Por: Redacción CRITERIO
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Guatemala se ha visto sumergida en una crisis política desde hace cuatro meses, una crisis que desató una serie de masivas manifestaciones en contra del Gobierno y la corrupción estatal, sin embargo los cambios que exige la sociedad están muy lejos de materializarse.
Las decenas de manifestaciones masivas en contra de la corrupción en Guatemala no han servido de mucho, los cambios que han exigido los distintos sectores de la sociedad no se han concretado y los diputados quienes tienen en sus manos la decisión de cambiar las leyes que permiten la corrupción, no tienen la voluntad de aprobar las propuestas ciudadanas.
El Congreso instaló cuatro mesas de trabajo para discutir las reformas que exige la sociedad a igual número de leyes, sin embargo todo ha sido un embuste pues para aprobar dichos cambios se necesita del voto a favorable de 105 de 148 diputados, no obstante los legisladores no se presentan a trabajar y emiten excusas por enfermedad, muchas de ellas falsas.
Las manifestaciones se han ido apagando con el pasar de las semanas y aunque existen grupos que no desmayan los cambios que requiere Guatemala están lejos y más cuando estos van encaminados a la no re elección de diputados.
La frustración de la sociedad se traduce en un rechazo generalizado a la clase política y a los candidatos que optan a un cargo de elección popular.
El pulso entre los diputados y la ciudadanía se inclinó por el lado de los legisladores, quienes tienen en el presidente del Congreso a su mayor aliado quien corre por otro periodo legislativo de la mano del partido más cuestionado en la historia reciente de la política de Guatemala.
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