La batalla por la justicia

Disyuntiva de América Latina ¿Patria o romance? II de III

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

En un mundo que enfrenta amenazas apocalípticas, son importantes los espacios articulados que puedan generar resiliencia y hombres o mujeres que asuman el reto. América Latina pareciera no entender ese papel y no es un tema sexy o popular. No existen aquí conflictos internacionales peligrosos. Felizmente. No tenemos aparatos militares que sean una amenaza extracontinental, ni núcleo de industria militar o armas estratégicas, a las que hemos renunciado. Tampoco, por desgracia, hay conciencia ambiental, investigación, ciencia básica o aplicada, mientras otros proclaman ya la Inteligencia Artificial.

Pero en vez de avanzar, América Latina retrocede. Aunque los organismos financieros internacionales informan que hace 10 años América Latina y El Caribe producían cerca de un 10% del producto global, con otro tanto de la población, esa proporción ha estado bajando después del colapso de los precios de nuestras exportaciones, y luego en una trampa de bajo crecimiento y desempeño, por poli crisis estructural: demasiada desigualdad, instituciones débiles y mal gobierno, y está pronosticado un nuevo descenso del crecimiento. En Estados Unidos, el último libro académico que trata sobre esa conceptualización decimonónica [1] salió hace diez años; y cada vez se usa menos el término en la literatura académica propia y las publicaciones son sobre politica nacional, aislada increíblemente.

Aún está ahí el concepto. La semana pasada me llegó un sobretiro digital de la última revista inglesa The Economist, que con prejuicio coteja las posibilidades de hacer negocios en la región; recibo también el Latin America News Roundup, del Centro para Investigación Económica y Política (CEPR), donde se desglosa y da cuenta de la incongruente politica regional, interna e internacional. Un artículo en el semanario Foreign Policy versa sobre la relación que siempre fue compleja de Latinoamérica con Palestina e Israel. Y la semana pasada se publicó un informe titulado Índice de riesgos políticos en America Latina, 2024del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile, de las más prestigiosas del área. 

Según esa universidad, desde hace varios lustros el principal problema sigue siendo el poder de las redes criminales. (Tres cuartas partes de las 50 ciudades más peligrosas del mundo están en la región, incluyendo varias capitales; ocho de los diez países más violentos, sin guerra.  Ya en 2004 se estimaba que el costo del crimen representaba el 15% del Producto Bruto regional.) El segundo en importancia es el problema de la corrupción sistémica, que B. Arévalo anuncia que vencerá, como vienen prometiendo muchos, pero que hasta ahora nadie ha conseguido extirpar. En tercer lugar, el problema es la disminución del aprecio que los latinoamericanos tienen por sus democracias. Pero no preguntan ¿por qué?

¿Existe realmente América Latina? Nadie se solidariza cuando a Venezuela le roban a plena luz del día sus reservas en oro y le aplican sanciones unilaterales. Bajo la presión de las sanciones de Trump aumentadas pese a la amarga protesta del empresariado, Maduro realiza un referéndum patriótico y la Corte descalifica a la contrincante opositora favorita de EUA, reciprocando el lawfare, con que antes se quiso impedir la candidatura de Chávez, y de Lula, y de Arévalo y…. Bolsonaro está descalificado, mientras la fiscalía investiga una red de espionaje ilegal en su administración, y Brasil sufre grandes catástrofes, que no son naturales, fueron provocadas por la contaminación y la deforestación. Las relaciones de México con EUA se tensan aún antes de que regrese Trump.

Pero México prefiere el libre comercio con NAFTA, reprime sin frenar la marea migratoria de desempleados que luego cruzan su territorio, ni tapar las fugas con que le roban el combustible, ni sellar el corredor de la droga; y apenas escapa a los estragos de los carteles. Ecuador sucumbe a la guerra civil y social, y nadie le está ayudando. (Los criminales sacan partido del caos político para eludir la justicia y los políticos se conectan y usufructúan la inseguridad corrupta para venderse con extremismos variopintos.) Milei ataca a Petro y hace su primer viaje oficial a Israel ¿para qué le ayuden a recuperar Las Malvinas, o para ofrecer armas? Colombia se encamina a la paz total, qué bueno, que coopere con Brasil en la protección del Amazonas devastado, en manos del crimen voraz. Pero tiene que llamar a su embajador en Buenos Aires, Bogotá, para consultas, después de los insultos presidenciales contra G. Petro. En Centroamérica, hay muchos ¿qué quieren realmente desconocerle a Nicaragua sus facultades de Estado, por las dudosas arbitrariedades del gobierno contra sus opositores y sus críticos? Pero si creemos en la ley internacional, la autodeterminación de los pueblos y soberanía de las naciones, ¿por qué todos han de tener modelos políticos o económicos idénticos, en vez de respetarse en las diferencias, aunque no nos guste?

¿Qué podría hacer la CELAC? ¿Cómo puede afirmar una identidad común, más allá de diferencias ideológicas o intereses locales? ¿Cuál podría ser una agenda concreta? En vez de una, necesitamos desarrollar varias alternativas en el istmo para el transporte interoceánico y comerciar libremente entre nosotros. Pero, cómo podríamos herir susceptibilidades, ir a contrapelo de alguna sensibilidad mal entendida, mejor no hablamos de los retos y las posibilidades. 

¿Para hacer qué?¿Para trabajar en forma coordinada por la prosperidad de la gente? ¿No hay nada ahí que resista las vicisitudes de la tensión externa? ¿No hay nadie que entienda? Porque también políticamente, America Latina luce venida a menos. Los fundadores de la CELAC sí que lo entendían. Ahí compartían, luchaban juntos, F. Calderón y el comandante H. Chávez, hablaban y bromeaban problema, y se entendían. Importaba la visión más que la ideología. Ahí estaban la gran Bachelet con Tabaré Vásquez, Mujica el primer Lula y R Correa de la izquierda nueva junto con Leonel Fernández, Oscar Arias, de derecha moderada y amigo de Estados Unidos quien se sentaba y firmaba resoluciones junto con R. Castro de Cuba desde inicios del 2009. ¿Quién se asustó? Hombres y mujeres de Estado que -conjuntamente- vieron la cúspide del auge regional de 2009 al 2014. Pero no les dio tiempo: Varios murieron. Hacia 2018 UNASUR también había fracasado. Desde hace un par de años SICA sufre de cojera. ¿Lula ya no es Lula? ¿Ya no hay nadie? 

¿América Latina es un sálvese quien pueda? Cada uno con su propia agenda de intereses que llamamos nacionales, ¿y son más bien municipales? ¿Estamos mejor si le damos la espalda a las contradicciones, que -ignoradas- se condensan en arenas movedizas? ¡En las que podemos enterrar las cabezas, para que se nos quite el miedo de ver de frente a lo real! La diplomacia que debería prevenir suspicacias, reparar puentes, acercar a los países sobre las fracturas, sirve para aislarlos en el silencio timorato y cómplice con estrategias externas que los dividen, incluso ¿a espaldas de sus gobiernos y sus pueblos? ¿No hace falta la solidaridad, sentimental y peligrosa? ¿Mejor somos más anodinos, nos acomodamos con la injerencia? 

¿Por qué no puede ver más allá de sus narices? Una región de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, sin contar las Provincias Internas, que comparte una cosmovisión mestiza, una raíz lingüística y una amplia cultura latina, con 700 millones de personas, mayormente de jóvenes que todavía se reproducen, con una décima de la economía mundial, un haz de países prósperos y casi todos de crecimiento medio, prosperados, en donde crece la clase media de futuro, con espacio suficiente -incluso protegiendo rigurosamente todas las áreas protegidas que se ocupen- para acomodar lo que ya no cabe en otro lado del globo, lejos de zonas de conflicto caliente, con abundantes fuentes de agua dulce y pura, pródiga de recursos naturales y geográficos estratégicos; la de mayor biodiversidad del planeta, en trópicos, altas montañas, islas prístinas, vecina de la Antártida.

Esta otra America ¿por qué no entiende que la solución no radica en izar dogmas puros y ajenos o en capturar, para alguna provincia o puerto sin barcos, un componente de la cadena de suministros, sino en juntar y compartir las ventajas, cooperar para atraer inversión suficiente al vecindario, para desencadenar un proceso de sinergias, congregar y comunicar los desarrollos paralelos. ¿Qué nos pasa? Porque sin integrarnos, no podremos ni sostenernos y no hay futuro y, para alcanzar la integración genuina tenemos que hacer la crítica del nacionalismo, y movernos contra la inercia y enfrentar las mezquindades, y complementar fortalezas para descubrir potenciales nuevos y evolucionar o sucumbir dice Federico Cuello. Es crucial a este respecto rescatar y entender la diplomacia, no para procurar ventajas sobre el vecino, sacarlo del juego con un empujón, un codazo o un desplante, sino para apoyarse, cooperar, prevenir daños, controlar locuras. Prepararse para ese otro mundo futuro incierto pero calculable e ineludible, sin miedo.

Seúl 2 de febrero de 2024, Año del Dragón Azul.


[1] Artigas, Bolívar, del Valle, Sucre, San Martín, Morazán y Martí imaginaron a América Latina, de distintas formas. Pero el término se acuñó a mediados del s. XIX, en la Francia de Luis Bonaparte, para justificar la intervención francesa en México en 1860, que celebraron, junto con la anexión del Norte de México, como civilizatoria Marx, Engels y Bakunin, quienes únicamente hablaron de países bárbarosahistóricos según Hegel. Me pregunto, al paso que vamos, si ese concepto va a sobrevivir hasta el 2060. También los imaginarios se degradan y desaparecen.

 

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