Autoridades de Seguridad de Honduras no tienen bases ni políticas para enfrentar problema de las maras

Por: Redacción CRITERIO

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Tegucigalpa.- Este martes la Fundación Friedrich Ebert presentó el informe “Maras y Violencia.  Estado del arte de las maras y pandillas en Honduras», elaborado por el investigador Tomás Andino,  donde destaca que no hay información fidedigna sobre  cuántos son los integrantes de estos grupos y también subraya  la visión unilateral que tienen los organismos de seguridad del Estado donde solo destacan la dimensión violenta de las mismas.

Mesa principal de la presentación del informe
Mesa principal de la presentación del informe

Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza y comentarista del informe enfatizó las autoridades manejan diferencias abismales. Recordó que Oscar Álvarez,  cuando era ministro de seguridad decía que había 30 mil miembros, luego la Asociación  JAH-JAH dijo que eran 14 mil, seguido de eso un informe de USAID dijo que eran 26 mil mareros  y en el 2012 el programa de rehabilitación dijo que solo eran 5 mil.

Esto demuestra que no existe un punto medio o una aproximación que relate la verdad sobre cuántos son y así diseñar un programa para poder atender este problema social que enfrenta el país.  

Guadalñupe Ruelas, director de Casa  Alianza
Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza

Conclusiones y Retos encontrados

  1. El problema con el abordaje del fenómeno de las pandillas juveniles comienza porque en su conceptualización, generalmente originada en los organismos de seguridad de los Estados, se destaca únicamente la dimensión violenta de las mismas, razón por la cual el discurso dominante sobre este tema se caracteriza por su superficialidad, por abusivas generalizaciones, y por un enfoque criminalista, que genera procesos de criminalización, exclusión social y estigmatización de sus jóvenes integrantes.
  2. Esta visión sesgada impide comprender a las pandillas en su integralidad y por ello las políticas y estrategias que se diseñan desde los Estados rayan en lo punitivo-represivo, descuidando otras dimensiones del fenómeno donde podrían encontrarse oportunidades para lograr una solución a su problemática. En ese limitado enfoque reside, en gran medida, el fracaso de los Estados para disminuir la violencia social asociada a estos grupos, al costo de muchas vidas y cuantiosos recursos.
  3. A estos enfoque unilaterales hay que sumar que no existe mucha información sobre las maras o pandillas, y la existente por lo general adolece deficiencias de calidad por no ser sistematizada científicamente, o por reducirse a las variables relacionadas con su accionar violento. Las deficiencias de información ameritan que se desarrollen líneas de estudio que busquen comprender su realidad, en función de contribuir a resolver el complejo de violaciones a los derechos de la juventud y no con el único propósito de almacenar documentos sin uso práctico.
  4. Las pandillas no son homogéneas ni entre ellas ni a su interior. Su heterogeneidad reside en los siguientes factores, como mínimo: 1) cl tipo de necesidades grupales que se plantea resolver; 2) las características económicas, sociales y/o culturales de los contextos nacionales o comunitarios donde se originan y desarrollan; 3) las edades y el sexo de sus miembros-as; 4) la el momento en la evolución en que se encuentran. 5) el tipo de conflicto que establece con el contexto, el nivel de desarrollo organizativo-institucional que tenga o las relaciones que establecen con otros actores del entorno. A su interior también existen diferencias, primariamente de género y edad, y de otro lado, también hay diferencias dentro de las grandes pandillas nacionales e internacionales, según las características de los subgrupos o «clikas».
  5. En cuanto al género, las pandillas son espacios de predominio masculino en el cual las pocas mujeres que participan sufren de similares o mayores niveles de discriminación, machismo y violencia por el género que sufre la generalidad de mujeres en Honduras. La tendencia es a que son menos reclutadas y están vedadas de participar a niveles de conducción de sus grupos, siendo relegadas a tareas secundarias dentro del accionar pandillero, o a la condición de mujer subordinada de varón pandillero.
  6. Frente a esta diversidad no es acertado hacer «tabla rasa» en la definición de la respuesta social e institucional, sino que esta debe ser sustentada en el conocimiento científico de su naturaleza específica y con la participación de las y los jóvenes, de lo contrario la problemática que las pandillas presentan, generalmente tiende a agravarse con abordajes estandarizados.
Tomás Andino investigador del tema
Tomás Andino investigador del tema

7.-Honduras padece de una violencia social de raíces profundas en su configuración económica, en su cultura para resolver conflictos; en la persistencia de patrones excluyentes de género, edad y condición social y cultural; en la evolución de sus conflictos históricos; y en la influencia de un contexto internacional que agrava sus manifestaciones. En ese contexto las pandillas constituyen un actor violento más, al cual en los últimos quince años se le atribuyó la autoría de las principales expresiones del crimen y la violencia en Honduras. Tal extremo, además de nunca haber sido justificado científicamente, ha comenzado a cambiar tanto en la estadística como en la percepción de las comunidades.

8.-La información disponible indica que las «maras» han retornado a determinados barrios después de un periodo de reflujo por los operativos anti-pandillas que frenaron la primera «primera ola» pandillera de inicios de siglo. 1-7.n esta «segunda ola» las maras focalizan sus acciones con el objetivo acumular económica y militarmente, de forma que les permita su sobrevivencia organizacional y, al largo plazo, continuar expandiéndose y sostenimiento su estilo de vida.

9.-Para lo anterior, las maras han relegado a un plano secundario, salvo en casos de autodefensa, las confrontaciones estériles con las pandillas contrarias o con la población en general, típicas de su época adolescente, que los exponen a represión v los aíslan de sus comunidades, y han adoptado modalidades operativas totalmente clandestinas de control territorial en base al terror, para el desarrollo de sus intereses económicos y para sobrevivir a la represión gubernamental pues prácticamente son impenetrables.

10.-En la actualidad las maras practican estrategias de sobrevivencia y desarrollo diferenciadas, según la pandilla o clika específica, para lograr sus objetivos económicos, que van desde inversiones legales hasta acciones delictivas que pueden hacer por propia cuenta o prestando servicios a las organizaciones criminales de mayor poder económico.

11.-Sin embargo, la contribución especifica de h actividad pandillera al conjunto de la criminalidad es relativamente minoritaria en relación al aporte que hacen otros actores, entre los cuales se encuentran organizaciones criminales especializadas en diferentes tipos de delitos (narcos, extorsionadores, loba-carros, traficantes de armas y de personas, explotación sexual comercial, y bandas de delincuencia común), así como bandas de policías corruptos y hasta escuadrones de la muerte, e incluso ciudadanos que individualmente o en grupo practican acciones ilícitas o acciones de ajusticiamiento por cuenta propia.

12 .Ese amplio espectro, ahornen te competitivo) del crimen, las maras no solo obtiene una parte minoritaria del botín sino que, por otro lado, son víctimas privilegiadas de una política de exterminio que practican organizaciones paramilitares, organizaciones criminales, empresarios, políticos y hasta ciudadanos que contratan grupos de «limpieza social».

13.-Las políticas de Estado sobre las maras en Honduras se han caracterizado porque: 1) se trata de políticas de carácter regional y no nacional; 2) no son definidas de forma soberana por los estados sino con una potente influencia-injerencia de los Estados Unidos condicionada a la agenda del gobierno de ese país; 3) no son motivados en interés de la juventud hondureña, sino de los intereses geo-estratégicos de los Estados Unidos y de las cites económicas y políticas de los países centroamericanos; y, 4) han desembocado en un rotundo fracaso; si algo retrata esta conclusión es el hecho de que Honduras disputa el dudoso «honor» de figurar entre los países más violentos del mundo y más inseguros para su juventud

14.-Las pandillas no son un peligro real a la gobernabilidad del Estado, al menos no más que la conducta frecuentemente antidemocrática, militarista, autoritaria y violenta de las elites económicas, políticas y militares que han sumido al país en difíciles momentos de ingobernabilidad. Pero de no rectificar el rumbo seguido hasta ahora, las pandillas o maras tardeo temprano pueden pasar la fractura con mayores niveles de violencia y criminalidad que los vistos hasta ahora. 15. En términos generales, puede considerarse que el fenómeno de las pandillas constituye un conflicto social que debe tratarse como tal, analizando de forma participativa las causas del mismo, sus alternativas de solución y lograr consensos sociales y políticos, con la participación de los y las jóvenes pandilleros-as, en su diseño, implementación y seguimiento.

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