En las elecciones hondureñas del domingo, la trasmisión de resultados y la vigilia de la Alianza Opositora serán fundamentales para debilitar aquellas acciones que puedan desvirtuar o manipular los resultados de los comicios.
Por: Javier Suazo
Los hondureños se aprestan a vivir una fiesta cívica el próximo 28 de noviembre, cuando celebren elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades del país. De los aspirantes a la presidencia de la República, solo dos de ellos: Xiomara Castro de Zelaya y Nasry Asfura tienen posibilidades de triunfo. La primera integra la Alianza Opositora conformada por el partido Libertad y Refundación (LIBRE), el partido Salvador de Honduras, Partido Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD) y una candidatura independiente del periodista Milton Benítez, conocido como el “Perro Amarrillo”. El segundo en representación del Partido Nacional en el poder, que para muchos es “testaferro” del presidente Juan Orlando Hernández (JOH) que, de ganar, gobernará entre bastidores.
Desde que inició este proceso con la celebración de elecciones primarias en marzo de 2021, ha venido enfrentando un boicot, manifiesto en las siguientes acciones: a) La nueva Ley Electoral fue aprobada con retrasos, y no incluyó la obligatoriedad del voto en el exterior y voto electrónico; b) Los recursos presupuestarios para el financiamiento del proceso manejados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) se entregaron tarde y supeditados a la aprobación por parte del Ejecutivo, especialmente por Casa de Gobierno; c) Se dio largas a la contratación de las empresas que manejarían la transmisión de resultados, igual a la capacitación de las personas encargadas; d) Hay denuncian de credenciales entregadas en blanco a los partidos políticos, traficándose con ellas por los llamados dirigentes de partidos de maletín; e) El nuevo censo electoral se retrasó, y todavía hay más de 200,000 tarjetas de identidad que no se reclaman; pero lo preocupante es que el Congreso de la República ( bancadas del partido nacional y liberal en sesiones virtuales) ampliaron el periodo de vigencia de la identidad vieja con el propósito de desanimar a la población para que reclame la nueva, o pueda votar con ella una vez que el Congreso se vuelva a reunir en forma virtual y decida que se vote con dos identidades tal como lo denunció el diputado de LIBRE, Jari Dixon (Expediente Público, 20-11-2021) ; f) En el exterior, muy pocos hondureños (as) fueron los que se “enrolaron” y podrán ejercer el sufragio; se estiman en unos 15,000 compatriotas.
Recién se han presentado otros problemas que ameritan respuestas rápidas. El primero es la falta de entrega de impresoras y equipos de computadoras para garantizar la trasmisión rápida de los resultados y el control por el CNE. Unas 4,500 impresoras y conectadores HUB no han sido entregadas por la empresa contratada, por lo que hay que tener una opción B; o sea conseguirlas prestadas, armar los Kits tecnológicos y trasladarlos e instalarlos en tiempo récord en los centros de votación. Si falla el sistema de Trasmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), se ejercerá una presión al CNE por los partidos políticos, especialmente aquellos que están mejor preparados y capturen el mayor número de actas en el menor tiempo posible; en este caso, la ventaja la tiene el partido nacional que cuenta más recursos para ello.
Otro problema, es el control de los registros municipales por el partido de gobierno, que pueden conspirar para hacer traslados de personas sin su consulta, lo que afecta a partidos de oposición en alianza. Ya existen denuncias de personas que no aparecen en la localidad donde les toca votar, sino que en otro lugar; curiosamente son simpatizante de los partidos LIBRE y Salvador de Honduras. A ello se agrega, la llamada “fortaleza azul” de los votos rurales, donde aldeas y municipios con índices bajos en desarrollo humano y concentración de la población, aparecen con mayor número de votantes, producto del traslado masivo de estos por el partido en el poder, sumado a la entrega de bonos de compensación social y las relaciones de parentesco entre los miembros de las familias rurales con los soldados del Ejército y Política Militar, que provienen de estos lugares.
Los partidos de oposición esperan una votación masiva, pero el manejo del nuevo sistema puede generar que mucha población se quede sin votar, ya que no se podrá atender toda la demanda. Aquí lo importante es el consenso para extender por una o dos horas la votación cuando existan personas haciendo fila para votar.
Hay un voto-bono, o sea la entrega de 7,000 lempiras a las personas en situación de pobreza que voten por el partido de gobierno. Un exministro de Planificación de Costa Rica, Otton Solís, ha denunciado practicas poco transparentes por personal del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), especialmente su presidente, Dante Mossi, al aprobar un préstamo de 70 millones de dólares al gobierno de Honduras a pocos días de las elecciones, supuestamente para beneficiar a los afectados por ETA e IOTA.
Las encuestas otorgan el triunfo a Xiomara Castro de Zelaya, por lo que la motivación a la población para que vote masivamente es fundamental, pero también garantizar el funcionamiento del TREP, para que exista una trasmisión de resultados oficial, que debilite aquellas practicas o acciones que buscan declarar uno ganador de la elección y marcar tendencias cuando no se han contado ni el 5% de las actas. La Alianza Opositora debe estar preparada también con sus centros de cómputo para la captura rápida de las actas y poder desvirtuar las manipulaciones y borrones de resultados obtenidos y confirmados por el CNE.
Hay un llamado a organizaciones de sociedad civil, pero no aquellas convocadas por el Foro Nacional de Convergencia (FONAC), para que se constituyan en observadores y veedores del proceso; igual apoyar al Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), en la documentación de fraudes y delitos electorales.
Honduras ha entrado en una fase de punto de quiebre: retrocede o avanza. En el imaginario del hondureño se encuentra Colapso o Transformación, incluso en aquellos y aquellas que son escépticos (as) y se abstienen de votar, un poco más de 42% de la población en las elecciones generales de 2017. Como diría un destacado sociólogo y politólogo hondureño, Matías Fúnez, “Los hondureños siempre hemos navegado contra corriente, pero al final de la oscuridad que generan las dictaduras y el autoritarismo, triunfa la razón democrática y nos reconciliamos como lo que somos: hermanos”, pero sin olvidar a los culpables de violaciones de derechos humanos y corrupción.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas