses y solo nosotros tenemos derecho a hablar y decir cualquier cosa, porque representamos a un 80% de la población, y los otros partidos son ficciones mediáticas, en realidad no tienen más bases que los fondos de los banqueros y los dueños de los medios; los nuestros son los conscientes, los demás no cuentan. Y somos los salvadores de la nación ¿aunque nos neutralicen? ¿aunque no avancemos? ¿Sin importar el sufrimiento de terceros inocentes? ¿O hay que dejar a la gente trabajar?
El reto para superar esas contradicciones está en nuestra cancha, en la del gobierno, simplemente porque asumimos una responsabilidad, dijimos que podíamos. El COHEP no es una mafia; es una asociación civil, como reclama, y una corporación patronal de antiguo régimen, con fuerza, dinero y privilegio; no es representativo porque no representa a 350 mil empresarios que en absoluto nos beneficiamos de sus tretas, ni siquiera representa a los intereses de otras patronales y asociaciones de productores, porque el COHEP se gobierna como corporación con derecho accionario y no como gremio, por membresía. Acompañó al golpe y a sus sucesores incluido JOH, a cada paso, exigió a cambio, beneficios, apoyó sus peores atropellos, y justificó la dictadura. Pero para el caso tampoco, el Congreso Nacional es representativo tal y como ellos se quejan, en parte porque una cantidad desproporcionada de diputados representa más bien la inversión política de los patronos. Otra importante cantidad de empresarios medianos y chicos apoyamos al gobierno, porque queremos hacer negocios, en vez de controlar y entendemos que es necesario tener un país más justo, para que sea más cohesionado, estable y viable su desarrollo, y no tenemos otro lugar donde irnos y llevar nuestras cosas. No es cierto que sus representados generen el 90 % del empleo como dice, porque la mayor parte del empleo lo aportamos los pequeños, pero aun así el 40% que generan los grandes es vital para el país. COHEP representa una visión y un sector importante de capital, con el que hay que dialogar, porque somos demócratas y prácticos. Son dueños de su dinero, y pueden invertirlo, o no. Y esa razón obliga al respeto y al diálogo, incluso cuando falten a la verdad.
El país no sufre una pérdida masiva de empleo, porque estadísticamente, según los datos duros, solo hay un deficiente crecimiento de empleo y eso desde antes; por eso es que la gente ha estado migrando desde hace más de una década, porque su modelo de los empresarios carece de dinamismo, está orientado sólo hacia fuera, y eso tampoco es culpa del gobierno actual, porque –además- la decisión de invertir y crear empleo, o sacar el dinero del país, también es su decisión, y entonces los capitalistas no pueden fingir demencia y actuar como espectadores del drama que están produciendo, y es deshonesto fingirlo. Pero solo los podemos obligar a pagar impuestos e incluso entre los grandes hay lúcidos patriotas. Si pudiéramos convencerlos a los empresarios y a los grupos del Cohep –que difícil- para cooperar y acompañar la modernización, sería útil, para estabilizar socialmente al país. Para atraer capital foráneo también. En todo caso, eso se consigue dialogando, con conocimiento y pericia, razonando, sin insultos ni engaños.
Seúl, Corea, 12 de Septiembre, 2023
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Rodolfo Pastor Fasquelle, Doctorado en Historia y analista político, escritor y exministro de Cultura y Turismo, Graduado en Tulane Estados Unidos y el Colegio de México Ver todas las entradas