Iglesia Católica tiene cinco nuevo sacerdotes en Olancho

Por: Redacción CRITERIO

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JUTICALPA, Olancho. En medio de una desbordante alegría y una multitud de feligreses congregados en el gimnasio Nicolás D´Antonio de esta ciudad, las autoridades de la iglesia católica ordenaron a cinco nuevos presbíteros.

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Se trata de Walter Daniel Quiroz, originario de Nueva Palestina, Patuca; Julio Avila, oriundo del barrio El Edén, Juticalpa; Héctor Adolfo Juárez, oriundo de la aldea La Concepción, en esta jurisdicción; Orlin Cruz, originario de Valle Alegre, Juticalpa, y Kevin  González, oriundo de la aldea Los Horcones, San Juan de Guarizama.

La ordenación sacerdotal fue presidida por el obispo de la Diócesis de Juticalpa, monseñor José Bonello, acompañado de su predecesor en ese cargo, monseñor Mauro Muldoon, quien ahora residente en Boston Estados Unidos y todos los presbíteros que trabajan en las diferentes parroquias del departamento de Olancho.

 El inmueble, testigo del magno evento para le feligresía católica, adscrito a la parroquia Santa Gertrudis, al costado sur de esta ciudad, resultó insuficiente para albergar a las personas asistentes, procedentes de Olancho, Tegucigalpa y otros sectores del país.

Debido a que es la primera vez que la iglesia católica ordena a cinco presbíteros en el mismo evento, este se convierte en un acontecimiento histórico, sin precedentes, estimaron muchos de los presentes.

Tras la ordenación, monseñor Bonello dijo sentir mucha alegría con la adquisición de los nuevos presbíteros, quienes trabajaran para la obra del Señor, y les pidió hacerlo con humildad y obediencia.

“Un sacerdote es aquel que sirve a Dios y su pueblo a cambio de nada, es el buen pastor que cuida a sus ovejas con piedad y buena voluntad”, les recordó a los nuevos misioneros.

“Digan a sus familiares y amistades que los quieren mucho, pero de ahora en adelante trabajan para Yahveh, es decir, tienen una vida y un destino diferente”, recalcó.

Reaparece obispo gringo

Entre la multitud de feligreses destacó el obispo jubilado de la Diócesis de Juticalpa, monseñor Mauro Muldoon, quien se trasladó a Juticalpa desde la ciudad de Boston, Estados Unidos, donde reside actualmente en una parroquia franciscana.

“Tengo el privilegio de compartir con ustedes, me siento muy alegre de estar en de nuevo en tierras olanchanas”, dijo cuándo la cedieron la palabra.

“También me alegra informarles que el próximo 11 de junio cumplo 50 años de sacerdocio. Los primeros 3 años los pase trabajando en las montañas de Olancho con los delegados de la palabra, quienes hacen un trabajo extraordinario”, agregó.

El gimnasio Nicolás D'antonio lució abarrotado de feligreses
El gimnasio Nicolás D’antonio lució abarrotado de feligreses

 Presbíteros prometen humildad, obediencia y misericordia

Los nuevos sacerdotes católicos agradecieron a Dios por la misión encomendada y prometieron trabajar con humildad, obediencia y misericordia en este mundo terrenal.

Walter Daniel Quiroz, oriundo de Nueva Palestina, Patuca, y quien habló a nombre por los cinco padres ordenados, dijo que “hoy se cierra y se abre un capítulo nuevo en nuestras vidas como nuevos presbíteros”.

“Comenzamos una nueva etapa como nuevos ministros consagrados, según el corazón de Jesús,  se nos invita a que miremos con ojos de misericordia al salir a buscar  y salvar lo que está perdido”.

“Transmitiendo palabras de alegría, en la cual hemos recibido de la misma palabra de Yahveh y así recordando a nuestras madres, abuelas, catequistas, que nos han transmitido la palabra del Señor Dios, la fe, el don de la fe”, agrego.

“Se nos invita a enseñar lo que creemos y poner en práctica lo que enseñamos, de esta forma el perfume de nuestras vidas será el testimonio de vida, ya que el ejemplo edifica, construye y lo mantiene firme”, dijo Quiroz.

“Recordemos que nuestro sacerdocio no es nuestro, sino de Dios y de la iglesia. Tengamos presente en lo más profundo de nuestro corazón, el ejemplo del buen pastor, que no vino para ser servido, sino servir a los demás”.

“Siempre que celebremos el misterio de la muerte y resurrección de nuestro señor, nos esforcemos para hacer morir en nosotros el mal”.

“Agradecemos a Dios, porque ha sido el  motor y guía de nuestra formación, gracias al Señor que nos llamó desde una realidad de vida y no se fijó en lo que éramos ni en que hacíamos”.

“Nos eligió no porque éramos perfectos, sino para capacitarlos en la escuela del discipulado, y le pedimos que nos siga guiando por el camino de la santidad”, concluyó.

 

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