Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Honduras está plagada de disensos, más o menos graves, genuinas discordias y riñas, y no sorprende que, sobre casi todo y cualquier asunto público, surja acre disputa. Pero hay –unos, pocos- puntos de acuerdo que nos unen, a través de partidos y bandos y diferencias religiosas, clases sociales y formas de pensar: Casi todos sentimos vergüenza por lo que ha venido a suceder con nuestro país. Repudiamos que la vorágine criminal sin precedentes haya permeado las estructuras políticas, empresariales y sociales, al punto de contaminar y salpicar todo, hasta el deporte y el periodismo, generando y alimentando una corrupción sistémica, que se propone y pudiera conseguir involucrarnos a todos.
Para muestra el botón, del ex Presidente -fuera o no constitucional- de la República Juan O. Hernández A., su hermano y parientes, socios, diputados, oficiales de policía, y alcaldes vestidos a traje de rayas en la cárcel del Distrito Sur de Nueva York, acusados de liderar el mayor cartel de exportación de cocaína a los EUA, con la protección de las armas del Estado, la judicatura y la inmunidad del Congreso Nacional, entre quienes se repartía el botín, antes que se los llevaran y otros se fugaron al vecindario. A casi todos, en distintas medidas apena esa situación. Lo anhelamos, luchamos por eso, pero apena. ¡Pobre Honduras!
No somos ni mucho menos el único país en que ha sucedido esta catástrofe. Igual ocurrió en todos los países vecinos, muchos de cuyos presidentes y funcionarios, han sido acusados, igualmente, y condenados. En mayor escala, ha sucedido en toda Mesoamérica: en México, en Venezuela, Panamá y en Colombia, en Guatemala. En donde cambian los gobiernos y ahí sigue ese cáncer. ¡Inextirpable! ¡Impune!
La diferencia es que en los países de mayor escala y recursos, hay una institucionalidad más fuerte, y también una lucha más valiente de la ciudadanía, una clase política mejor formada, iglesias menos contaminadas con más autoridad moral de la que han perdido aquí las nuestras, un mayor apoyo y respeto de la comunidad mundial. Mientras que nuestros países de Centroamérica son más vulnerables en todas esas dimensiones.
De todo carecemos, aún de la claridad para vernos en un espejo limpio, como nos han de ver afuera, como cómplices todos, y por supuesto pusilánimes, faltos de la voluntad para luchar y salir de esta profunda hoya de pudrición. No es que no se pueda; es preciso luchar, hacer que la ciudadanía se comprometa en una cruzada cívica ineludible y, para ello es necesaria la información oportuna y la organización del pueblo con una didáctica que explique que no tenemos hospitales ni medicina, escuelas, ni seguridad, simplemente, porque se robaron todo.
Queremos justicia. Hemos visto avances importantes en el vecindario. El mayor fue el de Guatemala donde, con la ayuda de una Comisión conducida por NNUU para apoyar la lucha contra la corrupción y la impunidad, la CICIG (2006 2019), se consiguió condenar a la vicepresidenta Roxana Guevara y al presidente en funciones Otto Pérez M, general de cinco estrellas, por décadas figura política referente de la derecha, electo como abanderado del puño duro y pena de muerte, y socio de JOH. Aquí también tuvimos nuestro propio ensayo de limpieza con la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad, MACCIH (2016) organizada por OEA, a petición de Pepe Lobo.[1]
Esa Misión fue eliminada por JOH en 2020 y se retrocedió. Pero por supuesto que no fue estéril ni fracasó. Para nada, como también tratan de hacer creer a los enemigos del proceso. Rosa Lobo fue a Támara y los diputados Pandora fueron denunciados, aunque luego, aterrados, conspiraron para hacer fracasar esos esfuerzos; y terminaron cancelando las misiones. Nada es perfecto. Es importante también que los misioneros y al interior del país hagamos una crítica seria de esos procesos, muy aparte del pujo por descalificarlos, para estar advertidos y fortalecer la causa sucedánea. Está en el candelero el tema porque, habiendo hecho la presidenta lo que le correspondía para pedir la CICIH ante NNUU, tal y como se había comprometido en el Plan del Bicentenario, con que ganó las elecciones hace un año. Ella personalmente consiguió cerrar el proceso, con su empecinamiento y con ayuda del S.G. Guterres.
Después de esforzadas negociaciones entre sus enviados del Estado y los personeros de la Organización Mundial para pactar la firma de un Memorándum de entendimiento, que era el paso que correspondía y se realizó antier, ha arreciado contra la propuesta una intensa campaña. La de quienes se oponen empezó desde antes: diciendo que era poco patriótico traer extranjeros, y luego continuó asegurando que el anuncio de la CICIH era demagogia y el gobierno en realidad no se propondría concretarlo, y mimetizándose, hasta antier por la tarde se seguía afirmando que no había voluntad oficial, y que no se firmaría el Memorándum. ¡Que había que exigir que la Misión tuviera dientes, filosos, o garras y armaduras! ¿Por qué las torpes NNUU, para complacer al gobierno sin vergüenza, se comprometerían a mandar una Misión sin facultades ni capacidades? Y estaban listos.
Cuando ya se había firmado el compromiso ayer tarde, la campaña de desprestigio contra la CICIH prosiguió a asegurar que la Misión que ahí se perfila, no tiene dientes, aunque diga lo contrario la comunidad internacional. Y los analistas -aupados por los medios- aseguraron que debió firmarse un Convenio, como si se pudiera antes de suscribir el Memo, y que el Memorándum no sirve, porque no es vinculante, como si pudieran serlo los memorandos, que son convenios sobre lo discutido para actuar conjuntamente. Como si los compromisos matrimoniales no sirvieran porque pudieran no concertarse las bodas, o las bodas fueran inservibles y hubiera que desestimarlas, porque –luego- la gente incumple, y hasta se divorcia, o como si el bautismo no sirviera porque el ungido podría más tarde pecar. Se dice que es incumplible lo que se conviene, porque no se podrá reformar la Constitución, para acomodar la exigencia del organismo. Aseguran vehementemente que apoyan a la CICIH, pero denuncian que los plazos que la propia organización ha establecido son demasiado dilatados, como si se pudiera torcerle el brazo a NNUU, porque un guru fulano, dice y exige.
Bien puede ser que no se aprueben las reformas constitucionales deseables que plantea la ONU, lo cual requeriría la colaboración de los mismos diputados que expulsaron a la MACCIH, y que fueron acusados de estar implicados en la Red de Pandora; pero eso solo pondrá en evidencia a quienes se opongan; no impedirá la llegada de la Misión. La CICIH va, la CICIH viene. Lo único que puede impedir que llegue al final del día la CICIH …sería la improbacion del convenio (del que ya hay un borrador acordado), y que solo necesita ser aprobado por una mayoría relativa de diputados, la que, supuestamente, reunimos con nuestros aliados y un haz de liberales honestos.
Entonces. Si la inmensa mayoría de hondureños creemos en la necesidad de restaurar el estado de derecho y la justicia; pero que no hubiera siquiera una mayoría relativa de diputados dispuestos a aprobar el convenio para que la ONU apoye al Estado para ese fin, sabremos algo más sobre la falta de representatividad: sabremos que no tiene límite, ni remedio. Quedarán en entredicho los partidos y sus líderes, que se opusieran. Sin excusas ni escondrijos, cada quien será responsable de su actuación personal y colegiada frente al tema. Y ante las consecuencias obligadas que serían la movilización ciudadana, armada de antorchas y la convocatoria a la Constituyente. Si nuestra representación no sirve para avanzar la causa del consenso ciudadano, habrá que remediarlo, prevalecer y mandarla a volar.
Un dilema semejante vivió Guatemala en vísperas de que se aprobara el convenio para la CICIG en su Congreso. Quienes estaban ahí no querían. Salvó la situación en efecto una campaña ciudadana, vehemente, lúcida, que logró unificar en términos sencillos al partido del bien general, el de todos, y consiguió enfrentar y vencer las resistencias, para reivindicar la aprobación. Con un lema simplista pero efectivo: El que se oponga es narco. Ese mismo reto tiene Honduras hoy: prevalecer sobre la picardía de los contrarios y de los falsos apoyos hipócritas, sobre los desbarajustes, las confusiones mediáticas y la manipulación de campañas tendenciosas. Hoy, ante cualquier nueva resistencia debemos llevar a cabo nuestra campaña por el SÍ a la CICIH. Apoyar a la presidenta y su equipo. Hacer a un lado las camorras, las broncas, las pendencias tontas y los dimes y diretes, y unirnos al unísono, como un solo puño fuerte, para exigir a nuestros representantes el apoyo sine qua non para la CICIH. Todos a una. Nada menos aceptamos. Sin excusas ni rodeos, todos con la CICIH. El que se oponga es chueco. No hay más salida que esta única vía de redención, la salvación próxima de la nación está en nosotros mismos, la única solución, que somos todos.
El Carmen, 18 de diciembre de 2022.
[1] quien no pudo llegar a un acuerdo con las NNUU, como exigían Los Acuerdos de Cartagena que -entre sus condiciones exigía: coordinar y concertar la cooperación y apoyo de Naciones Unidas y otros organismos internacionales para fortalecer las políticas públicas y capacidades nacionales para garantizar la plena vigencia de los derechos humanos en Honduras. En la misma línea, la presidencia hondureña invitó a la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU a que instale una oficina en Honduras. Para ese fin. Así lo exigía M.Z.R desde 2009 en negociaciones con M. Insulza.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas