Por: Efraín Bu Figueroa
Para la mayoría del pueblo hondureño es un imperativo sacar al partido nacional de la conducción del Estado. Ello implica que los diversos grupos opositores, deben articular sabiamente una alianza estratégica. El camino hacia ese objetivo es difícil. El Partido nacional, aunque desgastado y desprestigiado, aun cuenta con todo el poder, con recursos ilimitados y control férreo de las instituciones clave: poder legislativo, judicial, ejercito, las policías, ministerio publico y otras instituciones estratégicas.
El Partido liberal, no ha levantado cabeza desde que propicio el golpe de Estado contra su propio gobierno liberal. Hoy dicho partido, se encuentra profundamente debilitado y dividido. Su presidente, Luis Zelaya, actual precandidato, un académico, ha tratado de rescatar y reivindicar los principios y valores que le dieron origen y sostenibilidad a ese partido por mas de cien años, lo cual no parece estar teniendo el éxito deseado. Parte de la bancada legislativa liberal pronacionalista en el congreso nacional, se ha encargado de boicotear las políticas y acciones del CCEPL y mas bien se han dedicado a colaborar pecuniariamente, por casi diez años con la administración nacionalista.
Esta misma bancada libero-nacionalista, es la que hoy apoya la candidatura de Rosenthal, conocido empresario político norteño, quien parece estar aglutinando la base liberal y se perfila como el probable candidato de ese partido. No obstante, con ese aparente apoyo; la candidatura de Rosenthal es cuestionable y muy vulnerable.
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LIBRE, un partido nuevo, surgido de una segunda división histórica del otrora mayoritario partido liberal, ha mantenido una lucha constante por años, con las movilizaciones populares, pero con muy pocos resultados cualitativos. Sus ultimas acciones las ha concentrado en el poder legislativo, adoptando una táctica de “guerra de guerrillas”, la insurrección legislativa, con lo cual ha obtenido modestas victorias en el plano de la ley electoral. Ofensivas pequeñas con repliegue estratégico, seguido de otras pequeñas ofensivas, con ellas, favoreciendo un “entrismo” al hasta hace poco inexpugnable tribunal electoral de los nacionalistas, ejecutor de dos grandes fraudes en el 2013 y 2017.
La precandidata de LIBRE, apoyada por 6 movimientos internos luce políticamente solida, pero desanimada. En LIBRE, donde no han podido desprenderse de sus resabios liberales, han surgido tres movimientos adicionales al de la precandidata Zelaya con lideres de alto perfil intelectual y de lucha, pero con escasas posibilidades de éxito.
Un factor determinante, en una posible alianza es Salvador Nasralla, con su partido Salvador de Honduras (PLH). Dicha figura arrastra al menos un cuarto de millón de votantes, -nada despreciable- y aunque díscolo, contradictorio e inconsistente es el único precandidato que ha sabido expresar y hacer sentir con energía el disgusto del pueblo frente al actual régimen nacionalista.
Las peculiaridades internas de estos partidos y sus actuales precandidatos, vuelve escabroso el camino hacia una alianza opositora. Estudiando los idearios de estas organizaciones políticas, observamos algunas coincidencias en objetivos, pero ni eso, ni los intereses de la nación son suficientes, para que estas generaciones de dirigentes puedan hilvanar inteligentemente una coalición triunfadora, cimentada en una estructura mínima de objetivos comunes.
Aquellas aspiraciones loables, se ven opacadas por los intereses personales y mini grupales de esas cúpulas dirigentes, atrapadas en sus propias debilidades de carácter, personalidad y conducta, preñadas de egocentrismo, autosuficiencia y soberbia. Carentes de una visión de estadistas. Lo que no es de extrañar. Nuestra clase política, no solo carece de la experiencia en la conformación de alianzas político-partidarias. Lo mas grave, es la falta de madurez y cultura política. El triunfalismo enfermizo, aunado a la creencia que el destino manifiesto, le pasara la factura al partido nacional, los tiene convencidos que yéndose solos, ganaran la contienda. Podrían los opositores llevarse una mayúscula sorpresa, si es que antes, al pueblo no lo madrugan con algún otro tipo de sorpresa.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Muy buena y acertada apreciación como propuesta.
Sólo la unión hace la fuerza. Quien consiga unir y unificar en el contexto de conciencia política a sus votantes, es quien puede salir victorioso en esta contienda.
Nadie se debe «dormir en los laureles» y mucho menos dormirse o confiarse, si no quiere que «se lo lleve la corriente».
Independientemente de que partido gobierne, Honduras necesita una sólida y sana oposición política.