Por: Pedro Morazán
Eran las ocho de la mañana de un día de octubre dorado en Bonn, cuando escuché los golpes que daba mi amiga Kanshana Lanzet, con los nudillos de sus dedos en la ventana de mi cocina. No hubo gran sorpresa pues la visita era esperada, aunque no estaba tan seguro de estar despierto o dormido, al intentar preparar mi mañanero café negro. Al ver a Peter, el esposo de Kanshana, en la puerta de mi casa, me di cuenta de que nuestra cita se estaba haciendo realidad y de que debía apresurarme, ya que era víctima de la puntualidad teutona. Mi cansancio se debía a que había tenido una noche corta e inquieta moviendo mis pensamientos entre ”La muerte en Santa Rita” y “El peligro de estar cuerda”. Tengo la mala costumbre de empezar a leer nuevos libros antes de terminar los ya iniciados.
El motivo principal de tanto esmero era, sin embargo, que no quería llegar a la Feria del Libro de Fráncfort sin un mínimo de preparación y un máximo de expectativas. Me había propuesto escudriñar lo más nuevo de la narrativa feminista y “femenina” (no me gusta el adjetivo) de la tan amada península ibérica. Media hora más tarde estábamos ya los tres en la autopista rumbo a Frankfurt, discutiendo efusivamente sobre la idea del capitalismo promulgada por Ulrike Herrmann en su último libro “Das Ende des Kapitalismus” (El fin del capitalismo). La verdad es que el título no me parecía original, pero Herrmann era una de las invitada especiales de ese día a la Feria del Libro. Peter y Kanshana tenían pues, la misión de ofrecerme, al regreso, un informe pormenorizado de las discusiones en torno al libro.
Cosplay
Si bien es cierto que las motivaciones del trío no eran en todo las mismas, mis amigos (antropóloga india ella, etnólogo alemán él) compartían conmigo el deseo de saber qué sorpresas tenía para nosotros la tan apreciada feria, después de dos años de ausencia por motivo de la pandemia. Se dice por allí que es la feria del libro más grande del mundo.
La primera agradable sorpresa, apenas llegados a la estación de bus, fue ver a muchos jóvenes, en su mayoría adolescentes, disfrazados con hermosos trajes de figuras con cuerpos y semblantes mágicos. Al principio pensábamos que se trataba de un truco propagandístico para anunciar algún producto de la sociedad de consumo.
Luego de algunas horas de ver que se trataba de hecho de muchas historias caminando por los pabellones de la feria nos atrevimos a preguntar a uno de los jóvenes, qué había detrás de la acción. Nos dimos cuenta, por primera vez, que se trata de “Cosplay”, una subcultura consistente en asumir el rol de algún personaje de mangas, animes, cine, libros o videojuegos. No sin algo de vergüenza, pregunté a mi hija de 17 años, al regresar a casa, en qué consistía el Cosplay. Después de criticar ligeramente mi ignorancia arcana, me dio un charla sobre el fenómeno Cosplay y de por qué debemos tomarlo en serio. Después de escuchar tan profunda explicación, me hubiese gustado retroceder en el tiempo ese día y volver a los pabellones para observar a los cosplayers con otros ojos, ya menos ignorantes y más llenos de futurismo.
Música en las palabras
La primera tertulia que visité, después de separarme de mis amigos, reunía a tres poetas bajo el título “Música en las palabras”. Se trataba de Miren Agur Meabe (vasca), Yolanda Castaño (gallega), Mariano Peyrou (madrileño nacido en Buenos Aires) y Elena Medel (andaluza). Las cuatro cerraron la tertulia leyendo un poema en su lengua materna y allí me quedó confirmado, que sin importar la lengua, la poesía es una partitura universal que armoniza las palabras.
Un poema es como una partitura de palabras. Escuchar tales definiciones de alguien que, como Peyrou, además de escribir poesía es también músico, despierta en mi algo más que curiosidad. Me llevé a casa “Oídos que no ven” de Peyrou, esperando un día conocer también su prosa. Uno de las obras conocidas de Miren Agur es “Como guardar ceniza en el pecho”, que a mí me cala profundo. La verdad es que ese poemario de esta gran escritora y traductora nacida en Lekeitio nos hace ver por qué fue el primer libro escrito en euskera que ganó el Premio Nacional de Poesía de España en 2021. Escuché por primera vez un poema en lengua gallega, de la boca de Yolanda Castaño, y quedé fascinado de la abarcante musicalidad de esa lengua. El tema se refería a los niños, a todos, a los nacidos y a los no nacidos, a los imaginados y a los deseados. Yolanda Castaño tiene varios poemarios individuales, entre los que destacan Vivimos en el ciclo de las Erofanías, Libro de la Egoísta, Profundidad de Campo o La segunda lengua. Nos dejó levitando esta primera tertulia.
El peligro de estar cuerda
Recuerdo que cuando en 2007 leí por primera vez “Historia del Rey transparente”, la extraordinaria novela histórica de Rosa Montero, quedé tan fascinado que empecé a buscar más obras de ella y aún hoy, soy uno de sus innumerables “seguidores”, para expresarlo en lenguaje moderno. De tal manera que la entrevista con Rosa era para mi uno de los highlights de la feria de este año. Nunca la había visto en persona y la verdad es que creo que el título de su obra más reciente “El peligro de estar cuerda”, la define seguramente de manera esencial. Después de escucharla describir(se) y conocer por su boca que nuestro cerebro es un órgano extraordinario portador de infinidad de circuitos eléctricos que, especialmente en nuestra niñez denotan enorme actividad, mi curiosidad no hizo más que aumentar. Ser “normal” no existe, nos aclara. La realidad que percibimos no existe y nuestros ojos son portadores de puntos ciegos que, de hecho, no percibimos pues los vacíos son llenados por el cerebro. Estos vacíos solo pueden ser superados por la actividad cerebral que sustituye lo que no podemos ver. Aún no he leído su libro, lo admito, lo empecé, pero para disfrutarlo mejor, me prometí retomarlo quizá en paralelo con algún filósofo empirista. Uno nunca sabe.
Fue un deleite escuchar cómo nos confesaba su experiencia de persona “no cuerda”. No sin orgullo personal, nos confesaba que son precisamente esos “cortos circuitos” cerebrales los que caracterizan a las personas creativas y creadoras. Si ella se sube a un ascensor no puede evitar pensar en algo extraordinario. Así, por ejemplo, que al abrirse las puertas se encuentre en la salida con un cadáver tirado sobre un charco de sangre. Entonces si existe ese vínculo entre la creatividad y la locura. Lo normal no existe porque ningún ser humano sobre la tierra concentra en sí, al mismo tiempo, todos los atributos que vuelven a una persona “normal”. Por suerte. Escribir para evitar el espanto de pensar en la muerte, es también otro de las trampas que le ha puesto a ella la mente. Al final tenía yo la sensación de que 45 minutos eran demasiado poco tiempo para disfrutar el torrente de creatividad que puede ofrecernos su “locura”. Creo que solo una camisa de fuerza podría impedirme terminar de leer “El peligro de estar cuerda”.
Tiempo y vida
Maria Barbal, Elia Barceló y Anna Freixas tematizaron en su tertulia, la edad desde una perspectiva de género, con una buena dosis de humor. No es un tema para nada banal, el edadismo es una de las formas más crueles y absurdas de descriminación. Me llamó mucho la atención el contraste entre el tono tranquilo y conciliante de la catalana Barbal y el más comprometido de la también feminista catalana Anna Freixas, quien como sicóloga se ocupa también de manera profesional con el tema de la edad en las mujeres. Nos recordó, en tono más serio que jocoso que las mujeres están mejor equipadas con su clítoris que los hombres con un pene que con la edad sucumbe a las leyes de Newton. No es el único motivo por el que creo que su obra entera merece ser leída, no solo por mujeres, sino también por hombres.
De las tres Elia Barceló era para mi la única conocida hasta la fecha. Las sombras de “El color del silencio” me gustaron tanto que por eso me decidí a adquirir su última novela titulada “La muerte de Santa Rita”, en la que el tema de la edad juega un papel central. Fue muy divertido escuchar de su boca que en sus obras del llamado “género negro o del misterio” ella nunca “mata mujeres”, como suele ocurrir con sus colegas masculinos. Ella “mata sistemáticamente” a los hombres, preparándolos primero para que a la altura de la página 160 en adelante, el lector y la lectora se sientan felices de que por fin alguien mató al malvado. Confiesa que suele transportar personajes en sus obras. Tal es el caso del inspector Wolt Almann que de tanto actuar ya es víctima también del envejecimiento. Quisiera recalcar que la moderación de Marta Fernández fue de por sí, una de las riquezas especiales de la ronda.
Crear o criar: ¿El dilema de las madres?
Marta Fernández también logró moderar de manera magistral la interesante ronda de escritoras extraordinarias que para mí eran totalmente desconocidas hasta la fecha. Se trata de Katixa Agirre Miguelez, Nuria Labari y Silvia Nanclares.
Marta Fernández inicia la ronda con la ambivalencia que tienen para las mujeres dos palabras que cuentan con la misma etimología: crear y criar. Ambos verbos vienen del latín “creare”. La palabra criar está por lo general más asociada a los verbos alimentar y cuidar y de allí su vínculo con el rol que asume la madre en la crianza de los hijos. El dilema entonces es la cuerda floja en la que les toca moverse a las madres escritoras o las escritoras madres, sin convertirse en lo que en alemán se conoce como una “Rabenmutter” (madre cuervo), es decir aquellas madres que dejan el cuidado de sus hijos en manos de una guardería antes de ellos cumplan los tres años de edad. Un tema muy actual, pues del otro lado se solía poner como modelo a seguir a la “súper madre” (Übermutter). Fue una discusión muy rica en la que se llegó también a tematizar el tema de la reproducción asistida como horizonte, que es el argumento de la novela de Silvia Nanclares “Quien quiere ser madre”.
La creatividad desborda
Fue un viaje corto pero reconfortante por la Feria del libro de 2022. Evidentemente que había mucho más que ver de la creatividad desbordante que nos ofrece la narrativa española contemporánea en otras salas y en otros días. Pero soy solo un simple y mortal economista sin pretensiones de volverme crítico literario. La idea de este artículo consiste en dar una humilde opinión personal sobre un tema de interés general y las impresiones de un día de visita solamente. Evidentemente que había mucho más que percibir en diversos campos de la narrativa española que incluyen también la no ficción o la dramaturgia entre muchos otros. Quizás solo baste agregar que el programa para el Invitado de Honor – España – ha sido muy rico y multifacético, lo que es parte de la esencia de ese país.
Al final regresamos los tres muy satisfechos a Bonn. Recibimos la noticia de que el escritor y músico ucraniano Serhij Zhadan recibió el “Premio de la Paz de los libreros alemanes”. Su novela “Orfanato” será publicada próximamente. Su último libro, “El cielo sobre Járkov”, es una recopilación de textos sobre la guerra de agresión rusa. De regreso a casa aludíamos a la famosa frase de Heráclito de que “la guerra es el padre de todas las cosas”. Lorenzo Silva, uno de los grandes referentes de la narrativa española, nos dice en “Nadie por delante” que “hay una guerra, … pero la mayoría de nosotros la vemos desde demasiado lejos para sentirnos interpelados”. No perdamos la esperanza de alcanzar algún día la paz en la tierra.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas