Por: Rodolfo Pastor Fasquelle
Sobre sus mansos camellos, los tres Reyes Magos llegan del Oriente. Pero sobre la Mezquita de la Ciudad Sagrada de Jamkaran flamea desde hace tres días la bandera roja de la guerra santa. No le bastaron a Donald Trump los fuegos artificiales con que se celebraba hace seis días, el fin del año alrededor del globo.
No podrán los iraníes de la noche a la mañana, poner a punto para la batalla las armas nucleares de las que han desistido y que son hoy en día las únicas realmente competitivas en la escala global. Pero no cabe duda de que correrá sangre inocente, y es difícil entender el provecho estratégico que el magnicidio le pudiera generar a los EUA. (Que lo haya bombardeado a traición no sorprenderá al hondureño en cuyo imaginario priva la versión indocumentada pero arquetípica del asesinato traicionero de Lempira a manos de un arcabucero escondido atrás de una bandera de paz. Pero eso dice ahora el gobierno de Irak… que, a solicitud de los estadounidenses, había invitado a Suleimani a Bagdad a explorar nuevas vías de entendimiento y conversar de paz y el parlamento representación soberana de los iraquíes exige la salida de los norteamericanos.) Para la gran potencia que, a no poco costo, conquistó Irak, hace pocos años, no puede sino ser humillante la expulsión. Trump furioso ya dijo que cobraría caro.
Aun así, hay muchos de distintos partidos y naciones que le creen a Trump cuando dice que el malo era el muerto, y justifican el asesinato, aunque esté prohibido por la Sagrada Escritura que comparten todas las religiones confrontadas. Él mismo DT se ufana de puyar el botón, se encarga de publicitarlo y asume responsabilidad personal directa. No importando, como dice la cumbia, que claramente lo hizo ante el inminente comienzo del juicio político, para granjearse una fama que cree le valdrá de escudo, sin consideración cabal de las repercusiones. La tontería de una guerra de civilizaciones ¿se podría convertir así en una profecía autocumplida? francamente yo no lo creo.
No podrán evitar el daño. Sus socios alrededor del globo van a condicionar las represalias que podrán tomar los estadounidenses contra la ineludible venganza musulmana. Puede ser que ese desorden provocado ahorque el Estrecho de Ormuz por donde navega el petróleo que sale al Pacifico. Inglaterra e Israel se verán, de inmediato, comprometidos en ese nuevo conflicto. Mas si el mundo es racional, sin embargo, las potencias no se verán arrastradas a una tercera guerra mundial por el asesinato de los generales iraníes. No van a arriesgar su sobrevivencia para defender el orgullo herido del persa. E Irán no está a la altura del poder militar estadounidense. Aun ayudado por otros cuatro aliados en la región, en la que, por supuesto, será cada vez más peligroso transitar, para los intereses genuinos de EUA.
Poco de lo demás es realmente sorprendente. Todos estamos advertidos de la profunda ignorancia de D. Trump. De su irascibilidad primaria. De su total falta de escrúpulos. Pero no se hagan. Asesinar a los líderes rebeldes, no es invento reciente ni menos personal suyo. El estado primario se construyó sobre la destrucción cruel de los cabecillas de los pueblos doblegados y el Imperio Persa, como antes el egipcio y después el Otomano, o los de la Europa moderna se establecieron sobre la violenta represión de quienes se resistían. Aquí mismo hoy, los paisanos que saben un poco más de lo que publica la prensa oficialista, entienden que el régimen que vivimos y que propios y extraños califican como una narcodictadura, asesina a diario para mantenerse en el poder.
No es ninguna novedad que los Estados Unidos mate a líderes de otros pueblos. Cien veces quisieron matar a Fidel, incluso con ayuda de la mafia y después con colaboración de los nativos, la CIA mató a Jacobo Arbenz. Asesinó a Omar Torrijos y acaso también a Jaime Roldós el presidente progresista de Ecuador. Aunque nunca lo aceptaron, y menos reivindicaron. Porque eso entonces era considerado una contradicción en los términos que defienden el derecho internacional. Peculiar característica de este asesinato, quizás con el precedente de Osama, es que se ostenta e iza ante el mundo como una acción heroica, y defensiva. ¿Quién les cree?
Tampoco tendría que resultar muy escandalosa la amenaza pública y repetida del Sr. Presidente de Estados Unidos contra los monumentos y objetos culturales más valiosos de Irán, la antigua Persia. Y eso de la ley internacional que los protege le vale sorbete a Trump. En tanto que históricamente también, esa práctica de despojo de elementos identitarios ha sido un arma socorrida del poder imperial desde los albores de la historia. Los aztecas secuestraron a los dioses de los conquistados y sin ser iconoclastas en su guerra, los españoles destruyeron las imágenes precolombinas de lo sagrado.
Lo único que se podría argumentar, es que todo eso es impropio de un país que se presenta como civilizado, dice fundamentar su política sobre principios de una ética humanista, y que confía su destino a las manos de Dios. Pero habría que haberles creído primero. Haber pensado por un momento que era sincera su jerga.
¿De verdad existe una estrategia? ¿Un Plan? Pudiera ser claro que fuera únicamente una estratagema para distraer del juicio inminente o de tipo electoral. Tampoco creo eso. No únicamente. Ni que hubiera sido la de Trump una decisión arrebatada que no previo ninguna consecuencia. Quince días ha estado, para tomarla, en la paz y tranquilidad de fin de año en Mar-a-Lago y la ha tomado con absoluta conciencia y premeditación de lo que puede ganar con ella. El oro de Rothschild, la especulación con el petróleo, el beneficio que siempre ofrece el río revuelto a los cazadores de fortunas internacionales como él es el premio mayor. El que va a perder es el mundo y no el presidente. El mundo está a punto de perder al gran artista que lo ha mandado a incendiar para cantar, desde la balaustrada marina, su canción de cisne que se esfuma. Trump ya no es el mismo, he is not himself, su país ya no le importa. El ficticio de su reality show desplaza al mundo real, se envuelve como mago con los atributos de una apoteosis sangrienta para jugar a dios. Its you’re dead en vez de you’re fired. Cabalga como brujo el drone de la muerte apocalíptica. Y prepara un show de luces para el prematuro fin del segundo siglo americano.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Quie es este huevon Rodolfo Pastor