Por: Marlin Oscar Avila
Una decena de gobiernos dentro de la OEA (11), animados por el uruguayo servil, Luis Almagro, apadrinados por el Pentágono, quieren invadir militarmente a Venezuela, puesto que Trump requiere del permiso del Congreso, antes de hacerlo bilateralmente. Yemen, en medio oriente, el país más golpeado y desangrado del universo, acaba de darle una lección militar histórica a Arabia Saudita, quien desde 2015 bombardea a su población, apadrinado por EUA y algunos europeos, causando medio millón de víctimas, mientras la comunidad internacional ha vuelto a ver hacia otro lado. La destrucción de dos plantas petroleras que producen poco más del 5% de petroleo mundial, tiene consecuencias que aun siguen evaluándose.
Acaso Venezuela no les daría otra de esas lecciones a los borregos gobernantes sometidos a la Casa Blanca. ¡Eso estaría de maravillas!, puesto que dejaría en vergüenza general a estos gobernantes conservadores, traidores a la patria, acostumbrados a reprimir a sus pueblos desarmados. Nadie duda sobre el gran negocio que hay detrás de estas fuerzas policiales y militares en cuando a los negocios de equipos para la represión a los pueblos que se manifiestan pacíficamente.
Esto no nos distrae para ver cómo, también, se están armando militarmente cada uno de esos países como si van a una guerra próximamente, utilizando las finanzas que pagan los ciudadanos en impuestos, para armamento en lugar de utilizarlo para servicios sociales públicos. El centro industrial y del mercado armamentista está en el norte, pero, el hecho que hay otras potencias que también producen armas de gran calado, que están del lado venezolano, persuaden a los que reactivan el TIAR, de mantener la cautela. Una invasión armada a Venezuela podría ser el fin de las dictaduras militares, de gobiernos ultraconservadores y productos de golpes judiciales existentes en nuestro continente.
Esto incluye a países muy pequeños en varios sentidos, como Guatemala, El Salvador, Honduras y Haití. De un conflicto bélico regional, se aprovecharían algunos sectores sociales, incluyendo a carteles de la droga, lavado y tráfico de personas. Los gobernantes corruptos en procesos de investigación y en procesos judiciales tendrían suficiente distracción pública para lograr la impunidad. Los jóvenes desempleados podrían ser utilizados como fuerzas irregulares (paramilitares), el sicariato crecería y otros sectores de la delincuencia existente encontraría tierra fértil para sus fechorías. Países, relativamente sanos, se contaminarían de todo estos flagelos y servirían de refugios para una enorme población que huiría de los conflictos bélicos.
No obstante, creemos que éste camino de la O.E.A. no debe ser el proceso de una solución adecuada, puesto que habría mucha víctima inocente civil, además, de la crisis económica y social que cualquier guerra produce. Venezuela está concretando sus negociaciones con la parte de la oposición que piensa más en su pueblo, lo que puede ser una tabla de salvación para una salida democrática negociado, aunque el Concejo de la O.E.A. y el Departamento de Estado de EUA no lo quieran así.
Lo que debemos hacer los latinoamericanos es reestructurar nuestros gobiernos ultra-conservadores y los organismos multilaterales que no representan las exigencias de nuestros pueblos, para que situaciones como éstas no se vuelvan a presentar, poniendo en precario toda nuestra vida social, económica y política.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
Este analista que piensa del régimen de Daniel Ortega, porque a pesar de se su vecino más cercano no lo mrncio a y habla de otros más lejanos.
Que enfoque más pirrico, trasnochado y ambiguo.