Por: Hugo Noé Pino
La reunión sostenida recientemente entre la MACCIH y el gobierno de Honduras en Washington no es una reunión más, ni tampoco estaba programada, pese a la versión de los funcionarios públicos involucrados. Esta reunión tenía como objetivo principal advertir a la MACCIH que se estaba propasando en sus atribuciones de acuerdo al Convenio firmado entre la OEA y el gobierno de Honduras. El origen del malestar ha sido la serie de declaraciones públicas que el portavoz de la MACCIH ha dado alrededor de diferentes casos.
La primera de estas declaraciones fue la de asombro que un juez dejara en libertad a un periodista deportivo acusado en el caso de corrupción del Seguro Social. La respuesta del poder judicial no se hizo esperar, a través de un comunicado de la Corte Suprema de Justicia respaldó abiertamente al juez dejando en claro que no aceptaban interferencias de ningún tipo. La segunda, la posibilidad que al principal acusado del escándalo del IHSS se le dejara en libertad por un aspecto técnico del juicio, a pesar de la evidencia que lo inculpa. Es claro que las instituciones hondureñas toleran y aceptan “asistencia técnica”, pero no intromisión en sus actividades.
La gota que derramó el vaso fueron las declaraciones críticas de la MACCIH sobre el proceso de nombramiento de los nuevos magistrados al Tribunal Superior de Cuentas (TSC). Desde el inicio del proceso, se publicó la lista de los más de cien aspirantes. Con base a los antecedentes de otros procesos pasados los medios de comunicación especularon y publicaron los nombres de los tres finalistas. Las audiencias públicas se restringieron a media hora y de públicas no tuvieron nada, puesto que dejaron fuera la participación de las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación. Por otra parte, la Comisión del Congreso nombrada a tal efecto no se reunió para hacer la selección final y, finalmente, los tres escogidos fueron los vaticinados desde el inicio por la prensa. Entonces ¿Cómo la MACCIH iba a dejar de llamar la atención sobre esto?
Todo ciudadano que respete sus derechos civiles, sabe que ese proceso fue una farsa, y aun así quieren las autoridades el silencio de la crítica y la intromisión de otros que atentan contra la “soberanía”. Lo que no quieren entender es que la MACCIH tiene un mandato bien claro y que sus atribuciones, si bien algunas son de acompañamiento, también tiene instrumentos en la lucha contra la corrupción y la impunidad. Por lo tanto, la convocatoria a la reunión de Washington era para advertir que no se tolerará actitudes que pongan en aprietos a la administración actual, principalmente en el año electoral que se avecina.
La composición de la delegación hondureña a dicha reunión habla por sí sola: operadores políticos de alto nivel, el fiscal general, el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Esta composición también lleva a observar dos asuntos. Primero, ¿no se supone que el poder judicial es independiente del poder ejecutivo, y que por ello, puede unilateralmente en cualquier momento plantear a la MACCIH sus preocupaciones? Lo mismo podríamos decir de la Fiscalía. ¿A qué se debe esa conjunción de intereses? Segundo, aparentemente la interpretación de la MACCIH sobre el Convenio no es la misma que el gobierno tiene. Así, se hacía necesario una revisión exhaustiva de las diferentes partes del compromiso a fin de dejar claro que no permitirían nada fuera de lugar que pudiera afectar el proceso electoral del próximo año (ello explica la duración de la reunión).
Desde el punto de vista de las autoridades, que nunca han creído en comisiones que luchen contra la corrupción e impunidad, no es una sorpresa lo ocurrido. Queda de esperar la reacción de la MACCIH y el apoyo que reciba de las autoridades de la OEA y de los diferentes sectores de la sociedad hondureña.
Tengo la percepción que los profesionales que dirigen la MACCIH no solamente son capaces, sino también se respetan a sí mismos como para venir a Honduras a ser sólo espectadores de la corrupción denunciada. También considero que preferirían alistar sus maletas antes que dejarse presionar por autoridades nacionales y perder su prestigio; por lo tanto, harán el trabajo que se les ha encomendado. Estoy seguro que el tiempo me dará la razón.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
y cada quien tomo su tasita de cafe y su semita y todos felices colorin colorado este cuento se ha acabado como siempre