Por: Redacción AGENCIAS
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Washington: El papa Francisco cumplió el jueves con una larga y muy intensa agenda que tuvo como denominador común las permanentes muestras de afecto, admiración y hasta euforia que le dispensaron en Washington y Nueva York los políticos, miembros del clero y sobre todo decenas de miles de personas que le esperaron en todas partes para verlo pasar, para escucharlo o quizás para poderle expresar un saludo personal.
En su esperado discurso al Congreso estadounidense, donde fue recibido con una ovación atronadora, Francisco se describió como un “hijo de este gran continente”, y se refirió a algunos de los temas más discutidos de la actualidad, como son la inmigración, el derecho a la vida, la pena de muerte, el cambio climático, las amenazas a la familia y la solución de los conflictos por la vía del diálogo.
Aunque divididos, los congresistas le dispensaron una cálida acogida y no pocos aplausos, algunos de pie, en esta histórica primera visita de un Papa al Legislativo estadounidense.
En un segmento de su intervención en el Congreso que muchos interpretan como una velada referencia a Cuba, su reciente visita a la isla y su papel personal en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, Francisco afirmó: “Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. (…) Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos”.
El popular pontífice recibió una estruendosa bienvenida en su primera visita a Nueva York. Miles de personas se formaron en las calles que conducen a la catedral para saludarlo, cantar y ondear banderas mientras Francisco los saludaba desde el papamóvil.
En la escalinata de la renovada catedral, dignatarios como el gobernador Andrew Cuomo y el alcalde Bill de Blasio lo recibieron.
Dentro del recinto, las monjas sentadas en las bancas dieron un fuerte aplauso cuando el Papa les agradeció por su servicio.
Francisco inició su visita a Nueva York expresando solidaridad con los musulmanes luego de la estampida de peregrinos en La Meca, en Arabia Saudita, en la que murieron más de 700 personas. Ofreció una oración por las víctimas desde el altar de San Patricio.
“En este momento de oración, me uno con todos ustedes en oración a Dios, nuestro padre, el todopoderoso y misericordioso”, dijo.
Horas antes en Washington, el sumo pontífice pidió a la nación que compartiera su inmensa riqueza con los menos afortunados. Los legisladores dieron fuertes ovaciones al líder de los católicos pese a tener obvias diferencias sobre algunas de sus posturas.
En el Capitolio, Francisco pronunció una vibrante exhortación a favor de los inmigrantes, al instar a los legisladores a acoger al “extraño en nuestro seno”.
Francisco aludió tanto a la crisis de migrantes en Europa como a la inmigración latinoamericana en Estados Unidos, y pidió a los legisladores que “respondan de una manera siempre humanitaria, justa y fraternal”.
“Que no nos arredren sus números, antes bien, veámoslos como personas, miremos sus caras y escuchemos sus historias, tratando de responder lo mejor que podamos a su situación”, dijo Francisco.
Lo recibió con entusiasmo un recinto atestado por jueces de la Corte Suprema, secretarios del gabinete y legisladores de ambos partidos, que suspendieron sus riñas para ovacionarlo de pie. El ujier recitó la frase de circunstancias: “Señor presidente, el Papa de la Santa Sede”, y Francisco recorrió el pasillo central lentamente, mientras los legisladores aplaudían y algunos inclinaban la cabeza al verlo pasar.
Después del discurso, salió a un balcón del Capitolio desde el cual se dirigió brevemente a los miles de personas que ocupaban los jardines y el parque más allá. “Buenos días”, dijo, y le respondió un saludo atronador.
Francisco pidió a una multitud de decenas de miles que rezaran por él. Esto es tradicional en él, pero en esta ocasión, hablando en español, reconoció que no todos los presentes eran cristianos o siquiera creyentes.
“Si hay entre ustedes algunos que no cree o que no puede rezar, les pido que me envíen buenos deseos”, manifestó.
Concluyó en inglés con “Dios bendiga a América”.
Desde el Capitolio Francisco fue a brindar consuelo a los más desposeídos de la ciudad. Habló a los indigentes en la parroquia de San Patricio y se mezcló con la multitud en Caridades Católicas, donde la gente lo rodeó para tomar fotos y recibir su bendición antes del almuerzo.
“No encontramos ningún tipo de justificación social, moral o del tipo que fuese para aceptar la falta de alojamiento”, dijo Francisco.
Poco después, viajó a Nueva York, la segunda de tres ciudades que visitará en su gira por Estados Unidos. Después de llegar al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, abordó un helicóptero que lo llevó a Manhattan, donde se sitúa la catedral.
El miércoles, multitudes jubilosas lo aplaudieron en su visita a la Casa Blanca –donde el Papa y el presidente Barack Obama elogiaron sus mutuas advertencias sobre cambio climático–, en su recorrido en papamóvil por las calles, en su discurso a los obispos y en la misa de canonización del fraile español Junípero Serra, fundador de misiones en California.
Al presentarse en el Capitolio como “hijo de este gran continente”, el papa argentino leyó su discurso lentamente en inglés desde el mismo estrado donde los presidentes pronuncian sus discursos anuales del Estado de la Unión. Detrás de él se encontraban el vicepresidente Joe Biden y el presidente de la cámara John Boehner, primero y segundo respectivamente en la línea de sucesión presidencial y católicos ambos.
(Tomado del Nuevo Herald)
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