Por: Hazel Soriano
Lo más fácil es conversar entre amigos, coincidir en todos los temas que se trate.
Más aún, ser «el alma» de un encuentro en el que su interlocutor, es ser un actor casi nulo.
Eso es el sentir y pensar de Juan Hernández quien en su rol de gobernante hondureño, reincide montando un diálogo que como otros, sólo a él traerá «algo bueno».
No sólo los miembros de la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación, sino la gran mayoría de los hondureños DUDA de las últimas estrategias conciliadoras de Juan Hernández.
¿Cómo creerle a un hombre que juró respetar la Carta Magna y con el cálculo propio de un arribista, se quedó fraudulentamente cuatro años más?
Imposible, entonces, imaginar que ese recién instalado diálogo donde vemos los mismos adlátares del jefe de estado, pueda arrojar algún buen y real resultado que satisfaga las exigencias, motivo de la lucha popular.
Los elogios de un sector y otro en esa mesa de discusión para el gestor de tal evento, nos lleva a una frase coloquial muy nuestra: «sólo son cumbos»; tratar los asuntos de país así: con discursos nada profundos, pero avasalladores para quien de manera ilegítima gobierna Honduras.
Y la comunidad internacional avalando ese entremés de «cumbos aquí, cumbos allá», cuca la inteligencia de este pueblo que clama por la salida de Hernández y/o el llamado a elecciones y recuperar así la institucionalidad y gobernabilidad pérdidas.
En ese «diálogo de cumbos», se escucha de todo, por ejemplo, un maestro proveniente de Ocotepeque calificado como uno de los lugares con mejores estándares en materia educativa, pero quizá traicionado por los nervios, con micrófono en mano dijo: «traendo».
¿Qué pasará en aquellos sitios más postergados y menos calificados? Hernández lo sabe, pero dialoga con los permeables; en la historia, siempre se encuentran personajes abrazando consignas a quienes sólo el tiempo, juzga.
Juan Hernández, constantemente se contradice: dice que «este diálogo está inspirado en los sagrados intereses del pueblo»…
Ha dicho que se deben respetar los derechos humanos, señala y es parte del acoso internacional al presidente venezolano, Nicolàs Maduro, por calificarlo de dictador, entre otras cosas.
Con qué facilidad y sin el menor empacho, cercanos colaboradores de este régimen, hablan de construir, de respetarnos unos a otros, de tolerancia, cuando su fuero interno, les grita lo contrario.
Y son, finalmente, éstos que apelan al diálogo y que promueven «la paz», quienes inescrupulosamente e irrespetando la voluntad popular, han cercenado esa relativa paz del pueblo. ¿Cómo confiar en un diálogo de cumbos?
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
3 respuestas
Con quien?
Bueno y estos pendejos.a quien le creen o son estupido con su diálogo de mierda
Solo ellos se la creen, pícaros