Por: Irma Becerra[1]
Una sociedad y una nación se componen de varios elementos culturales, políticos, económicos, sociales y morales, que determinan lo que son, su manera de ser y comportarse, su estado, grado y nivel de desarrollo, su voluntad y capacidad de auto evolucionar y mejorar, así como su posibilidad real y concreta de enfrentar los problemas, retos y desafíos que se presentan en el camino de sus integrantes y ciudadanos. Si nos faltan esas características podemos hablar con certeza de una nación y una sociedad que están amenazadas con desaparecer o dejar de existir, bien sea porque sus habitantes han dejado de luchar y han decidido sumirse en la abulia y la anomia, o bien porque los problemas son tan agudos y conflictivos que es la muerte la que conduce su destino y no la vida.
La ética y su implementación y estudio son condiciones esenciales para saber si una nación y una sociedad tienen futuro porque ella determina la condición activa de la conciencia moral en tanto capacidad humana de juzgar el mal y hacer el bien. De hecho, sin justicia ni verdad no existe la posibilidad de que las personas confíen unas en otras.
La Ética, su práctica, estudio e implementación no constituyen toda la solución a los problemas de un país, pero sí que determinan si éste último puede enfilarse hacia mejores derroteros, porque ella crea los peldaños de la integridad, la honestidad, el combate al vicio y a las adicciones que son los peldaños que nos permiten pensar y actuar para desenvolvernos con éxito en la vida. Con personas adictas y viciosas, sometidas a la criminalidad, no se construye sociedad porque éstas están más concentradas en autodestruirse a sí mismas.
Los adictos y los viciosos no constituyen una amenaza para el poder político y económico que se lucra de esta violencia estructural y los abandona a su suerte. Lo mismo ocurre cuando el poder carece de una política de seguridad a largo plazo, lo que ocasiona que la sociedad quede a merced del crimen organizado y el narcotráfico. Todo ello es tema de la Ética y corresponde a las Humanidades proponer una teoría crítica no solamente de reflexión sino de concreta orientación para la práctica comunitaria que permita a las personas defenderse de dichos males, defenderse de la ausencia de Ética.
Necesitamos en Honduras de un proyecto de nación que nos defina el rumbo como sociedad y componente histórico que queremos y deseamos ser: una historia atascada en el pasado sin un presente proactivo o una historia de liberación nacional promisoria de futuro y desarrollo verdaderamente democráticos.
Aunque la Ética no lo sea todo, su práctica, implementación y estudio son una herramienta, una función social, un medio y un centro de producción y reflexión estratégicas de la conciencia moral de los ciudadanos y las personas que habitan un país y que define el cómo éstos se comporten: si para mejorar y por tanto para el éxito personal y profesional, o si para empeorar y por tanto para el fracaso personal y profesional. Los seres humanos no podemos vivir sin conciencia moral porque ésta nos va indicando no solo lo que está mal en nuestras vidas, sino la forma en que podemos mejorar las relaciones con las demás personas y con el entorno que nos rodea. La conciencia moral es el respeto que le debemos al mundo por habitarlo.
En un mundo como el actual, lleno de fraude, engaño, mentiras y falsedades resulta impostergable defender la herramienta competitiva de la autenticidad que aún posea nuestra sociedad y nación, porque la inteligencia artificial está convirtiendo a la sociedad industrial en una comunidad incapacitada ya para distinguir la realidad de la ficción y condenada, entonces, a vivir sin autenticidad y en una falsa y ficticia realidad.
La inteligencia artificial permite ya clonar la voz humana y hacerse pasar por otra persona; hacer fotos y películas sin el uso de cámaras, de ahí la huelga de los actores de Hollywood; permite más que el copiar y pegar textos, escribir textos sobre cualquier tema sin ser el autor de estos, incluso textos jurídicos falseando casos judiciales, etc. Y toda esa artificialidad está atravesando nuestras fronteras y llegando a nuestros países para acabar con la poca autenticidad de nuestras vidas que nos queda, la verdadera fortaleza ética que tenemos como nación aún no convertida en robots electrónicos.
Para darle fuerza al sentido ético hondureño como refundación desde la autenticidad se pueden realizar las implementaciones que proponemos en las siguientes áreas:
Implementando la clase de Moral y Cívica y Ética para Jóvenes en la enseñanza primaria y secundaria, así como la clase de Ética Ciudadana en la enseñanza universitaria.
Realizando cursos especializados de formación ética para los padres de familia.
Realizando cursos especializados en Ética del Educador y Pensamiento Crítico para la formación de docentes.
Realizando cursos básicos para aprender a resumir, escribir y pensar críticamente para los estudiantes de las carreras de Humanidades, especialmente filosofía, pedagogía, periodismo, ciencias sociales e historia.
En este sentido, celebro y comparto la idea del amigo Roger Martínez de conformar en Honduras una Coalición de Ética, integrada por profesionales probos, sinceros e íntegros de todos los sectores sociales y los partidos políticos del país, para promover un centro de pensamiento y reflexión crítico-estratégico que nos ayude a hacer frente como adultos responsables a la debacle a la que estamos condenando a las generaciones más jóvenes con nuestra omisión e indiferencia.
Centremos nuestros esfuerzos en hacer lo posible porque Honduras no desaparezca como nación y conglomerado humano de la faz de la Tierra y actuemos a tiempo.
[1] Irma Becerra es Licenciada en Filosofía por la Universidad Humboldt de Berlín y Doctora en Filosofía por la Westfälische Wilhelms Universität de Münster, Alemania. Es escritora, catedrática universitaria y conferencista. Ha escrito numerosos libros y ensayos sobre temas de política, filosofía y sociología.
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Escritora y filósofa hondureña. Doctorada en filosofía por la Universidad de Münster, Alemania. Es directora de la Editorial Batkún, fundada por su padre, el escritor e historiador hondureño Longino Becerra. Su mas reciente libro “En defensa sublime de la mujer” Ver todas las entradas