Por: Engels Vladimir López
En Honduras uno de los problemas centrales en nuestras universidades públicas es que no son dirigidas por académicos, por científicos o por políticos; sino por una burocracia profesional que ha asaltado nuestras universidades y ha ido replegando cada vez más a las burocracias académicas, que bajo modelos organizativos colegiales priorizan el desarrollo académico en la universidad.
Lo que tenemos hoy son universidades que alrededor de las premisas de la globalización educativa y la cooperación internacional han ido provocando, lo que Roberto Leher denomina “ajuste institucional” tal y como lo recomiendan los ideólogos del capitalismo académico y los defensores del pensamiento único neoliberal. Ese ajuste ha ido de la mano con las reformas administrativas impulsadas desde el gobierno de Callejas, profundizadas con Maduro y radicalizadas por JOH.
Ese ajuste institucional es el que hoy atenta contra concepción del “sujeto estudiantil”, la concepción de “universidad pública” y la concepción de “comunidad universitaria”, el cual tiene como objetivo, no solo crear aquellos enormes aparatos burocráticos, que Norberto Bobbio llama “gobierno de los técnicos” que centralizan las decisiones y orienta la política educativa universitaria, sino que uno de sus objetivos principales es la despolitización del espacio público universitario y de la esfera política universitaria. En nuestras universidades publicas ese es un problema que merece de análisis y reflexión.
Bajo esa visión la UNAG-UNAH van de la mano y ambas se caracterización por universidades que cierran todos los espacios de participación estudiantil; se ha instaurado una dictadura burocrática dueña y señora de la universidad; los especialistas y los expertos solo dictan ordenes como en los comandos militares; los estudiantes son vistos bajo una racionalidad instrumental perfecta para lograr sus fines; se posterga el desarrollo académico de la universidad; se descuidan los elementos que dan vida a los procesos de enseñanza-aprendizaje; y se frenan los procesos de democratización en nuestras universidades. Parece que estamos de vuelta a la idea de la “universidad policía” en detrimento de la “universidad de la razón”:
Y es que no solamente nos debe de preocupar el ajuste institucional al que están siendo sometidas nuestras universidades, sino también, como viene operando la reforma educativa (impulsada desde los grandes centros académicos internacionales, desarrollada por sectores de la cooperación internacional y respaldadas por los gobiernos nacionales), bajo la dinámica de una imposición propias de las formas en que se impone el neoliberalismo: por el control de las instituciones públicas, criminalización de la protesta y por la fuerza de la bota militar.
Ante la desatención de Estado en crear políticas públicas que incentiven el desarrollo tecnológico, administrativo y académico en nuestras universidades, la cooperación internacional ha venido a retomar ese papel. Pero gran sector de esta cooperación no solamente ha desplazado al gobierno en la atención de los problemas sociales, también desarrolla una contraofensiva en las universidades públicas que en su momento hay que investigar a profundidad para, como menciona Juan Carlos Monedero, comprender la hegemonía que existe de lo económico sobre lo político, la gobernanza sobre lo institucional, la política sobre lo político, y lo burocrático sobre lo académico.
Nuestras universidades (UNAG-UNAH) desarrollas bajo modelos organizativos racional-normativo están conllevando a la desnaturalización de la concepción de universidad, y en contra posición impulsan modelos universitarios que funcionan alrededor de los lineamientos de la cooperación internacional. Esa cooperación que es responsable del 70% de la investigación que se desarrolla en nuestras universidades públicas; esta cooperación que es responsable en un 60% de los proyectos de vinculación social; y esa cooperación responsable financiar casi en un 70% los institutos direcciones y centros de investigación que tenemos en nuestras universidades públicas. Algunos puntos para comprender porque hoy nuestras universidades no cumplen con sus responsabilidades sociales a través de la formacion profesional, cultivo de la ciencia y la generacion de conocimiento.
En esa línea de pensamiento crítico y para comprender la dinámica de los movimientos estudiantiles Manuel Castells establece que la cuestión verdadera para valorar el significado de un movimiento social es la productividad histórica de su acción y en el efecto hacia las personas y participantes. Bajo esta premisa es demasiado pronto para evaluar el resultado de estos movimientos, aunque ya podemos decir que ha abierto grietas en el sistema institucional de la universidad y que ha abierto un espacio importante para abrir cause a la democratización de la universidad. El cambio cultural, mediante la acción, es algo en el que estos movimientos trabajan y requiere de tiempo para conocer su impacto.
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2 respuestas
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