Por: Redacción CRITERIO
La crisis sistémica de 2008 –que empobreció a la mayor parte del mundo– aún no ha acabado. Tras años de recortes y de aplicar soluciones erróneas, un nuevo colapso del sistema financiero está a punto de suceder; y esta vez ni los gobiernos tienen capacidad para afrontarlo por falta de ahorros, ni los bancos centrales disponen de margen para poner en marcha nuevas políticas monetarias. Estamos en la antesala del crack definitivo que cambiará nuestras vidas para siempre…
La revista AÑO/CERO en su número 260 llevaba como asunto de portada un reportaje titulado La conspiración de la crisis económica. En dicho artículo se denunciaba las auténticas causas de la situación económica que ahora estamos sufriendo. Ya entonces se ponía de manifiesto la influencia de unos reguladores bancarios incapaces de gestionar el riesgo, lo que derivó posteriormente en la crisis de deuda soberana que asoló Europa.
Aquel reportaje terminaba con una advertencia lanzada desde las más altas instancias del mundo financiero: el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ambas organizaciones alertaban de que la tormenta perfecta aún estaba por llegar. La economía mundial se encontraba en peligro y quizás lo peor aún no había pasado.
Desde entonces, se ha discutido sobre si la crisis sistémica tenía forma de «U» (caída y recuperación) o de W (caída, recuperación, caída…). Las dudas ya se han despejado, la economía muestra signos de agotamiento y el nuevo crack ya está aquí.
La verdad es que no tiene mucho mérito augurar que una nueva fase de la crisis de 2008 está por llegar y será mucho peor. En realidad, llevamos años dando patadas hacia adelante, en lugar de resolver nuestros problemas. Pero antes de ahondar en la actual situación económica, repasemos lo acaecido desde 2008, ejercicio básico para entender mejor el presente.
DEUDAS IMPAGABLES
Recordemos brevemente que los problemas de contagio a causa del riesgo de impago ocasionado por las hipotecas subprime de EE UU, se extendieron rápidamente a Europa y contaminaron después al resto del mundo. Entonces, los bancos centrales inyectaron inmensas cantidades de dinero en el sistema, y los países rescataron a la banca para resolver el problema.
Básicamente, la crisis ha sido un fraude, puesto que no se ha actuado sobre las causas del problema. La crisis se originó en el corazón del sistema financiero, pero han tenido que ser los gobiernos –es decir, todos nosotros, los ciudadanos– los que salvaron la situación pagando los rescates.
En el contexto de 2008, las economías emergentes –las naciones denominadas BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)– se recuperaron rápidamente y actuaron como locomotora del crecimiento mundial. Estos países y otros como México o Turquía no sufrieron tanto como los europeos.
Sin embargo, en 2015 se vuelve a repetir el tsunami, pero esta vez la capacidad de reacción ya está mermada. El mundo no es el mismo de 2008; han cambiado muchas cosas, pero no las que deberían. Entonces se aplicaron recetas incorrectas.
Así, se aprobaron todo tipo de recortes y se adelgazó el estado: privatizaciones, subidas de impuestos, abaratamiento de despidos, etc. Se presionó y chantajeó para que el rescate lo pagáramos los ciudadanos bajo el siguiente mantra: «Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades».
También se aprobaron normas legales como leyes mordaza para combatir el descontento ciudadano. El ajuste de responsabilidades ha sido muy desigual. Por ejemplo, el Gobierno español reconoce que no se va a recuperar toda la ayuda prestada a la banca. Al menos quedan por recobrar 37.000 millones de euros de los rescates, sin embargo los bancos han expulsado a ciudadanos de sus casas, por impagos mucho menores.(Tomado de Año Cero)