Textos y fotos: Fernando Destéphen
Tegucigalpa. –Atrás quedaron las consignas del Primero de Mayo. Las calles y avenidas de Tegucigalpa y las del resto del país amanecieron vacías sin nadie que grite a los cuatro vientos los quejas y demandas de los obreros que hoy están confinados en sus casas ante la pandemia por el Covid-19.
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Hoy se conmemora el Día Internacional de Trabajo, pero la emergencia sanitaria impidió que los sindicatos y trabajadores organizados salieran a las calles a realizar su acostumbrada marcha.
Este viernes 1 de mayo es diferente. Allá en el bulevar Comunidad Económica Europea, en el barrio La Granja de Comayagüela, centro de concentración de los trabajadores, lucio vacío. No hubo pancartas, camisetas y gorras. Tampoco ventas de horchata y baleadas, ni venta de souvenirs.
Todo ha pasado como un día más de la cuarentena, probablemente muchos están encerrados añorando volver a trabajar para lograr sus ingresos que les garanticen su sobrevivencia, pero otros están en incertidumbre ante el miedo que al salir del confinamiento los despidan. Y es que, a raíz del estado de excepción en vigencia desde el 16 de marzo, en Honduras muchos han perdido sus empleos, a otros les han suspendido los contratos de trabajo y la mayoría de la población que vive del comercio informal, y que ronda el 70 % de la Población Económicamente Activa, se encuentra paralizada.
La pandemia, que ha traído un colapso en la economía mundial está haciendo estragos en Honduras, tanto así que la Cámara de Comercio e Industria de Cortés (CCIC) vaticinó a principios de abril, que, si no se asumen medidas radicales para salvar los puestos de trabajo, el desempleo en subirá al 32 %.
El panorama se complica más luego de que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtiera esta semana que “la caída constante de las horas de trabajo a nivel mundial a causa del brote de COVID-19 significa que 1.600 millones de trabajadores de la economía informal, es decir, casi la mitad de la población activa mundial, corre peligro inminente de ver desaparecer sus fuentes de sustento”.
Los orígenes del Día Internacional de los Trabajadores se remontan a 1886 en Estados Unidos, para conmemorar la gesta de los Mártires de Chicago por reivindicar el derecho a una jornada laboral de ocho horas.
Después de una huelga que duró varios meses en los campos bananeros de la zona norte, por la explotación de las empresas bananeras estadounidenses, los trabajadores hondureños lograron en 1954 la aprobación del Código del Trabajo. Sin embrago, con el paso de los años todas las conquistas logradas en aquella oportunidad se han venido abajo a partir de 2014 con la aprobación de leyes que favorecen al capital por encima de los derechos básicos de la fuerza laboral.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas