Por: Manuel Torres Calderón
Cada mañana, temprano, de lunes a domingo, invariablemente, bajo lluvia o sol, días hábiles o feriados, siempre y cuando se imprimieran los periódicos, René se colocaba, amistosamente al acecho frente a nuestra casa en La Campaña y hacía notar desde el portón que nos dejaba la edición de Diario tiempo y, posteriormente, de El Heraldo. No era una suscripción, el pago se lo hacíamos una vez por semana, usualmente el sábado.
Cuatro décadas después, ocasionalmente, veo a René en una esquina próxima a la sede de la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa. Siempre vocea periódicos, bueno, lo poco que va quedando de ellos. Nada es igual al origen de mis recuerdos. René engordó y perdió pelo, seguramente igual que la mayoría de los varones que éramos sus clientes. El Tiempo, edición impresa, cerró operaciones el 27 de octubre de 2015, “luego que la familia Rosenthal se vio involucrada en el lavado de activos y tras 45 años de informar a Honduras” y yo no recuerdo cuando fue que compré mi último periódico.
Lo más probable es que aquella época de la empresa periodística y del periodismo ya no vuelva. Se acabó. La pandemia representó casi su tiro de gracia, pero su agonía terminal data de años atrás, estrechamente ligada a una crisis de legitimidad y a la revolución digital que ha transformado al mundo.
Ni siquiera grandes instituciones como el New York Times o Le Monde escapan a la guadaña de los nuevos tiempos. Para no entrar en detalles reflexivos mucho menos caer en la nostalgia, que no es el caso de esta nota, la información y los medios que la transmiten viven (o sufren) un cambio de época. Desde la aparición de los primeros sitios web de noticias, a mediados de los años 90, hasta la fecha el universo hegemónico es digital, en continuo proceso de transformación tecnológica y de las reglas que lo rigen.
Un universo de competencia feroz, de surgimiento y desaparición diaria de miles de micrositios, donde la búsqueda de información, su distribución y consumo aún no está clara.
En ese universo, del que obviamente Honduras no es excepción, siempre llama a reflexión y congratulación que un medio digital, “nativo digital”, como dicen los especialistas, cumpla siete años de fundación y siga adelante en su esfuerzo. Ese es el caso de Criterio.hn, un espacio hondureño de periodismo informativo, de profundidad, interpretativo y de opinión alternativa que el 1 de mayo de 2020 suma siete años de existencia bajo la dirección y coordinación de los periodistas Jorge Burgos y Emy Padilla.
Cronológicamente siete años son pocos, pero en la vida de una empresa periodista son muchos. No son años que se miden en días, sino en esfuerzos, en batallas continuas de gestión financiera y contenido, por garantizar su sostenibilidad pero también por defender la independencia editorial, la honestidad y el compromiso por la veracidad. Una tarea compleja en un país de institucionalidad represiva, con una oligarquía de poderes mediáticos opuestos al cambio.
Cuando Jorge Burgos me compartió su satisfacción de llegar a siete años los definió como “siete años de hacer periodismo incómodo”. Efectivamente, creo que esa es la clave de su supervivencia, tutelar un espacio que no se acomoda, que indaga, investiga y que no se atiene a la versión oficial de los hechos. Eso, pese al cambio de época que aludíamos antes, es volver a la raíz del Periodismo. A crear un vínculo de relación confiable con sus audiencias, a entender su misión de fiscalización y auditoría social, a comprender su papel de informar con apego a los hechos más que a las ideologías partidarias o intereses de élites.
A entender su papel en la sociedad, no de “cuarto poder”, no de consecución de privilegios personales, sino de pieza clave en el engranaje mayor del Derecho a la Libertad de Expresión y a la Verdad; derechos que no nos pertenecen a los periodistas, ni a los medios de comunicación, sino a la sociedad, a cada una de las personas que la integran. Ser parte de ese proceso es un privilegio y una gran responsabilidad.
En ese contexto deseamos larga vida a Criterio.hn, a todos los que forman parte de ese proyecto y que sigan sumando años y éxitos en pos de su objetivo de trasmitir “información de actualidad y profundizar en los hechos que el poder pretende ocultar”.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas