Por: Irma Becerra[1]
Tal como aseveró recientemente la directora de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), Miriam Miranda, el Estado de Honduras pareciera no tener mayor interés porque seamos un pueblo multicolor y pluriétnico, donde también el pueblo garífuna pueda tener un espacio de respeto y justicia en nuestra historia nacional. Miranda lamentó que el Estado de Honduras muestra indiferencia ante el terrible caso de desaparición forzada de cuatro líderes hondureños garífunas en la comunidad del Triunfo de la Cruz, en Tela, Atlántida el pasado 18 de julio, y cuyos nombres son: Misael Joel Martínez Ávila, Suami Mejía García, Gerardo Misael Tróchez Cálix y Albert Sneider Centeno Thomas.
Además, la lideresa garífuna lamentó la indiferencia del Estado de Honduras ante el emplazamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) al Estado de Honduras para que en un plazo de 18 días se presente un informe concreto acerca de este caso. Todos los compañeros anteriores fueron sacados intempestivamente de sus casas por grupos armados que portaban uniformes con las siglas de la Dirección Policial de Investigación (DPI). Hasta el momento no se sabe nada de ellos.
Tales atroces hechos nos vuelven a la época oscura y de la peor opacidad del terrorismo de Estado implementado y aplicado en Honduras en los años ochenta, y cuyos crímenes de lesa humanidad y desapariciones forzadas aún permanecen impunes. Ante lo anterior, deberemos unirnos todos los grupos étnicos que conformamos este país, para defender conjuntamente nuestro elemental derecho a la vida y a la subsistencia digna, ya que las atrocidades de lesa humanidad como son la persecución, tortura, asesinato, secuestro y desaparición forzada continuas de miembros de los distintos grupos étnicos, tales como los garífunas, los indígenas (especialmente los lencas y los tolupanes), los misquitos y demás etnias, así como los feminicidios y el continuo asesinato de jóvenes, abogados, periodistas mayormente mestizos, etc., en la actualidad en Honduras, solo generará una respuesta y defensa violenta por parte del pueblo como último recurso desesperado ante tanta injusticia, algo que no es nunca una solución viable a corto y largo plazo.
El terrorismo de Estado que se implanta en la Honduras de hoy deberá rendir cuentas a la justicia internacional de cuyo apoyo urgente precisamos como pueblo indefenso ya que las instituciones encargadas de proveer justicia en el país se encuentran cooptadas por un poder ejecutivo dictatorial al servicio de unos pocos. No obstante, también deberemos realizar a lo interior del país, acciones solidarias de presión ciudadana no violentas para ir construyendo así de manera firme y precisa la desobediencia civil necesaria y la insurrección no armada constitucional del pueblo hondureño por rescatar el Estado de Derecho, hoy por hoy secuestrado por ladrones corruptos, el crimen organizado y el narcotráfico, cuya violencia rechazamos contundentemente.
Precisamos unir todas las organizaciones sociales y políticas para ir también yendo a los orígenes culturales de los conflictos políticos, lo que quiere decir que, en el caso del pueblo garífuna, éste tiene que dejar sus conflictos internos y unirse todas sus organizaciones en un solo fin, así como unificar la lucha revolucionaria pacífica con su continente de origen que se debate en la actualidad en una enorme violencia estructural. Aprendamos de los compañeros de origen africano su alegría por la vida y no dejemos que África desaparezca como continente que habita en todos los continentes, violentada por un racismo, un esclavismo y una discriminación sin sentido y sin justificación humana alguna.
Unámonos como pueblos para que el Estado “cachireco” no destruya nuestra riqueza cultural y originaria que nos vuelve una sociedad única y original. Seamos solidarios con los pueblos ancestrales en su defensa de la vida y los bienes comunes de la madre naturaleza. Ya es y ha sido suficiente su injusta explotación, discriminación, asesinato y desaparición en nuestra historia, cada vez más empobrecida por la ausencia de la luz especial que irradian estos pueblos. “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” “¡Nunca olvidaremos a ningún pueblo!”
[1] Irma Becerra es Licenciada en Filosofía por la Universidad Humboldt de Berlín y Doctora en Filosofía por la Westfälische Wilhelms Universität de Münster, Alemania. Es escritora, catedrática universitaria y conferencista. Ha escrito numerosos libros y ensayos sobre temas de política, filosofía y sociología.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas