Hace algunos días he estado revisando el último informe de la CEPAL sobre la situación de la educación en América Latina, en donde sobresalen cuatro capítulos muy interesantes que se refieren a la educación preprimaria, primaria, y la educación secundaria; la educación superior; la educación técnica profesional; y el sostenimiento financiero de los sistemas educativos.
No cabe duda de que este tema ha sido un verdadero dolor de cabeza para todos desde antes de las condiciones excepcionales que sumó el COVID a los sistemas educativos de casi todo el mundo.
En el caso de América Latina, el informe recoge muy buenos análisis sobre las tendencias de comportamiento estadístico que han tenido los principales temas y aunque las principales tasas como la matricula, la tasa de deserción, tasa de egresos- los más importantes en cuanto a logros, porque miden realmente a aquellos que lograron obtener un certificado de salida, pero también sacan a relucir a quienes por desgracia no han sido tan afortunados-, y las evaluaciones de comprensión de contenidos en materias básicas entre estudiantes no siempre llegan a un 70% deseado -o al menos requerido en el sistema educativo superior, puede decirse que reaparece la línea de la revisión de la currícula educativa y las incorporaciones de sistemas de control y calidad como principales temas de agenda para cualquier gobierno, en este caso, una secretaria de educación con una base de sesenta y seis mil maestros para el nivel primario enfrentando por años una carga laboral bastante grande con una demanda educativa que incluye todas las modalidades desde lo presencial, educación a distancia, hasta la modalidad del uni-grado -es decir un maestro tendiendo a tres o seis grados primarios-.
En lo referente al gremio magisterial, todos ellos adscritos a al menos cuatro colegios magisteriales que atienden como pueden las necesidades de los docentes y sus institutos de previsión social casi siempre cubriendo necesidades de financiamiento de préstamos y otorgamiento de proyectos de vivienda; por su parte los liderazgos magisteriales dirigiendo una sindicalización que casi siempre termina en peticiones de aumentos salariales y mejoras a condiciones de infraestructura laboral, u organizaciones especializadas en la materia monitoreando por lo general el buen uso de presupuestos y mejoramiento de condiciones educativas y revisiones de contenidos; mientras que finalmente una secretaria de educación que recoge casi todas estas peticiones por grupos para tratar de lograr bien sea a partir de recientes renovaciones en su estructura organizativa o incorporando poco a poco las respuestas de dichas demandas a cada eje de trabajo, así va dirigiendo este importante sector dependiendo de donde surge un problema para luego enfrentar muchos otros postergados.
En lo concerniente a la educación secundaria -que casi siempre amplia y complementa su oferta con la ayuda de institutos privados- el reto es a nivel de calidad educativa que siempre es la misma, la de recibir como materia prima una población estudiantil que no siempre trae los niveles porcentuales requeridos para continuar en estos niveles, aunado a la presión de resolver ese desnivel hasta lograr el egreso de estudiantes que vayan lo suficientemente preparados para realizar con éxito una prueba universitaria que les permita conseguir un cupo en las aulas de los campus universitarios; ¿es esto posible en cuatro o cinco años de educación secundaria?
Muchas veces la respuesta se encuentra en las tasas de reprobación y repitencia, pero también de vez en cuando un esforzado grupo de excelencia académica nos recuerda que sí es posible cuando existen las condiciones adecuadas -que incluyen a las asociaciones de padres de familia y sus propias condiciones económicas-.
Finalmente en el nivel universitario, más de una veintena de universidades que frecen la posibilidad de entrar a un selecto grupo poblacional del 5% para pregrados universitarios, 3% para maestrías y tan solo un 1% de doctorados; nos sigue insistiendo en que una media de nueve años de nivel educativo como media de país no es suficiente para que estas representaciones porcentuales crezcan; así las cosas sin duda que en los próximos años el sector educativo sigue con un fuerte reto dedicado a equilibrar estos tres niveles que por ahora siguen enfrentando sus propias demandas.
Una vez egresados tampoco existen garantías de meritocracia en el acceso al mercado laboral, tampoco de permitir ningún tipo de creatividades en el uso de las habilidades adquiridas en boca de aquellos que insisten en el “no se puede” o “no es permitido” cambiar esto o aquello, pero la reforma a los sistemas educativos de los países mejor evaluados en la región nos dice que siempre es posible el mejoramiento de la calidad educativa porque cuando se quiere, se puede, y eso lo agradecerán sin dudas los sectores profesionales y empresariales. Hasta la próxima entrega, que estemos bien.
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Abogada penalista. Especialista en criminología, con maestría en Seguridad Humana y Administración de Proyectos. Docente en la Universidad de la Policía de Honduras. Consultora internacional en criminología y seguridad. Ver todas las entradas