Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Horas después del extraño incendio[1] del Mercado de Guamilito, en San Pedro el 17 de junio del corriente, todos los diputados del Departamento de Cortés se reunieron con la autoridad municipal, en medio de la pandemia, para comprometerse a la reconstrucción y rehabilitación de ese emblemático espacio sampedrano. El daño era severo pero reparable, los bomberos alcanzaron a salvar buena parte del inmueble. Hoy, 24 de octubre, cuatro meses después, me dicen los afectados, que han desaparecido todos los insignes diputados.
Sí que está ahí el Municipio, que ayer, sin embargo, les anunció que sin apelación se proponen botar el edificio, para construir sobre sus escombros un mega mall, con elevadores y escaleras eléctricas, estacionamiento en el piso superior. Y, cómo de repente no alcanzarán los extractores, ¿necesitarán luego de aire acondicionado? Una edificación de la cual les presentan planos y proyecciones. La que generosamente les ofrecen vender -en condominio- a los comerciantes de flores y artesanía, los que quieran, claro y puedan, o al banco que les preste.[2] Es decir, que lo van a privatizar. Aunque no saben por cuánto, porque ¡no han podido calcular aún los costos a amortizar, de construir y operarlo!
No tienen porqué saberlo, en un tiempo bárbaro, el alcalde y sus aláteres, varios de ellos sampedranos dudosos. Aunque desde hace varios años se comprometieron a restaurar el patrimonio construido de la ciudad con el IHAH. (Antes han renegado de su promesa de instaurar un nuevo Museo de la Naturaleza, porque quieren, en el edificio que se les cedió para ese fin, la antigua Escuela José C. del Valle, instalar ¿otra cosa?). En cambio, la presidenta de los damnificados sin embargo I. Gabriela Paz sí ha leído el Pronunciamiento del Colegio de Arquitectos (enterado de esa perversa intención hace tres meses) publicado el 20 de julio. El que igual pudieron con facilidad leer y debieron atender los afiliados y gobierno sampedrano, llamando a conservar el patrimonio en forma concertada, antes de desechar la obra, considerada patrimonial de la ciudad.[3]
Habrían descubierto, estudiando un poco, los ediles y sus ignaros dibujantes, que el arquitecto y artista nato que diseñó el Mercado Guamilito, don Héctor Bustillo Oliva era el genio de su oficio.[4] Había estudiado en EUA, admirado y entablado allá -en Chicago- aunque fuera una lejana amistad con Franklin Loyd Wright, de los grandes arquitectos del siglo XX. Y había proseguido su formación y cultivo en Inglaterra antes de regresar a residir en San Pedro a fines de los 1920s. Regresó casi simultáneamente, con un puñado de otros profesionales, y los primeros ingenieros y arquitectos de la ciudad.[5] H. Bustillo era un hombre de culta lectura y de extensa cultura incluso musical, la cual pasaba por la rigurosa ejecución de un buen piano.[6]
Investigando lo mínimo, los señores de la alcaldía hubieran descubierto que Bustillo cuando diseñó este edificio, tenía casi 40 años de estar diseñando y supervisando la construcción de edificios funcionales para la ciudad y sus vecinas (La Lima, Tela, Cortés) desde los albores de los treintas cuando había iniciado construyendo la obra magna del Mercado Central. Acumulando una obra que Julio Figueroa Castillo dice con acierto, ayudó a definir y a construir una época de San Pedro Sula.[7] Y podría decirse, de la región circundante.
Se hubieran enterado de que el edificio del Guamilito fue planificado desde mediados de los cincuentas, bajo la Presidencia de Gálvez, con Conrado Bonilla como jefe del Distrito de San Pedro, que así se llamaba. Fue Bonilla quien contrató, en 1956, el préstamo con el Banco Central para comprar el predio por L. 50 mil a Damasio Kattán y L. 200 mil para que lo construyeran Milla y Guell.[8] Y que finalmente el edificio fue construido por la ilustrada Municipalidad que encabezaba Felipe Zelaya hacia 1963.
En cierto sentido, a mi juicio, el de Guamilito fue su obra maestra de Bustillo, desprendida de la solemnidad del Palacio y de la monumentalidad obligada por la escala en La Estación, El Reyes y el Mercado Central. Y acaso sería el edificio más moderno, que justamente más evoca su identificación con el racionalismo de Lloyd Wright.[9] Resolvía los problemas técnicos de funcionamiento, ventilación y luz natural de un edificio grande, de intenso uso público.
Aplicando las técnicas de esa escuela de arquitectura, puntillosamente, Bustillo diseñó el edificio estudiando el sitio, sus orientaciones con respecto a las corrientes de aire y trayectoria solar. El Colegio de Arquitectos elogia el diseño original que consigue, dice, con su juego de techos y muros, aprovechar el viento para refrescar el edificio a la vez que protege de la radiación solar. De modo que los techos levantados como pérgolas capturan las corrientes de aire que circulan en el interior, y optimizan la entrada de luz a la totalidad de lo techado, sin costo de electricidad, un ejemplo, dice el CAH de arquitectura bioclimática. [10]
En gran parte porque la arquitectura de Bustillo resolvía esos retos, siguen enhiestos una serie de edificios públicos de la ciudad, 1. pese a tantas mutilaciones, el Mercado Central (1929 1931), 2. el Palacio Municipal (1939 1941), que ya debería pasar a ser Casa de la Cultura. Asimismo, 3. la -peor estupidez- abandonada Estación del Ferrocarril (1935), en donde debería establecerse un Museo de Arte, 4. el edificio histórico del Colegio José Trinidad Reyes (¿1945?)[11] que podría tener muchos destinos, restaurado, 5.la antigua Escuela Francisco Morazán (1944), que hoy hospeda al Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula. Construcciones que igual conservan su frescura y cuyos interiores reciben toda la luz que necesitan. Así como docenas de edificios privados como, el extinto Casino Sampedrano y aunque la mayoría ha sido destruida por ignorancia, el de la Droguería Nacional, y casas muy hermosas, justo, buena parte de ellas, en ese Barrio Guamilito, que se estaba construyendo y pavimentando en la década de 1950.
Durante cerca de sesenta años el noble edificio del Mercado de El Guamilito sirvió a sus fines. Primero, para abastecer al norte de la ciudad de sus insumos frescos, y, a medida que el comercio de alimentos se desplazó a los supermercados y a los mercados periféricos, el Guamilito se adaptó a los nuevos tiempos.
En los últimos quince años, devino icónico mercado de artesanías y flores, para atender además la demanda que animaba el novel turismo incipiente. Conformando con el Museo un circuito turístico, antes que el golpe y la pandemia dieran al traste con las visitas de los extranjeros, que entraban por el Villeda hacia Copán, Tela y las Islas.
Los locatarios alquilaban los espacios, porque el mercado seguía siendo municipal. No manejaban los fuertísimos flujos de efectivo que se dan en otros mercados, mucho más grandes y de artículos de consumo obligado. Pero generaron un nicho de tiendas de distintas clases de artesanías, casi todas hondureñas y de flores, asimismo nacionales y centroamericanas, asegurando una salida al producto del interior del país. Aunque el margen y retorno de esas actividades no soportará el costo del mall.
O sea que, con el impulso de la codicia, mediante su política de privatización neoliberal, en términos teóricos, el Municipio pretende transformar el Guamilito, un sitio icónico, claramente identificado -por su función, por los ciudadanos, vecinos, locatarios, usuarios y hasta los turistas- con una personalidad histórica, transformar ese espacio –digo- en un no place, ningún-lugar, un sitio-igual-a-tantos-otros-que-no-es-ninguno, un mall más. Robando a los locatarios de su heredad y al público del servicio que le daba. Nos despojan a todos del patrimonio público construido de nuestra ciudad, empobreciéndonos. ¿Para beneficiar a quién? ¿O a quiénes? ¿A los de siempre o más bien, a los privilegiados de hoy, a las cadenas, de comida, de medicina, a los que sí podrán, los bancos y las telefónicas?
[1] No se ha divulgado; pero según los periódicos, El Heraldo y La Prensa, en su Informe Final del 24 de junio, el Cuerpo de Bomberos de la Ciudad, concluyó que el siniestro no había sido accidental, es decir, que había sido provocado, sin poder determinar la autoría y los móviles. Incendio en El Mercado Guamilito fue provocado, La Prensa, 24 de junio 2020. Pero algo se puede sospechar, porque, en el momento del siniestro, no se había autorizado a los locatarios a retornar, y solo entraban y salían del edificio los oficiales inspectores.
[2] Para ese fin ofrecen llevar a cabo un estudio socioeconómico.
[3] Colegio de Arquitectos de Honduras, Pronunciamiento, 20 de Julio de 2020 Véase también, Stassano, Ángela, Adobe Madera y Ladrillo en la Arquitectura de San Pedro Sula, San Pedro Sula 2009. Innovare, de Julio César Figueroa Castillo, El Patrimonio Cultural edificado sin rostro, Diagnóstico de Percepción Ciudadana, el Caso de San Pedro Sula, julio de 2017. Aunque debo quejarme de que, en su falta de rigor, cite a una inexistente Rosa Elena de Pastor, supuestamente directora del Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula, qué barbaridad.
[4] Hay supuestamente una Biografía escrita por don José Ángel Rodríguez, pero no la he encontrado.
[5] Como Cristobal Pratts Antonio Ruiz…mayormente se dedicaron a la obra privada
[6] Tenía entre quienes le conocieron personalmente una profunda erudición humanista y musical. Valdrá la pena investigar qué relación pudo tener con la fundación por parte de la Academia Municipal de Música, de la Escuela de Música luego apellidada Victoriano López, que se fundó justo en el momento de mayor influencia de Bustillo, en 1945.
[7] Véase supra Nota 3 Op cit., p 10
[8] El Moderno Mercado de El Barrio El Guamilito será Hermosa Realidad dentro de poco tiempo, en que se publican -en tiempos de transparencia- las actas mediante las cuales dispone eso el Distrito:25 de junio de 1956
[9] Cuyo estilo plano, según un tratado reciente, cito: “incorporated low pitched roofs , overhanging eaves, and open floor plans, which he believed was the antidote to the confined closed- in architecture”, una descripción case exacta del estilo del Mercado. MIHAI, Ten Great Architectural Lessons from Frank Lloyd Wright. sept 30, 2020.
[10] Colegio de Arquitectos de Honduras, Pronunciamiento, 20 de Julio de 2020. Véase también en Facebook
[11] Víctima de análoga conspiración, pese a sus excelentes condiciones para operar, supuestamente en manos de los Rotarios que tienen casi treinta años de tenerlo pendiente.
Nota
Las opiniones escritas en esta columna son responsabilidad de quien las escribe, no representan la linea editorial de Criterio.hn
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Buenas tardes
Don Rodolfo Pastor Fasquelle
Mucho gusto saludarle, mi nombre es Rafael Carías.
Soy arquitecto con experiencia en patrimonio, gracias al IHAH, institución en la que laboré algunos años. Soy apasionado por la arquitectura de nuestro país, sobre todo los inicios de la arquitectura en las distintas ciudades.
Ocasionalmente realizo publicaciones en la página Conjuntos Históricos de Honduras de facebook.
He leído algunos de sus escritos, ya que me resultan de mucho interés y agrado, además que dejan un nuevos conocimientos.
Leí esta columna. Quiero comentarle que tengo en una versión digital la Biografía del arquitecto Héctor Bustillo Oliva y se la podría compartir.
Puede escribirme a mi correo.
Cualquier cosa, estoy a la orden.
Saludos cordiales.
RC