Por: Amaru Barahona
Ahora tengo más claro lo que pasa en Nicaragua.
*) Daniel Ortega, un populista en el sentido que definían el populismo los clásicos de la Teoría de la Dependencia, en su juego de equilibrios de clase durante su segundo período de gobierno (me ubico en el siglo XXI) se ha orientado hacia la derecha. Formuló un pacto de “unidad nacional” que integra al empresariado, una coalición entre la antigua oligarquía y los nuevos ricos de origen sandinista; los sindicatos sandinistas cooptados pero que, mal que bien, tienen que dar respuestas a las bases; y el gobierno. El antiguo empresariado oligárquico que hizo dura oposición en el primer gobierno Ortega, aceptó gustoso el pacto porque asumía la hegemonía dentro del bloque en el poder. Todo caminaba viento en popa, por lo menos internamente.
Con la crisis en Venezuela, la ayuda que alcanzó un promedio de 500 millones de dólares anuales, prácticamente desapareció. Y con su ausencia, entran también en vías de extinción los programas sociales, de naturaleza básicamente asistencial, que habían sustentado el elevado consenso político de Ortega.
*) La oposición política al gobierno Ortega, la más beligerante y agresiva, que generalmente se autodenomina como “auténtica” oposición, está conformada por varios grupos políticos con poca ascendencia popular, una cadena de ONG muy beligerantes, diversos medios que tienen un peso significativo en la opinión pública y un segmento de la cúpula de la iglesia católica. El más importante grupo político está constituido por la alianza FAD – MRS, una conexión entre camarillas de ultra derecha y el denominado Movimiento de Renovación Sandinista, integrado por antiguos sandinistas disidentes del FSLN (Dora María Téllez, Mónica Baltodano, Hugo Torres, Edmundo Jarquín, entre otros, y algunos intelectuales tipo Sergio Ramírez y Gioconda Belli). Esta formación política, las ONG y los medios, son estructuras literalmente mercenarias; viven de las subvenciones de la NED, la AID, la cooperación de la Unión Europea, y asignaciones monetarias directas del Departamento de Estado USA. Padecen del síndrome que ha caracterizado históricamente a las élites nicas: piensan que el poder en Nicaragua sólo puede provenir de Estados Unidos. En su vorágine anti – Ortega han llegado a solicitar al Departamento de Estado que se apruebe el proyecto de ley conocido como “NICA ACT”, que esencialmente consiste en que USA vetaría cualquier solicitud de crédito por Nicaragua ante los organismos financieros internacionales.
En cuanto a la cúpula de la iglesia católica está dividida. Una facción se orienta por los lineamientos del Papa Francisco; otra está plegada al comportamiento político del bloque “Nica Act”.
*) El FMI que tutela la política económica de Ortega, dio un ultimátum a su gobierno para que resolviera lo que considera como problemas de sostenibilidad financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), planteando su propia propuesta: -) duplicar el número de cotizaciones de 750 semanas a 1500 semanas para recibir una pensión; aumentar la edad de retiro de 60 a 65 años. -) eliminar las pensiones para las víctimas de la guerra, que estableció el gobierno de Ortega; suprimir las minipensiones para adultos mayores que no han cubierto el total de cotizaciones, norma también aprobada por el gobierno Ortega. -) abolir el 13avo mes para los pensionados.
*) Para dirimir la propuesta FMI, Ortega convocó a los integrantes de su pacto. Los empresarios apoyaron entusiastamente la propuesta. Los sindicatos se opusieron firmemente. En una coyuntura en que su gobierno pierde ascendiente y subestimando la reacción de los empresarios, Ortega optó, mediante un decreto, por una salida típicamente populista (en el sentido clásico del pensamiento latinoamericano), intermedia, pero que se inclina más hacia los sectores populares: no varía el número de cotizaciones ni la edad de retiro; se mantienen las pensiones para víctimas de guerra y para los adultos mayores; no se clausura el 13avo mes para los pensionados. Pero se aumentan de forma tripartita los aportes al INSS. Los empresarios con un 2 %, los trabajadores con un 0.75 %, y el Estado con un 1.50 %.
Además, a los pensionados con pensiones más altas (en Nicaragua, la pensión más alta corresponde al equivalente en córdobas de 1.500 dólares, medida también adoptada por el gobierno Ortega), se les tasa con un 5 % de su monto.
Frente al decreto, los empresarios reaccionaron intempestivamente. Abandonaron como protesta el espacio de concertación y anunciaron frente al ultraje una marcha.
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*) El bloque político “Nica Act” hace tiempo viene obsesionado por montarle a Ortega una asonada tipo “guarimba” venezolana. Lo intentó cuando parecía tener viabilidad el proyecto de canal interoceánico con los chinos. Fracasó. Lo intentó cuando el incendio de la reserva de Indio Maíz. Fracasó. Hoy, por fin, ha tenido éxito.
Nicaragua se incendia y se desangra. Con carburantes calcados de la “guarimba” venezolana. Noticias falsas, sesgadas, tergiversadas, ocultando lo esencial de la realidad. Vídeos montados, conmovedores, que impactan los espíritus sensibles y las mentes lúcidas, proyectados por las corporaciones mediáticas y las llamadas redes sociales. Protestantes “pacíficos” que no tienen nada que ver con las pensiones, asesinan, incendian, destruyen instituciones y bienes.
Hago constar: Daniel Ortega no es santo de mi devoción.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
3 respuestas
Excelente
Eso es los empresarios quieren a Ortega fuera y ya comenzaron el guión.
Es lo que podemos visualizar pero hay algo más…el tenebroso Plan Cóndor en acción.