Por: Redacción CRITERIO
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Pocas de las palabras de Jesucristo que sobrevivieron el paso del tiempo se refieren al sexo y sin embargo las autoridades cristianas se han preocupado mucho por la cuestión de la moralidad sexual durante casi dos milenios.
En los años recientes, debates sobre la homosexualidad, el aborto, el divorcio, la anticoncepción y las respuestas al abuso sexual de menores han dividido a los cristianos y hecho estragos en la Iglesia.
Pero, si Jesús no tenía mucho que decir sobre el sexo, ¿cuándo y de dónde salieron los preceptos de moral sexual cristianos?
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¿Qué dice la Biblia del sexo?
No todo lo que llegó a considerarse pecado lo fue en un principio.
Todos los cristianos se basan en la Biblia para establecer las enseñanzas y prácticas.
La Biblia contiene el Antiguo Testamento (la Biblia hebrea o hebraica) y el Nuevo Testamento (que consta de cuatro Evangelios y las cartas conocidas como epístolas y atribuidas a Pablo de Tarso y otros escritores cristianos del siglo I AD).
De ese material, el Antiguo Testamento y las epístolas de Pablo han sido clave para darle forma a la ética sexual cristiana.
Varios comentaristas cristianos y las diferentes Iglesias han hecho sus propias y en ocasiones muy distintas interpretaciones.
He aquí unos ejemplos de cómo pasajes de la Biblia han servido para formular la posición frente a asuntos sexuales.
Homosexualidad
Levitico 18:22 “No te acostarás con un varón como con una mujer; es una abominación»
Romanos 1:27 “los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos»
Jesús nunca mencionó la homosexualidad, pero pasajes del Antiguo Testamento y las cartas de San Pablo se usan a menudo para denunciarla.
Hasta el día de hoy la Iglesia católica considera la homosexualidad como un pecado mortal.
Entre las Iglesias protestantes, la opinión está dividida. Algunas ya no lo ven como un pecado distinto a otras variedades de conducta sexual, y otros pensadores prefieren discutir el tema basándose en el énfasis que Jesús ponía en el amor, la fidelidad y la compasión.
Celibato
Es bueno que el hombre no toque mujer»
1 Corintios 7:1
El judaísmo, la religión de Jesús, tenía muy pocas cosas positivas que decir respecto a abstenerse completamente de tener relaciones sexuales.
El giro hacia el celibato en el cristianismo llegó más tarde, en parte debido a comentarios que aparecen en una carta de San Pablo a los corintios.
Fue reafirmado a partir del siglo II, cuando algunos hombres y mujeres empezaron a llevar vidas en el celibato como monjes y monjas.
Matrimonio
El hombre dejará padre y madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne (…) por lo tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre»
Mateo 19:5-6
Mateo reportó que estas fueron palabras de Jesús elogiando el matrimonio monógamo y en contra del divorcio.
No obstante, muy pocos cristianos habrían considerado celebrar su boda en una iglesia durante los primeros mil años de la historia cristiana.
Las cosas cambiaron en el siglo XI, cuando el papa Gregorio VII sometió al matrimonio bajo el control de la Iglesia. En 1184, el matrimonio fue declarado un sacramento (un signo indisoluble de la gracia de Dios), como el bautismo y la sagrada comunión.
Aunque Jesucristo fomentaba la monogamia, también predicaba el perdón por sobre todas las cosas. Cuando le preguntaron si una mujer adúltera debía ser lapidada, respondió: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirar una piedra» Juan 8:7.
Anticoncepción
¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!»
Lucas 1:42
…cuando se llegaba a la mujer de su hermano, derramaba su semen en tierra para no dar descendencia. Pero lo que hacía era malo ante los ojos del Señor»
Génesis 38:9
Las tecnologías anticonceptivas le presentaron nuevos problemas a la Iglesia en el siglo XX.
Al principio, tanto las Iglesias católicas como las protestantes las condenaron, basándose en pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Pero en los años 30, la Comunión anglicana mundial relajó sus reglas y dejó de considerar la anticoncepción como un pecado.
Si Jesús no formuló los preceptos, ¿quién lo hizo?
Tras casi 300 años de persecución a los fieles de Jesucristo, el Imperio romano bajo Constantino adoptó el cristianismo como su religión oficial.
Pero la nueva Iglesia latina no se basó únicamente en la Biblia para establecer sus enseñanzas. Buscó también la guía de teólogos y filósofos, algunos de ellos inspirados en la austera filosofía griega que celebraba el espíritu por encima del cuerpo.
San Agustín con San Ambrosio, dos de los doctores de la Iglesia occidental.
La máxima personalidad de la Cristiandad occidental fue Agustín de Hipona, un teólogo del siglo IV de lo que hoy en día es Argelia, quien reformó radicalmente la visión cristiana del sexo.
Agustín argumentaba que el deseo sexual -lujuria- había animado a Adán a aceptar la propuesta de Eva de probar la fruta prohibida del Árbol de la Sabiduría.
Así fue asociado por primera vez el deseo sexual con los orígenes del pecado.
Su manera de pensar fue quizás responsable del extenso legado de confusión y ansiedad frente al sexo en la Iglesia occidental.
La alianza declarada por San Agustín entre el sexo y el pecado dejó a muchos cristianos de a pie con una sensación de vergüenza ante el deseo sexual y el acto de saciarlo.
Reto a las reglas
La opinión de San Agustín sobre asuntos sexuales unificó a los cristianos por más de mil años, y sigue teniendo influencia en muchos sectores hasta el día de hoy.
Sin embargo, en la Alemania del siglo XVI ocurrió algo que desafió radicalmente el vínculo entre el sexo y el pecado original.
Una revolución sexual
Martín Lutero, con su familia: predicando con el ejemplo.
A partir de 1517, Martín Lutero, el instigador de la Reforma Protestante, rechazó las enseñanzas de Agustín de que el sexo era pecaminoso.
Al contrario, declaró que el sexo entre un hombre y una mujer era un regalo de Dios (mientras estuviera confinado al matrimonio).
Lutero denunció la tradición católica según la que todos los sacerdotes tienen que ser célibes, advirtiendo que sus deseos sexuales podrían terminar siendo canalizados en direcciones peligrosas.
El fraile teólogo animó a los sacerdotes a casarse y predicó con el ejemplo. Negó que el matrimonio fuera un sacramento de la Iglesia. Si no lo era, entonces tampoco era necesariamente indisoluble, por lo tanto el divorcio podía ser aceptable (aunque lamentable).
Legado de Lutero
Para Lutero, era la fe en Dios lo que traería el perdón por los pecados y la salvación, no las buenas acciones ni el arrepentimiento por las malas.
Eso llevó al énfasis en la merced divina y el perdón, que en la época moderna ha sido usado para justificar perspectivas más liberales en varias Iglesias cristianas.
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Sin embargo, en la Alemania del siglo XVI ocurrió algo que desafió radicalmente el vínculo entre el sexo y el pecado original.
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