EE.UU ¿República bananera septentrional? 

EE.UU ¿República bananera septentrional? 

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

 a Euraque que no vota aquí ni allá.

Fue inaudito oír, hace unas semanas, a todo un Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA de EUA, el Gral. Mark Milley, disculpándose por haber permitido que Trump reprimiera con soldados un plantón opositor y prometiendo que eso no volvería a suceder. Más inusitado aún, fue escucharlo (en ocasión –antier- de inaugurar el nuevo museo de historia militar) declarando, acaso en respuesta a los despidos, con que –ya cojo- Trump juega al Reality show presidencial. Dijo Milley A diferencia de otras milicias del mundo, ¡los militares de EUA no hacemos un juramento a un monarca, o de fidelidad a un individuo o a un gobierno sino sólo a la Constitución! Porque en este experimento que es EUA, esto es lo que hemos acordado Nosotros, el pueblo soberano, un pacto de convivencia.

Flanqueado por la demasiado fiel Melania, Trump apareció en público por primera vez ese mismo día. El viernes por la mañana, diez días después del descalabro esperado del 3 de noviembre. Habría tenido antes en la Casa Blanca una reunión melancólica con sus asesores. Todos le dicen lo mismo. Que le robaron la elección. No podía ser de otra manera, mereciendo él, el triunfo.

Recuerdo desde niño, cuando los abuelos hablaban de elecciones robadas en Honduras. Contaban las barbaridades que hacían los contrarios con sus partidarios, a la hora de la votación y lo que sucedía después hasta, con frecuencia, una revolución. Sin tomar en cuenta los ciclos anteriores ni los fraudes en las internas, retrospectivamente, con evidencia de la OEA, nosotros acusamos a JOH de un fraude monstruoso en 2017, y antes en 2013 y antes de eso, Lobo acusó a Mel de fraude, habiendo perdido en 2005. Nunca pensé ver nada semejante en EUA.

Antes que, contra una numerosa mayoría de electores que había preferido a Al Gore a nivel nacional, G. W. Bush ganó con las boletitas preñadas del Sur de Florida, los votos del Colegio Electoral que le dieron la presidencia. Posiblemente, el bautizo de la novel república bananera septentrional. Pero allí, no hubo ni habrá revolución. ¿Trump forever?

No es igual, no. ¡Allá nunca antes insistió en quedarse! Eso solo sucede aquí, una y otra vez, como cuando Bográn quiso quedarse y provocó la revolución de 1893, Bertrand igual y provocó una revolución en 1919, Carias se quedó a costa de entierro, encierro y destierro, desde 1932 hasta 1949. Julio Lozano quiso quedarse en 1956, y provocó un golpe. R. Villeda Morales quiso detener la sucesión en 1963, y provocó otro golpe.  López Arellano reincidió hasta el contragolpe de 1974. Suazo Córdoba quiso quedarse en 1985 y provocó la intervención militar de la Opción B.

Tampoco es un misterio ¿por qué Trump persevera en la necedad aparte de negociar inmunidad? Si hubiera admitido en seguida su derrota, lo procedente hubiera sido, como Humphrey o Goldwater, renunciar a la conducción del Partido, abrir ese espacio.  Pero ¡más bien anuncia que se queda y en 2024 será el candidato! A ese fin, debe rechazar cualquier capitulación y es casi imposible decir a qué extremo podría llegar la locura de pelear el voto por voto en los juzgados. ¿De veras lo dejaran llegar a generar una crisis constitucional?

También en el Congreso perdería a manos de los propios, exhibiéndose otra vez. Una creciente cantidad de republicanos notables, que quizás nunca le fueron adictos, ha comenzado a vociferar que debe madurar. Que tiene que irse, y no puede procrastinar mucho más, despidiendo a todo disidente.

No hay -dicen las autoridades concernidas- ninguna evidencia de un fraude sustancial. Pero, si como predica Trump, el mundo es voluntad y representación, y a ese poderoso convocante de 72 millones de votantes le conviene -por diversas razones- alegar que lo hubo, nadie podrá convencer a su hueste que no ocurrió. Y si atiendes a su denuncia y argumentos… se escondieron votos, votaron los muertos, se trasladó a miles de votantes de una jurisdicción a la siguiente, se rellenó urnas, se adulteraron las boletas y las actas de cierre, se permitió votar a cientos de miles de falsos electores y se usaron algoritmos en el conteo.

La pregunta más bien es ¿cómo puede ser? ¿Por qué está ahí todavía? Y la respuesta no es meramente legal, porque no ha habido una declaratoria formal. En mi clase de sicología social, allá en los sesentas, estudiábamos el seguimiento que les daban los profes a los falsos profetas. Los que -ya saben, por ejemplo- pronosticaban el fin del mundo, para una fecha relativamente inmediata. Para ver cómo se comportaban luego sus fieles. Se llegaba a la fecha aciaga. Y en vez de ascender entre nubes rosáceas mientras bajaban -entre relámpagos- los ángeles homicidas a exterminar la especie y raza de infieles, el diz que santo profeta se encerraba. ¡Alas! A hacer penitencia por los pecados de la humanidad (por los tuyos también, lector hipócrita) y convencía a la deidad, un tanto voluble, de darnos otra oportunidad. Los fieles quedaban satisfechos y aún más agradecidos que antes de despojarse -ante el final inminente- de sus inmundos bienes materiales, como había ordenado el diz que profeta para donar a la iglesia. Y eso es lo que va a suceder con los trumpófilos en armas. They will stand by their fallen heroe.

Él va a seguir diciendo que fue fraude hasta la hora de su muerte, civil o material.

Muchos, la mayoría de los fans de D. Trump, no van a aceptar jamás que perdió la elección. Eso, como darle la razón al otro, el paso en la calle, el derecho que limita el nuestro, solo sucede con gente civilizada, y no lo son. (Solo hay que escuchar la lógica circular, de los mejor educados, o ver a los no educados exhibirse con sus rifles de alto poder y vestirse con iconos religiosos y banderas.) Los verdaderos creyentes.

Como en cualquier república bananera, los organizadores van a seguir despojando así a los defraudados de las contribuciones solicitadas de cómo mínimo 5 dólares al mes, para que el líder defienda su triunfo, como me explica un sitio de Internet de varios que equivocadamente me han incluido en su listado de simpatizantes. O para que mantenga su control del Partido. (Multiplica 72 millones por la contribución mínima y verás que es la mejor apuesta que se hizo jamás en Atlantic City. De modo que, aunque no se pueda revertir el resultado en las cortes, podría alcanzar para que Donaldo pague su deuda de fábula.)

Me apuro a transcribir esta nota, antes de que pierda sentido, cuando -antier- los juzgados de Pensilvania, Michigan y Arizona han emitido sentencias rechazando los multitudinarios reclamos de fraude de la campaña post electoral, de Trump. Las autoridades electorales en los estados disputados (en los estados que ganó, no reclama nada) repiten a los medios, lo que antes declaraban en privado, a saber: que no hay evidencia de un fraude; que se va a proceder a un recuento, en el único caso en que la ley lo manda, cuando el margen de ventaja es de menos del 2%, lo cual pareciera ser poco, ¡pero es mucho! ¡e histórico, si se trata de Georgia! Ese recuento tampoco afectará el fallo. Será que, si bien su batalla ha complacido a su base, ¿sería contraproducente seguir hasta el filo?

Quienes mejor lo conocen, dicen que probablemente este próximo fin de semana, pasada ya la temporada de huracanes, quizás se vaya a Mar-a-Lago su residencia palaciega en la Florida, donde hizo instalar millones de dólares de equipo de seguridad. Y que no va a regresar a la Casa Blanca.

Ni, por supuesto, asistirá a la ceremonia de investidura del nuevo presidente. Porque eso supone una civilidad, y una bonhomía y una madurez de la que D Trump es incapaz. Lo cual no quiere decir que no se hará con toda la solemnidad del caso la ceremonia de Asunción. Ni que tendrá menos legitimidad Biden, por no estar presente su antecesor Porque no es Trump quien lo hace presidente, sino una mayoría de su pueblo. Ni habrá perdido como dicen, al fin, la democracia, que -como todo lo humano- siempre será falible, cuando aún así y con todo, prevaleció por la paz, la mayoría. ¿Y se habrá redimido de esa mala broma que fue Trump? ¿La cuna de la democracia moderna? ¿La más refinada de las repúblicas? O ¿habrá que temblarle a 2024?

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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