Por: Redacción CRITERIO
El jefe de Exxon Mobil, Rex Tillerson, dirigirá el Departamento de Estado de la Administración de Donald Trump.
El presidente electo de EE.UU., Donald Trump, ha sido quien confirmó oficialmente el pasado martes su intención de colocar a Tillerson a la cabeza de la Diplomacia estadounidense, de acuerdo con un comunicado del equipo de transición de Trump.
«Su tenacidad, amplia experiencia y profunda comprensión de la geopolítica lo convierten en una opción excelente como secretario de Estado. Promoverá la estabilidad regional y se centrará en los intereses fundamentales de seguridad nacional de EE.UU.», indica el comunicado.
El presidente y director ejecutivo del gigante petrolero Exxon Mobil, según destacan los medios, es un hombre de ‘numerosos contactos con Rusia’ y, de hecho, en 2013 fue galardonado con la Orden de la Amistad de Rusia y en 2014 se pronunció en contra de las sanciones impuestas al país euroasiático.
Es por ello que los republicanos en el Congreso ven con recelo cualquier posibilidad de acercamiento o cercanía a Rusia, razón por la que el proceso de confirmación de Tillerson en el Senado podría encontrarse con problemas.
Al igual que Trump, Tillerson, de 64 años, no tiene experiencia alguna en política ni diplomacia. Sin embargo, sí que tiene una amplia trayectoria internacional y contactos por todo el mundo.
Los medios estadounidenses auguran un periodo lleno de controversias para Tillerson. El diario The New York Times, por ejemplo, destaca su inexperiencia y cuestiona que Tillerson pueda anteponer los intereses de Washington a los de las corporaciones y empresas.
El que sería encargado de representar a la nueva Administración estadounidense ante el mundo, conforme a algunos amigos y socios de Tillerson citados por el rotativo The Wall Street Journal, es muy próximo al presidente ruso, Valdimir Putin.
En medio de tensiones no vistas desde la Guerra Fría entre EE.UU. y Rusia, Trump alabó durante su campaña, en numerosas ocasiones, y se mostró muy interesado en mejorar las relaciones de Washington con Moscú. Incluso, en una entrevista, llegó a asegurar que, de ser presidente, reconocería a Crimea como parte de Rusia.
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