Un análisis presentado por expertos y productores destaca que la resilencia frente al cambio climático exige prácticas agrícolas sostenibles, diversificación de cultivos y mayor articulación institucional.
Hacia 2050 la productividad de los principales granos básicos podría disminuir severamente en varias regiones del país, poniendo en riesgo el sustento de miles de familias campesinas
Tegucigalpa. Honduras se enfrenta a un desafío creciente: cómo garantizar la seguridad alimentaria en un contexto de cambio climático que amenaza directamente a los principales granos básicos del país. Así lo advirtió Axel Schmidt, asesor de ciencia e investigación agrícola de Catholic Relief Services (CRS), durante la presentación sobre la adaptabilidad de los cultivos frente a las nuevas condiciones climáticas.

Adaptarse al cambio climático requiere combinar prácticas agrícolas sostenibles, diversificación productiva, nuevas variedades de semillas y manejo integral de suelo y agua; «es un conjunto de medidas que aumentan la resiliencia de los productores», destacó Axel Schmidt. Foto: Breidy Hernández/Criterio.hn
Una herramienta digital que está en proceso de validación con agencias de apoyo agricola y productores, ofrece proyecciones sobre la producción agrícola a mediano y largo plazo en distintos territorios del país. “No podemos adaptarnos a lo que no conocemos. Esta herramienta busca dar información precisa, por sitio y localidad, sobre cómo responderán los cultivos en las próximas décadas”, explicó Schmidt.
Además, el investigador resaltó la necesidad de un mayor involucramiento de las instituciones estatales, especialmente en la investigación agrícola, políticas de manejo de suelo y la asistencia técnica en el campo. «El Estado, las organizaciones de cooperación, los productores y el sector privado deben articular esfuerzos. Solo juntos vamos a poder responder», señaló.
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MAÍZ, FRIJOL Y CAFÉ BAJO AMENAZA
Analisis de tendencias de producción de las últimas décadas junto con modelos climáticos de las próximas decadas, muestran especial preocupación en tres rubros fundamentales: maíz, frijol y café, que son la base de la dieta y el sustento económico de miles de familias campesinas.

La productividad de estos cultivos se verá reducida en varias zonas del país hacia 2050. “En los peores escenarios, un productor que hoy cosecha 20 quintales de frijol podría llegar a producir apenas 10, lo que comprometería la alimentación de su familia y el abastecimiento del mercado nacional”, detalló el investigador.

Sin embargo, la situación no es homogénea. Mientras algunas regiones experimentan pérdidas, otras –como las zonas de mayor altitud– podrían ver oportunidades de producción gracias a las variaciones de temperatura que favorecerán al maíz y otros cultivos.
Desde la mirada de Lilian Marisol Vigil, productora de Santiago de Puringla, La Paz, la situación actual en su zona todavía no muestra grandes afectaciones, pero reconoce con preocupación que hacia el 2050 podrían verse severos impactos en la producción agrícola local.

Menciona que la pérdida de bosques y la escasez de agua ya son signos de alarma para el futuro, e incluso la producción de miel —actividad clave para su familia— ha descendido en los últimos años, perfilando un escenario de mayor incertidumbre frente al avance del cambio climático.
Entre las recomendaciones presentadas sobre los impactos del cambio climático en los medios de vida de los pequeños agricultores se destaca la necesidad de diversificar la producción, mejorar la gestión del agua, introducir variedades más resistentes y fortalecer la recuperación de suelos degradados.
Además, Schmindt presentó la versión Beta de una plataforma digital que integra información climática, edáfica –perteneciente o relativo al suelo— y agrícola de más de 28 cultivos. Está diseñada para ser utilizada por productores, municipios, organizaciones y autoridades como una guía para definir estrategias de adaptación y orientar inversiones futuras. Los diseñadores siguen recibiendo retroalimentación de los productores y otros tomadores de decisiones en agricultura para mejorar la herramienta y diseminarlo para uso más general.
Es importante mencionar que el mensaje central es claro, los granos seguirán siendo fundamentales para la dieta y economía del país, pero su sostenibilidad dependerá de la capacidad de adaptación que se logre construir desde ahora, articulando esfuerzos entre productores, instituciones estatales y organismos de cooperación.
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PRODUCTORES ENTRE SEQUÍAS, QUÍMICOS Y LA NECESIDAD DE UN FUTURO AGROALIMENTARIO SOSTENIBLE
Al hacer un análisis sobre los impactos del cambio climático en la producción agrícola de Honduras, Gisela Cabrera, gerente de estrategia Agua y Suelo para la Agricultura (ASA) de CRS, subrayó que el país enfrenta retos críticos debido a la degradación de los suelos y la escasez de agua en el Corredor Seco, lo que ha golpeado severamente la producción de maíz y frijol, cultivos esenciales para la seguridad alimentaria.

“El enfoque de agricultura sostenible permite a comunidades rurales hacer frente a la escasez de agua y proteger sus medios de vida” enfatiza Gisela Cabrera. Foto: Breidy Hernández/Criterio.hn
Cabrera explicó que, aunque Honduras es uno de los países más vulnerables de la región, los proyectos implementados por CRS han mostrado que prácticas de restauración y conservación del suelo pueden mejorar los rendimientos, incrementar los ingresos de los pequeños productores y fortalecer su resiliencia frente a sequías prolongadas.
Desde una visión crítica, Wendy Cruz, representante de Vía Campesina, advirtió que la industrialización de la agricultura ha dejado un fuerte desequilibrio en el uso del suelo y del agua, lo que se refleja en la proliferación de plagas y enfermedades que ponen en riesgo cultivos claves como el café.
Para Cruz, la transición hacia un modelo agroecológico sin químicos no solo es una respuesta urgente al cambio climático, sino también una vía para garantizar alimentos más saludables y reducir los costos en salud pública, pues actualmente los consumidores se enfrentan a productos cargados de agroquímicos que afectan tanto al ambiente como a las personas.
Entre tanto, Honduras necesita redefinir con urgencia su modelo de producción agrícola, fortaleciendo las capacidades de los pequeños productores y asegurando que las políticas públicas respondan de manera diferenciada a cada sector con un enfoque integral que vincule a municipalidades, gobierno y comunidad productora. En un país que ya resiente los embates del cambio climático, el desafío no es solo producir más, sino producir mejor y con justicia social.





