Por: Carlos Zelaya Herrera
La serie de conflictos intestinales que de forma tumultuosa enfrentan casi desde su origen los dos principales partidos políticos de oposición del país, libertad y refundación, libre y el partido anticorrupción, PAC, parecen emanar de la propia naturaleza política-social conflictiva de la que se derivan.
El panorama político de cara a las primarias de marzo y a las generales de noviembre, luce una dinámica pocas veces vista en el que por un lado se muestra la reagrupación de fuerzas del bipartidismo, mayor fraccionamiento opositor y la posibilidad de un consenso interpartidario frente al proyecto de reelección presidencial.
Los primeros disensos se dieron en libertad y refundación, cuando al nomás tomar posesión de sus curules en el congreso nacional, se anunció la salida de su bancada del diputado Eduardo Coto, que sin disimulos se alió a la bancada oficialista.
A esto vino una sucesión de deserciones hasta que libre perdió un número de 10 parlamentarios que a esta jornada ahora forman parte de los asientos del partido liberal y vamos, otrora democracia cristiana, hasta que su membresía mermó a 29 parlamentarios fieles a sus electores y a la coordinación que ejerce el ex presidente, Manuel Zelaya Rosales.
Similares situaciones tocaron vivir al partido anticorrupción, PAC, cuando en marzo de este año trascendió que las diputadas Kritza Pérez, Ana Joselina Fortín, Marlene Alvarenga y Oscar Palacios fueron suspendidos por desobedecer la línea de la entidad política.
A finales de octubre Kritza Pérez se alió al partido liberal, Ana Joselina Fortín ya lo había hecho en septiembre al partido nacional, Marlene Alvarenga, a la que se le unió el parlamentario Liberato Madrid, mantiene una fuerte pugna legal porque su corriente sea inscrita para participar en las elecciones primarias de marzo del 2017.
En agosto pasado tanto el tribunal supremo electoral como el propio Salvador Nasralla confirmaron que la entidad cuyo símbolo es la flor de lis, afirmaron que dicha entidad no celebraría elecciones internas debido a que contaba únicamente con un movimiento interno.
En libre la dicotomía política no permeó en favor del disentimiento político que representan el movimiento renovación partidaria, MRP, liderado por Rasel Tomé; 5 de Julio, que dirige el economista Nelson Ávila y pueblo libre, representado por Benedicto Santos.
Es así como antes del mes de octubre, en que acontecieron las primarias en libre, ya se hablaba de que varios movimientos llevaban a Xiomara Castro de Zelaya como candidata presidencial, no así el MRP y 5 de Julio, hoy con la espalda en la lona por determinación del organismo electoral.
Este órgano determinó no inscribirlos por presuntas inconsistencias en dichas facciones, debido al número insuficiente de firmas conforme a determinado porcentaje de votos obtenidos en las elecciones generales del 2013.
Tomé consideró que la exclusión es una actitud recurrente del oficialismo de su partido, que hoy le corta el derecho de ir a elecciones primarias por pretender poner de dedo a los candidatos a diputados, diputadas, alcaldes y alcaldesas.
En este mar revuelto, plagado de acusaciones y contra acusaciones en ambos partidos, trasciende una tendencia que también ha sido vituperada a lo largo de estos tres años de gobierno, como es el reto de construir una alianza que impulse la candidatura única opositora.
Quienes más suenan en esa dirección son Libre, PAC y el minoritario Innovación y Unidad; y agazapados lucen algunos movimientos internos del Partido Liberal proclives a una mayor oposición al gobierno nacionalista y a su proyecto de reelección presidencial.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas