Por: Centro de Documentación de Honduras (CEDOH)
EL PROBLEMA
La agudización de la crisis ocasionada por la pandemia y por su deficiente manejo, nos obliga a concentrar la atención en la salud y todo lo que esto implica, tema importante que se ha convertido en urgente, y otros temas importantes que aún no adquieren la categoría de urgente pero que están ahí, demandando atención y acciones inmediatas de todos, para pensarlos, planificarlos, anticiparnos y prepararnos. Tres de ellos destacan entre los demás, sin restar importancia a los que van colocándose en la coyuntura, reclamando la atención en el campo de lo urgente (empleo, energía, nuevo aeropuerto, defensores ambientales) y ellos son: corrupción e impunidad, endeudamiento de alto impacto y elecciones 2021.
1) Corrupción e impunidad. La pandemia, y la forma peculiar en que se ha concebido y manejado, ha vuelto a colocar en el escenario público los temas de corrupción e impunidad que han sido una constante en los últimos años de ejercicio gubernamental. Desde entonces, existe una larga fila de corruptos señalados y denunciados, y una variedad de iniciativas legislativas orientadas a proteger y blindar a aquellos que resulten acusados. De igual manera, se pretende orientar la atención pública hacia los ubicados en la estructura jerárquica intermedia del Estado, minimizando la implicación de las más altas figuras de la administración pública, sin cuyo conocimiento, consentimiento y complicidad no se realizarían los actos corruptos de gran magnitud, como los que han sido denunciados. Es cierto que la pandemia crea condiciones para que la corrupción prolifere, estimulada por la liberación de controles en los procesos de compras y adquisiciones, pero también es cierto que en una pandemia, en un contexto de hipercorrupción sostenida a lo largo de muchos años, como es en el caso nuestro, la corrupción se vuelve constante, agresiva, cínica y descarada.
2) Endeudamiento de alto impacto. En la última década y más recientemente con el sello del actual mandatario, el endeudamiento nacional e internacional se ha convertido en la forma natural de manejo de la administración pública. Con la pandemia, esta práctica ha aumentado exponencialmente. El poder Legislativo le aprobó al poder Ejecutivo una cantidad millonaria al inicio de la pandemia, pero como esta cantidad no existía en las arcas del Estado, a pesar de las cínicas declaraciones del Secretario de la Presidencia, la aprobación se convirtió en una autorización para que el gobierno buscara de dónde obtenerlo tanto a nivel nacional como internacional. De ahí que el Ejecutivo utilizara, en calidad de préstamos, los recursos de los Institutos de Previsión a cambio del pago de intereses atractivos, situación que involucró a todos los Institutos menos al de Previsión Militar; la búsqueda llegó a los Organismos Internacionales de Financiamiento que han empezado a autorizar millonarios préstamos que comprometen no sólo la gestión de los próximos gobiernos sino el bienestar de las próximas generaciones sobre las que pende un panorama bastante sombrío. El punto central de este hecho es su inserción en un contexto de hipercorrupción, despilfarro e irresponsabilidad en el manejo de los recursos y la certeza de que todo esto será pagado por esta y futuras generaciones que sufrirán el impacto de decisiones erradas por parte del Legislativo y decisiones irresponsables por parte del Ejecutivo.
3) Elecciones 2021. Con la pandemia, un panorama sombrío se extiende por el mundo sobre las elecciones como instrumento de afirmación de la democracia. El 31 de julio trascendió la noticia del interés del presidente de Estados Unidos de posponer las elecciones de noviembre próximo, aduciendo problemas técnicos relacionados con el voto por correo, dejando entrever las posibilidades de fraude; Hong Kong, a su vez, anunció la posposición de sus elecciones por un año, mientras unas semanas antes el gobierno provisional de Bolivia pospuso por tres veces las elecciones en el país andino. El Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA) publicó recientemente su informe en el que se indica que desde el inicio de la pandemia (del 21 de febrero al 21 de julio de 2020) 68 países y territorios de todo el mundo han pospuesto elecciones de diverso tipo, contra 49 que siguieron adelante con las elecciones tal como estaban planeadas. En el continente americano esa posposición se produjo en 15 países. Afortunadamente en Honduras las elecciones primarias/internas y generales se realizarán hasta el 2021, aunque también aquí se ven cubiertas de incertidumbre y peligro, y no solo por la pandemia.
EL CONTEXTO
Todo parece indicar que la pandemia afecta más a los mandatarios autoritarios, intolerantes y excluyentes; su nivel de aceptación baja con una gran velocidad, todo ello en proporción directa al mal manejo de la pandemia, a la corrupción, la ineficiencia y a esa sensación ciudadana de soledad y abandono asociada con el aislamiento, el distanciamiento y la certeza generalizada de que el gobernante no hace mucho para resolverlo y, lo que es peor, que él es parte del problema y no de la solución. En la medida en que las cosas se ponen difíciles para un mandatario de esta naturaleza, puede acudir a todas las argucias, expresar que está dispuesto al sacrificio y hacer todo lo posible por mantenerse en el poder. Seguramente su equipo de seguidores aplaudirá esa decisión y se sumará al “sacrificio” de seguir usando y abusando del presupuesto, lo mismo para la base de seguidores y activistas que, al igual que aquéllos, saben que se les termina el tiempo y que urge hacer algo para remediarlo.
Lo anterior es propicio en un contexto de preocupación por la salud, el empleo y las deudas; de cansancio por el largo historial de quejas, luchas, consignas, frustración y represión; de desorientación por la falta de un liderazgo político claro y adecuado para las circunstancias del país; de fastidio por una democracia que no funciona en un ambiente autoritario y tampoco en una pandemia; de desesperación por los muertos que se amontonan y los vecinos que ven como amenaza a los contagiados; de decepción por ver a algunos líderes religiosos alineados vergonzosamente con el poder y alejados dramáticamente de sus seguidores.
A los políticos de profesión y a los líderes de oposición les toca reinventarse en tiempos de pandemia y de fuerte desencanto con los partidos políticos, para levantar la mirada más allá de sus minúsculos problemas e intereses personales y ver lo que se nos viene encima, como país, en el corto, mediano y largo plazo, empezando por la reconstrucción de toda la institucionalidad estatal y por la recuperación de la antigua fascinación de la gente por sus líderes y la forma en que distribuían esperanzas.
LAS IMPLICACIONES
Tenemos ante nosotros la acumulación de hechos y fenómenos que están cimentando una crisis de grandes dimensiones que salpicará a la sociedad y a todo el sistema de partidos; que evidenciará, más aún, a un Estado en bancarrota, corrupto, impune y subordinado a los intereses políticos y económicos de personas, grupos y partidos; y que tiene ante sí la amenaza real de un continuismo sustentado vergonzosamente en la gravedad de la crisis de salud y, de repente, en el pretexto de la carencia de recursos para sufragar los dos procesos electorales de 2021.
LA ALERTA CIUDADANA
Es indudable que toda la atención del Estado, de las organizaciones sociales y de la ciudadanía debe centrarse en la dimensión de la crisis sanitaria, los efectos de su mal manejo y los desafíos que se presentan para ser sobrevivientes y no datos estadísticos en una cadena nacional; pero lo importante y urgente de esta crisis no debe opacar otros temas importantes que están presentes, clamando por atención, abordaje, posicionamiento, dirección y solución. Ahí está el tema de la CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD que vuelve una vez y otra vez para recordarnos que no es solamente un problema de la pandemia, sino que viene de antes, de mucho antes, producto de un Estado fallido y de un liderazgo político ambicioso, cínico y desalmado.
Pero también está el ENDEUDAMIENTO DE ALTO IMPACTO, producto de tres factores clave: a) la desesperación por resolver problemas financieros que se arrastran desde antes de la pandemia y que hoy se encubren con argumentos para enfrentar las necesidades de la crisis sanitaria; b) la voracidad de la cúspide de la pirámide estatal para aprovechar la emergencia y robar con el mayor descaro, sin la menor vergüenza y con la certeza de estarse acercando al final; y c) la irresponsabilidad del poder Legislativo, controlado por el partido de gobierno, que aprueba cantidades millonarias totalmente irracionales, se desentiende de su obligación de vigilar su uso transparente y correcto, y no le importa el impacto negativo para el país de una inversión de recursos que no corresponde a la urgencia y magnitud de los resultados.
Finalmente, ahí están las ELECCIONES 2021, la oportunidad única para detener el retroceso político, ético, jurídico e institucional que ha marcado la historia del país en los últimos años; para rescatar el Estado de las mafias de corruptos y narcotraficantes que lo tienen capturado; para devolverle legitimidad al proceso electoral y para restituir la confianza en el sistema de partidos. Este tema es importante y cada vez más urgente, lo que plantea los siguientes desafíos:
1. ¿Cómo atender la importancia de lo político sin desatender la urgencia de la pandemia?
2. ¿Cómo mantener la identidad partidaria, impulsando la dinámica de la oposición, como única forma de revertir el desastre que tenemos?
3. ¿Cómo preparar la estructura electoral partidaria que garantice el triunfo, sin incluir a todos esos líderes nuevos y viejos con inclinación fácil a la corrupción, narcotráfico y traición política?
4. ¿Cómo pensar en el proceso electoral sin descuidar los desafíos para el nuevo gobierno con relación a la institucionalidad estatal, el Estado de derecho, la recuperación ética del desempeño público, el impacto del endeudamiento, la recuperación y fortalecimiento de los sistemas de salud y educación, la laicidad del Estado, la inversión social, el respeto a los derechos humanos y la desmilitarización del Estado, entre tantos temas que afloran ante el gran desafío político y social de DESMONTAR LA ESTRUCTURA AUTORITARIA y RECONSTRUIR UNA OPCIÓN VERDADERAMENTE DEMOCRÁTICA?
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas