Por: Redacción CRITERIO.HN
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Tegucigalpa.- ¿A dónde van los estudiantes en tiempos de coronavirus?, esta es una interrogante que deberían formularse las autoridades del país encargadas de la educación y que mejor fecha que hoy, donde los hondureños celebran el día del estudiante.
Tras la suspensión de clases obligadas por la pandemia del coronavirus, el pasado 12 de marzo del presente año, las autoridades de la Secretaria de Educación creyeron vivir en un país de primer mundo y vendieron el discurso barato que los maestros seguirían laborando desde casa utilizando el Internet, ignorando la estadística que dice que en Honduras apenas un 39 por ciento de la población tiene acceso a esta vital herramienta.
Hoy 11 de junio fecha dedicada al estudiante catracho, Criterio.hn les contara dos historias que dejan al descubierto el discurso de mentira de las autoridades y las múltiples carencias que enfrentan algunos alumnos.
Alejandro Palacios, tiene apenas cinco años y alumno de preparatoria en el Jardín de Niños San José de la Montaña de la colonia El Bosque de Tegucigalpa.
Alejandrito, como cariñosamente lo llaman compañeritos desapareció de la órbita de su maestra justo el día que se suspendieron las clases, nunca formó parte de los grupos de Whatsapp y jamás respondió a los correos electrónicos.
“No volvimos a tener noticias de él, se suspendieron las clases y nunca lo contactamos, la situación nos preocupó porque es buen alumno y su madre responsablemente siempre atendió los llamados del centro educativo”, explicó Sayda García, maestra del pequeño.
La desaparición de Palacios es lógica y justificable, su madre es vendedora ambulante, se gana la vida comerciando agua en las calles y bajo estas circunstancias cómo exigirle que pague Internet para que su hijo atienda las tareas de su maestra, eso es una utopía.
Del menor se tuvo noticias casi un mes después cuando un maestro de la escuela se dio cuenta que él, su madre, doña Mariselbis Aguilera, junto a su hermana de dos años dormían en las calles ya que habían sido desalojados de casa por no poder cumplir con el pago de la renta.
Y es que, tras el confinamiento determinado por las autoridades, la madre de Palacios dejó de producir y le fue imposible cubrir todos los gastos ya que papá brilla por su ausencia.
La maestra de Alejandrito, relató que el sacrificio de la señora para mantener a su hijo estudiando es tan grande y digno de difundir, como la ocasión que, para poder pagar el uniforme de educación física de su hijo, doña Mariselbis lo hizo solo con billetes de a lempira producto de las ventas del día.
La familia Palacios, que ahora mismo vive en un cuarto producto de la caridad de un buen samaritano, hasta aquí no ha recibido ayuda del gobierno y su futuro es un barco a la deriva que va directo al naufragio.
Muchos menores se han sumado a las tareas de sus padres y no tienen como recibir clases virtuales
Y casos como este existen muchos, ya que los menores proceden de familias de escasos recursos y en este tipo de circunstancias tienen que sumarse al trabajo y olvidarse de sus clases.
“Disculpe maestra es que como yo vendo pan no le he podido enviar las tareas, pero mañana se las enviaré”, fue la respuesta que recibió la maestra Miriam Mejía, del Instituto Central Vicente Cáceres al reclamar a su alumno de primer curso Divis Ponce, el motivo por el qué no había cumplido con sus obligaciones.
El joven le contó a su maestra, que la crisis económica lo obligó a buscarse un empleo, y pese a ser un menor de edad, la necesidad en su hogar por alimentos fue mas grande que la presión por cumplir con las tareas que sus profesores le envían diariamente.
Aparte de la jornada laboral de 10 horas diarias en la venta de pan en las afueras del perímetro urbano del municipio del Distrito Central, para Divis otro inconveniente es que su presupuesto no le da para activar paquetes de Internet frecuentemente, por esa razón dijo el joven a su maestra “me alcanzo con las tareas, porque todos los profesores mandan todos los días y yo no todos los días tengo Whatsapp”.
Brecha del aprendizaje: Estudiantes sin estudiar
De acuerdo con las cifras del Banco Mundial, más de 1600 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela en 161 países por la pandemia del COVID-19, lo que representa cerca del 80 % de los estudiantes en edad escolar en el mundo, es decir que estamos ante una crisis global en el aprendizaje.
Para el Banco Mundial la “pobreza de aprendizajes” en consecuencia de la pandemia tiene el potencial de empeorar aún más desde el enfoque de afectación para los niños y jóvenes, entre estos el aumento de las tasas de deserción y el hecho que en los países pobres se cuentan con sistemas educativos muy desiguales.
Lamentablemente la matemática y la lógica simple no fallan, los países más ricos están mejor preparados para avanzar hacia estrategias de aprendizaje en línea en cambio, en los países de ingresos medios y los más pobres, la situación es muy compleja en consecuencia a la gran desigualdad de oportunidades que existen, pero más allá por la eterna apatía por parte de los gobernantes.
Bajo este contexto, la realidad de muchos niños hondureños es que no tienen en sus hogares un espacio mínimo adecuado para poder recibir el aprendizaje virtual, es decir tienen una silla, mesa, libros utilizados como material de apoyo y no mencionar siquiera una computadora o conexión a Internet.
Por otra parte, según el informe sobre la situación educativa hondureña en el contexto de la pandemia del Covid-19, denominado “Escenarios para el futuro como oportunidad de mejora”, elaborado por el Observatorio Universitario de la Educación Nacional e Internacional (OUDENI) de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), la mitad de los alumnos hondureños no han recibido clases en línea durante la suspensión por no tener acceso a una computadora, electricidad o Internet en sus hogares.
Según el informe más de 1,4 millones de estudiantes, principalmente del sector público, se han “quedado al margen” en la actividad educativa a distancia, impulsada por la Secretaria de Educación en un afán de mantener a flote la dinámica del aprendizaje virtual.
El mismo informe detalla que de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadísticas, solo el 16,6 % de los 9,3 millones de hondureños tiene acceso a Internet en su casa y apenas el 12,8 % acceden a este servicio desde una computadora.
El Covid-19 lo cambió todo, antes los alumnos en el día del estudiante eran festejados, ahora la mayoría trabaja, algunos duermen en las calles, otros piden abiertamente alimento, lo cierto es que los estudiantes ya no van a la escuela como en el pasado y las autoridades ignoran o pretenden ignorar que en Honduras todavía el acceso el Internet es un privilegio para pocos.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas