Por: Julio Raudales
Como era previsible desde hace tiempo, Bukele –el presidente más laureado de Latinoamérica- quien gobierna con mano dura su país y quien además logró poco a poco, en el transcurso de un lustro, adueñarse no solo de todos los poderes, sino del cariño de su gente, tanto así que le han permitido y perdonado, violar la constitución para reelegirse y mantener su territorio bajo el cepo siempre denigrante para las libertades del “estado de excepción”, ganó las elecciones con aplastante triunfo.
El joven presidente rubricó su triunfo mediante un aluvión de votos; más del 85% de los asistentes a las urnas le favorecieron. La noche de la elección y acompañado de su esposa apareció Bukele celebrando la victoria: “Sería la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático” dijo “Toda la oposición junta quedó pulverizada”.
¿Es Bukele popular? Sí, es muy popular. Es inmensamente querido porque les ha devuelto la paz y la seguridad. Ahora bien ¿Es Bukele un demócrata? No, no lo es. Lo dijo el mismo: cree en un partido único, piensa que hay que “pulverizar” a la oposición y además, ha socavado la institucionalidad salvadoreña. Ha invadido con militares la Asamblea Legislativa; también intervino mediante la amenaza y la intimidación a la Corte Suprema, de manera que todas y todos, adherentes o no, se sometan a su voluntad.
Lo anterior aúpa el libreto de todas las autocracias y constituye el sueño de cada tirano. Su vicepresidente reveló hace poco que ellos van a sustituir a la democracia por otro modelo y lo dijo así, tan campante.
El pequeño detalle es que es un dictador inmensamente popular y se jacta de ello. “En toda la historia del mundo y desde que existe la democracia, nunca un proyecto político había ganado con la cantidad de votos con que lo hemos hecho este día, Es literalmente el porcentaje más alto de toda la historia” Dijo Bukele la noche de su segundo triunfo electoral.
Eso literalmente es una mentira: En primer lugar, el salvadoreño asume automáticamente que es un demócrata, cuestión que la praxis niega rotundamente, ya que Bukele ha arrasado con todos los poderes independientes, atropellándolos y sometiéndolos a su voluntad. Es decir, lo que constituye una democracia no es la forma en la que se llega al poder, sino la forma en la que se ejerce el mandato y eso, Bukele lo ha irrespetado en forma descarada.
En Cuba, Fidel Castro ganaba las elecciones con el 98% de los votos y en la historia reciente ha habido muchos dictadores que ganan con mayor cantidad de votos que él. Por ejemplo, Buteflika en Argelia ganó con 90.2% su última elección; Nazarbayev en kazakhstan lo hizo con 91.1%, Nkurunzuza de Burundi 91.6%, Kagame en Ruanda sacó 93%, Obiang en Guinea 95.4%, Bashar Al Asad, el sanguinario dictador de Siria ganó su última elección con 97.6%.
O sea que, cuando Bukele dice que ha batido el récord mundial, en realidad lo que hace es comprarse con oros dictadores y cuando celebra que ha “pulverizado” a la oposición, lo que está demostrando es que es un dictador.
En rigor en las democracias gana la mayoría y gobierna. Pero un verdadero demócrata debe hacerlo bajo el irrestricto respeto de las minorías. Esto es, con el cuidado de que prevalezcan quienes no piensan como los gobernantes. Es decir, los verdaderos demócratas no aspiran a pulverizar a la oposición. Se les da un espacio, se les da una tribuna y se les da una voz. Gobierna la mayoría, pero también se manifiestan las minorías. Pero el señor Bukele parece no entenderlo, como no lo entienden quienes aspiran a tener un Bukele en sus países.
¡Pero da resultados! Celebran sus argumentos los defensores de esta eficiente tiranía. ¡En El Salvador nunca hubo democracia sino infames dictaduras del latrocinio y el oprobio! Y tienen razón. ¡Qué mejor que viene ahora un salvador, aquel que tanto esperamos y nos cumple! Si, así es por ahora. Pero esta es una historia contada ya muchas veces. Pregunten a los dominicanos quienes durante los primeros 10 años llamaron “padre” a Trujillo. No ha habido un solo caso de dictadores que en principio fueron eficientes y luego se ornaron en monstruos. Nada puede decirnos que no sucederá lo mismo al ver la realidad salvadoreña.
¿Y a los de alrededor entonces? Nos queda difícil tarea, lograr un estado eficiente con una democracia creíble, ya que El Salvador tiene hoy una democracia débil con un estado cuya eficacia está aún por verse. Si eso queremos, es crucial entonces la despersonalización del poder. La idea de que el poder no está intrínsecamente ligado a alguien, sino que es una facultad que puede ser temporalmente ejercida por una persona y después traspasada a otra sin mayor trauma. En este sentido y, por tanto, se trata de una facultad limitada. Es decir, en definitivas cuentas, la democracia. Y, sobre todo, demostrar que ambas, eficacia y democracia no son mutuamente excluyentes.
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Economista, expresidente del Colegio de Economistas de Honduras y vicerrector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Ver todas las entradas
Un comentario
Exacto, lo que esta en juego es la democracia y lo que esta en el horizonte es la autocracia o autoritarismo estilo fanatico religioso, una vision unica de la historia. ¿Otra carta oculta es que sera de estos mas de 30 mil presos del estado militar?. Y la era post Bukelle. Nadie se ha preguntado los beneficios economicos de Bukelle, seguramente, por lo de que ¡para que! en un pais mayoritariamente pobre, mientras los predicadores eleven la mirada del pueblo al mas alla, se olvidaran del mas aca y sus injusticias.