Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
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Tegucigalpa.-Hay que tomar partido por supuesto, por héroes imperfectos y contra villanos variopintos, aun arriesgando. Conscientes de la ambivalencia y complejidad del mundo y de que siempre habrá desacuerdos, porque no respondemos a los mismos intereses y principios, criterios, prioridades. Para salvarnos del juicio subjetivo hay instituciones, leyes, procedimientos e instancias imparciales superiores. Dentro y fuera de cada país. El orbe es aun mas complejo que el estado nación, y de lo que parece, pero igual tiene reglas de comportamiento y convivencia.
Y cuando los organismos regionales sean insuficientes o demasiado débiles para dirimir conflictos y actuar contra poderosos estados rufianes hay organizaciones mundiales comprometidas a garantizar la ley internacional. Y en la cima, un Consejo de Seguridad en NNUU en donde EUA puede, como permanente, con mucha ventaja, acusar crímenes de guerra y violaciones contra los derechos humanos que justifiquen una sanción drástica colectiva. ¿Por qué ni las buscó? Sin explicar ni verificar hechos, ni disculparse de causar los mismos daños que acusa al otro de infligir contra inocentes, actuó unilateralmente.
Otra vez. Pero no nos pueden forzar a escoger entre ellos dos delincuentes enfrentados, ni exigir que juzguemos en función de informes no comprobados, suposiciones y claras manipulaciones o en razón de principios ideológicos en vez de las razones y las obligaciones de la civilización. Porque -de algún modo- soy de izquierda ¿tengo que simpatizar con la sangre fría de Assad o las torpezas de Ortega o de Maduro? O ¿alguien tiene que defender a Trump y a EUA porque ese país supuestamente es paladín de la democracia, la transparencia y el defensor histórico de los ddhh? Noombre. A otro chucho con esas pulgas. Mitos y clichés.
El mayor legado del siglo XX, nuestra contribución quizá principal al devenir de la humanidad fue la forja de un nuevo derecho internacional, deducible de la doctrina de los derechos universales, según el cual la observancia y garantia de esos derechos es lo que legitima a toda autoridad y sustenta el reconocimiento internacional. Desde tiempos de W. Wilson, EUA. fue parte y paladín de ese legado como bajo Kennedy y Carter. Y hubo momentos heroicos en que se aplico a los déspotas sanción legal dentro de sus fronteras después de caídos o fuera. Fue un máximo logro de nuestro tiempo anular la impunidad al tirano. Según. No pagó Nixon el bombardeo de Cambodia, ni Reagan la guerra secreta en Centroamérica, no pagó Bush Sr. el bombardeo de los barrios pobres de Panamá ni el Jr. la Guerra contra Iraq.
Vivimos hoy una reversión de ese proceso cuando el poder retorna a ser cínico. En Rusia y China igual que en Israel y Turquía, el poder es el único limite del poder. En EUA en el ultimo tercio del siglo recién pasado surgió, como contraparte para contrarrestar este avance, una doctrina complementaria que, al mismo tiempo que invoca la obligacion de defender otros derechos, le da la espalda a la ley internacional, enarbolando la extraterritorialidad de la suya propia y de su jurisdicción e incluso de su arbitrio ejecutivo imperial. Fuera de W. Sanders y sus recien derrotados y marginales seguidores, queda en EUA poco que responda al idealismo de Wilson o Carter. Menos aun en Latinoamerica en donde ayer, aun a la defensiva y bajo signo nacionalista, la diplomacia desarrolló doctrinas hoy subordinadas cobardemente al tiento político. Y doquier yacen olvidados los principios jurídicos que hace un siglo imaginamos que sustentarían a una Liga, una comunidad pacifica de las naciones.
Los kurdos y los sunies de la oposicion en Siria han sido brutalmente reprimidos desde hace décadas y no voy a ser yo cómplice de su atropello, defendiendo al regimen de B. Assad. El que en algún momento el regimen de Baaz en Siria hubiese entregado a los supervisores de NNUU caches de armas quimicas prohibidas – que tambien se usaron en Iraq contra los kurdos, hace pocos años– no garantiza nada. Ni Assad ni nadie tiene derecho a atacar con armas letales, mucho menos armas prohibidas a su propio pueblo. Y si lo hizo no debe perder una base de aviación militar por un día, debe ser derrocado y juzgado.
Assad es capaz de casi cualquier cosa, pero parece extraño que recurra a esas armas en un ataque anunciado, contra un blanco secundario, sin utilidad estratégica y a un costo tan predecible. A nadie en su bando beneficia esa acción imputada, de modo que luce factible su negación. Y entonces la imputación es un dato supuesto que tiene que ser probado antes de merecer un juicio.
En cambio me queda claro que los ataques confesos de EUA contra territorio Sirio –ademas de violar los derechos de sus victimas inocentes a las que dice estar defendiendo– rompen las leyes internacionales y son entonces perfectamente arbitrarios. No hay tratado que permita una represalia unilateral, menos aun por una actuación no comprobada ni que justifique la intervención autónoma de una potencia en ningún país soberano. Ni poder que respete derecho cuando no le conviene, ni nada lo obliga.
Después de varios meses de un malhadado y muy mal enrumbado mandato, el Sr. Trump se beneficia en cambio de la reacción entre chauvinista y cínica a sus ataques prepotentes, así como de la intimidación de sus aliados que lo aplauden o callan cualquier critica contra actos temerarios, que invitan a impredecibles represalias en distintas latitudes. Toda sociedad tiene derecho a la sobrevivencia y por eso, a prevenir. (Que se cuide Corea.) Pero nada en Siria amenazaba la seguridad de EUA. Ni se pretexta.
Los EUA no tiene facultad para sancionar a nadie sin seguir un proceso ni demostrar una culpa. Han hecho justamente eso con decenas de lideres que han ayudado a derrocar, con temibles consecuencias en el Caribe, América Latina, incrementando la inestabilidad alrededor del mundo. Hay que aspirar a llevar a imputados ante tribunales internacionales competentes. Yo como no puedo hacer mas para es efin los acuso aquí y mientras tanto a los que han calcinado a niños inocentes para asegurar su poder los maldigo. Que los arrope el fuego de San Antonio, que se marchite y se pudra su sexo, que se nuble su vista, que se atraganten con sus mentiras y enloquezcan con los alaridos de sus victimas y las trompetas del ultimo juicio. Para secula seculorum. Mientras dure.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas